Titadyn, el eterno retorno (XXIII) por Rasmo

Titadyn, el eterno retorno (XXIII) por Rasmo

En el contexto de la presente discusión, merece la pena detenerse unos instantes a comentar la declaración, mencionada brevemente en la anterior entrega, de la jefa de laboratorio de los Tedax ante el juez Del Olmo, el 18 de julio de 2006. Se trata, en efecto, de un episodio bastante ilustrativo.

Recordemos que, a raíz de los aspavientos de El Mundo iniciados el 11 de julio de 2006, el juez instructor citó a declarar tanto a Sánchez Manzano como a la perito Tedax, los siguientes días 17 y 18 de julio, respectivamente. Recordemos también que, en su comparecencia, la agente de los Tedax entregó al Sr. Del Olmo copia del informe S/N del 11 de marzo, en el que el día anterior (17 de julio) se había apoyado García Abadillo para cuestionar la honradez de Sánchez Manzano.

Dicho informe S/N (primeras dos páginas del enlace), como también se ha indicado, era una especie de versión limitada y previa del posterior informe 173-Q1-04 de 12 de marzo. Pues bien, la perito no tuvo un tratamiento precisamente suave en los medios buscadores de la verdad tras su visita a los juzgados.

El editorial de El Mundo de 19.7.2006 criticaba “la nada convincente explicación de la inspectora de los Tedax” y se permitía dudar igualmente de su veracidad:

La sospecha de que la inspectora de los Tedax no ha dicho toda la verdad al juez se incrementa por el hecho de que en lugar de acreditar su versión con el informe inicial elaborado a las 14.00 horas sobre el explosivo hallado en los focos -que es el asunto por el cual Del Olmo la llamó a declarar-, facilitó al juez un documento distinto: el que se refiere al análisis de los restos del explosivo supuestamente localizados en la furgoneta Kangoo.

Esta opinión editorial acompañaba a un artículo del vicedirector del diario (EM, 19.7.2006) del mismo tenor (donde siempre se asume apriorísticamente la existencia, no acreditada, de un documento que nadie ha visto nunca):

Para avalar sus afirmaciones, la inspectora aportó al juez un informe fechado precisamente el 11 de Marzo. Y aquí es donde empiezan a surgir las dudas sobre su -en apariencia- contundente declaración. En lugar de entregar al juez el informe o nota informativa al que hizo referencia Sánchez Manzano en su comparecencia parlamentaria y que se realizó a las 14.00 horas del 11-M sobre los restos encontrados en los trenes, la agente de los Tedax respaldó sus afirmaciones con el informe que se hizo sobre los restos de la Renault Kangoo y que, lógicamente, debió de concluirse sobre las 18.00 horas de ese mismo día […]. ¿Por qué la funcionaria no le dio al juez el informe que se hizo sobre los focos, que es justamente donde surgió la confusión sobre la existencia de nitroglicerina?

Sospechas que, por cierto, reiteró el editorial de El Mundo del día siguiente (20.7.2006), junto con la exigencia de que Sánchez Manzano fuera destituido.

Y también ese mismo día 20 de julio, desde los micrófonos de la Cope, se acusaba a la inspectora Tedax, como mínimo, de faltar a la verdad:

Pedro J. Ramírez: [0:45] … lo que ocurrió anteayer. Por la mañana advertíamos que la cuestión de la nitroglicerina era muy seria, que la situación del jefe de los Tedax era límite […], y entonces esa misma mañana sucedieron cosas. Declaró la química, la inspectora del laboratorio, corroborando el criterio de su jefe […].

Susana Moneo: Y una deducción, Pedro, muy clara de obstrucción, ya que se le piden unos documentos y entrega otros.”

Pedro J. Ramírez: Ahí vamos, ahí vamos. Entonces, el magistrado, lo que quiere saber es qué dijeron los Tedax a las 14 horas, sobre cuál fue el explosivo que estalló en los focos de los trenes. […] Bueno, pues […] esta señora adjunta a su declaración un informe por escrito fechado el día 11. Y cuando se habla de eso, cuando ves fecha del día 11, dices, ‘por fin, por lo menos vamos a saber cuál es el informe que hicieron sobre los focos de los trenes.’ ¡Nanay del Paraguay! Lo que le entrega esta señora al juez es el informe que necesariamente tuvo que ser hecho tres, cuatro, horas más tarde, sobre los restos de explosivo que se encontraron en la furgoneta Kangoo. Bueno, deberíamos poner entre comillas lo de que se encontraron […]

Sin embargo, y aun admitiendo que los periodistas de que se trata no tuvieran entonces todos los documentos pertinentes, la mera lectura de sus propias crónicas del momento, la descripción de los hechos tal como ellos mismos los narraron, me suscita una obvia objeción.

En efecto, la comparecencia de la inspectora de los Tedax, de 18 de julio, fue objeto de un artículo de Manuel Marraco en El Mundo al día siguiente (19.7.2006). Sobre la cuestión que nos ocupa, incluye dos pasajes relevantes. En primer lugar, un antetítulo en el que se señala: “El informe que aportó de manera voluntaria al Juzgado de Del Olmo no analiza los restos de los trenes.” Dejémoslo por el momento ahí. En segundo lugar, un párrafo del siguiente tenor:

Por otra parte, la tedax llegó al despacho de Del Olmo con un «informe pericial». Estaba fechado el mismo 11 de Marzo, pero no hacía referencia al asunto que le había llevado ante el juez. Recogía los resultados del análisis del explosivo encontrado en la Renault Kangoo, pero no del que apareció en los focos de los atentados. La furgoneta empleada por los terroristas llegó a la sede policial de Canillas más de una hora después de que se conociesen los primeros análisis de los focos.

Pues bien, sin más información complementaria, leyendo lo anterior cabía concluir que, efectivamente, en el acto de la comparecencia, la declarante aportó un determinado documento. Podemos partir de que eso es un “hecho”. Pero obsérvese que de ese hecho no se deduce necesariamente su propósito. Es decir, cuando El Mundo, a través de su dirección y editoriales, afirma que la inspectora de los Tedax presentó ese documento “para acreditar su versión” o “para avalar sus afirmaciones”, está haciendo una atribución de intenciones que no se deduce ineludible y forzosamente del “hecho” en sí.

¿Caben interpretaciones no necesariamente malévolas? ¿Alguna razón más o menos objetiva por la que hubiera podido ser oportuno que la compareciente facilitara al Juez ese informe S/N del día 11? Por supuesto que sí. Para empezar, ese escrito no constaba en el sumario y, aunque sólo fuera a efectos de completar la documentación obrante en autos en materia de explosivos, no estaba de más ponerlo en conocimiento de su señoría. Me apresuro a aclarar que su ausencia previa tampoco era una omisión censurable, de la que deducir nuevos designios ominosos por parte de los Tedax. Ese documento urgente del día 11 no contenía una información nueva o distinta (al contrario, contenía menos información) de la que figuraba en su ampliación del día siguiente, que sí constaba y era de sobra conocida por el instructor. No se estaba engañando a nadie.

Recordemos también que el día anterior a la comparecencia de la perito Tedax (que se produjo el 18 de julio), el vicedirector de El Mundo había invocado precisamente (por partida doble) ese informe del 11 de marzo, cuyo contenido no se conocía en ese mismo momento (aunque sí su existencia por la alusión a él que hacía el informe 173-Q1-04 de 12 de marzo), para arrojar dudas sobre la actuación de este cuerpo policial y, en particular, de su Jefe. No tendría nada de sorprendente, por tanto, que la declarante decidiera aportar ese informe hasta entonces desconocido para disipar sospechas: no hay ningún informe de 11 de marzo sobre los focos; éste es el informe de 11 de marzo a que algunos han hecho referencia y, como puede verse, no tiene nada que ver con los focos. En suma, nada que ocultar aquí.

Todo lo anterior podría haberse planteado simplemente leyendo la propia información fáctica de El Mundo, pero despojándola de sus gratuitos y habituales aditamentos, normalmente muy poco amables. Sin embargo, como ya he repetido alguna vez, no hay por qué hacer suposiciones (ni benignas ni malévolas) cuando podemos tener certezas. Y, en este caso, las tenemos. Para ello sólo hay que consultar el acta de la comparecencia de Sánchez Manzano ante Del Olmo el 17 de julio de 2006, es decir, justo el día anterior a la propia comparecencia de su subordinada, y coincidente con las referencias de El Mundo a ese informe S/N [por alguna razón que desconozco, el archivo me aparece ahora muy poco legible, algo que no ocurría al principio]. García Abadillo hace referencia a esta acta en su “Prólogo” y consta que la conoce al menos desde enero de 2007, cuando hizo referencia expresa a su contenido en un artículo firmado por él y Manuel Marraco (EM, 21.1.2007), que merecerá su correspondiente comentario más adelante.

Si uno acude a los últimos párrafos del acta, se encuentra esto:

Se le pregunta [a Sánchez Manzano] si obra en su unidad copia original del informe emitido por el laboratorio químico toxicológico que se menciona en el informe 173-Q2-04, de fecha 12 de marzo de 2004, en el que se menciona que este informe es ampliatorio al que se contestó en el día de ayer con carácter urgente, sin número de registro, manifestando que debe obrar una copia allí en la unidad.

Se le requiere para que en término de 24 horas sea presentado en este juzgado el informe sin número de registro de fecha 11 de marzo de 2004.

En este acto se cita al miembro del Cuerpo Nacional de la Policia núm. 17632, Inspectora mencionada en la declaración del Comisario Jefe y también en la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados, a fin de que comparezca como testigo el día 18 de julio a las 10,00 horas, quedando citada la señora Inspectora en este acto a través del declarante [Sánchez Manzano] como Comisario Jefe de la Unidad.

Es decir, lejos de pretender engañar a nadie, cuando la señora Inspectora entregó al día siguiente, 18 de julio, el tantas veces citado informe S/N, se estaba limitando a dar estricto cumplimiento a lo preceptuado por el Juez instructor. Este “detalle”, capital para entender cabalmente la realidad del episodio en cuestión, jamás lo habríamos conocido por El Mundo y compañía. Lo que estos medios transmitieron a media España, por el contrario, sin rectificación alguna, es que la Inspectora de los Tedax era una obstructora de la justicia y un testigo mendaz, cuando, repito, en realidad estaba cumpliendo rigurosamente con su deber. El mundo al revés, literalmente. Nada que pueda sorprendernos a estas alturas.

De cuanto antecede cabe deducir que la continua referencia a un primer informe supuestamente oculto no ha dejado nunca de ser una alegación sin sustento fáctico. Pero, exista o no un primer escrito, la relación de los análisis de los Tedax (y sea cual sea su vía de transmisión) con la referencia al Titadyn, en particular, o con las sospechas hacia ETA, en general, a partir de la propia mañana del 11-M se presta a un estudio más detallado, aun a riesgo de incurrir en cierta repetición.

Para tratar de disipar definitivamente las dudas en este sentido, por tanto, procede aclarar dos cuestiones básicas. Por un lado, las circunstancias relativas a la alusión al Titadyn durante la reunión de la cúpula policial al mediodía del 11 de marzo de 2004, y sus implicaciones. Por otro lado, las circunstancias relativas a los primeros análisis de los Tedax sobre muestras de los focos de explosión de aquel mismo día.

Pues bien, en páginas posteriores se analizarán minuciosamente ambas cuestiones, no sin antes poner de relieve su importancia contextual y teórica. Adelanto aquí, sin embargo, de manera sumaria, las principales consideraciones que cabe realizar al respecto. En realidad, como ya se ha visto, no consta que existiera ningún informe escrito sobre el análisis de los focos de explosión el mismo día 11 de marzo de 2004. La información se transmitió verbalmente por vía jerárquica. A fortiori, no existió ningún informe escrito que hablara de la nitroglicerina y, sobre todo, no existe la menor relación, ninguna en absoluto, entre los análisis de los focos realizados a primera hora de la tarde del 11-M y la referencia al Titadyn que se produjo en la reunión de la cúpula policial celebrada en esa misma fecha, al mediodía. De hecho, que algún Tedax hubiera comunicado originalmente que el explosivo empleado en los trenes era “Titadyn” es en sí mismo objeto de controversia entre los protagonistas del incidente. Sin embargo, aun cuando la referida comunicación se hubiera producido en esos términos, no cabe la menor duda de que esa primera información sobre el tipo de explosivo era una conjetura que no se basaba en ninguna prueba analítica y, por tanto, es de todo punto irrelevante a efectos de acreditar la presencia de nitroglicerina.

Todas las constataciones anteriores surgen de manera obvia al analizar la documentación pertinente. Me parece francamente imposible llegar a ciertas conclusiones que expone García Abadillo en su prólogo de “Titadyn” (y anteriormente desde las páginas de El Mundo) si no es demostrando una pavorosa incompetencia documental e investigadora o, lo que es peor, una intención deliberadamente mendaz. De hecho, espero acreditar, hasta donde es posible en estos casos, que el vicedirector de El Mundo manipula la descripción de los elementos fácticos en algunos aspectos fundamentales para hilvanar su relato conspiracionista. Manipulaciones dolosas sin las cuales sería imposible mantener sus insinuaciones y afirmaciones. Pero todo a su debido tiempo.

Ahora mismo, antes de abordar las dos grandes líneas que he señalado (y su extenso envoltorio narrativo), podemos empezar a despejar el panorama expositivo dando por zanjado uno de los asuntos colaterales más sencillos: las declaraciones del entonces Ministro del Interior, Ángel Acebes, en la propia jornada de los atentados, a las que tanto se remitía Jiménez Losantos, argumentando que si el Ministro (y por extensión el Gobierno del PP) se empeñó en culpar a ETA fue porque contaba con un análisis de los Tedax (o incluso del propio Sánchez Manzano).

En un contexto parecido, ya expuse anteriormente cómo, pese a lo sugerido por El Mundo y la estrella de la Cope, entre otros, no hay ningún motivo razonable para creer que, en su comparecencia parlamentaria ante la Comisión del 11-M, Acebes hubiera aludido a la nitroglicerina por haber visto mencionada esa sustancia en algún informe policial en la misma mañana de los atentados. Complementando mi argumentación de entonces, en lo que atañe ahora a las declaraciones y actitudes del ex Ministro durante el propio día de los atentados, no me cansaré de señalar que no hay por qué suponer cuando se puede tener la certeza. Y, si lo que se está discutiendo precisamente es la existencia o no de ese fantasmagórico documento (que algunos dan por segura), la cuestión obvia surge inmediatamente: ¿por qué no le preguntan a él directamente, es decir, al propio ex Ministro?

No estoy diciendo nada sorprendente. Hasta su retirada de la vida pública, el Sr. Acebes, como Secretario General del PP, no se mostró en absoluto inaccesible a los medios más cercanos a su órbita política (en su mayor parte, coincidentes con los que propugnaban visiones alternativas del 11-M). Sin ánimo de ser exhaustivo, una distraída ojeada a mis archivos me ofrece, sólo en la Cope, al menos siete entrevistas protagonizadas por este cargo político entre marzo de 2006 y junio de 2007. En El Mundo, aparentemente, no sintieron necesidad de comentar con él mismo su propia referencia a la nitroglicerina en la Comisión del 11-M, ni sus intervenciones durante el día de los atentados, antes de lanzarse a conjeturas variopintas.

Pero recordemos que “Titadyn” se publica en mayo de 2009 y, para entonces, cualquier periodista sagaz habría podido comprobar que los años dan para algo más que un recopilatorio de viejos apuntes. Algunos datos pueden y deben ser actualizados.

Así, Jiménez Losantos entrevistó al Sr. Acebes en la Cope el 16 de abril de 2007 y, finalmente, la cuestión que nos ocupa fue objeto de comentario explícito.

De modo que, cuando el Sr. Ministro del interior “se lanzó a la piscina”, cuando habló del explosivo de ETA, ¿era porque realmente había visto un informe de los Tedax en el que se hablaba de nitroglicerina? El mismo protagonista nos saca de dudas, en una intervención que merece una cita extensa, pues incorpora elementos muy ilustrativos en muy diversos aspectos:

Losantos: [16:10] ¿Quién hace esos análisis? Porque alguien tuvo que hacer análisis, para saber que es Titadyn con cordón detonante y para desmentir que es Titadyn con cordón detonante. ¿Usted lo sabe? […] [17:07] Usted ha tenido que pensar muchas veces: ‘alguno de estos…’ –yo diría algo que termina en ‘ones’– ‘me ha engañado. ¿En qué momento me empiezan a engañar?’ […]

[Acebes narra la secuencia conocida y que abordaremos en detalle más tarde: reunión de la cúpula policial en la sede del Ministerio del Interior, conversación telefónica entre Cuadro Jaén (Comisario de Seguridad Ciudadana) y Díaz Pintado (Subdirector General Operativo)]

Acebes: [18:50] ¿Quiénes lo habían dicho al principio? Pues, efectivamente, a través, al parecer, por lo que se ha sabido a posteriori, a través de Santiago Cuadro, los Tedax, la impresión que habían tenido los Tedax, que no era fácil que se hubiesen equivocado. […] [19:15] Dudar en aquel momento de […] los Tedax… [que] se puedan equivocar, era impensable. Claro, es que, permanentemente nos estamos colocando con lo que sabemos tres años después, pero había que estar en aquel momento. Si los Tedax dicen ‘oiga, es titadyne con cordón detonante’, quién va a decir: ‘a ver, oiga, ¿qué análisis se han hecho?’ Pues, la verdad es que a nadie se le ocurre en aquel momento decir ‘oiga, la verificación del análisis’. Si te dicen todos los mandos policiales ‘ha sido titadyne’, pues titadyne, pues te lo tienes que creer.

Está claro, por tanto, que el entonces Ministro del Interior no vio ni pidió ningún análisis. Y está claro que seguir insistiendo en lo contrario a estas alturas y seguir utilizando sus palabras tratando de apuntalar las referencias al Titadyn o a la nitroglicerina es, como mínimo, un error de hecho manifiesto. A este respecto, no parece que pueda subsistir ninguna duda legítima.

Pero las palabras de Acebes también son interesantes respecto a un asunto que ya mencioné en pasadas entregas y que merece un breve comentario incidental. Me refiero, concretamente, al uso anacrónico de los datos para sustentar un relato de intrigas golpistas. Como bien dice el ex Ministro: “permanentemente nos estamos colocando con lo que sabemos tres años después, pero había que estar en aquel momento.” Esta observación se hace más patente en otro momento de la entrevista radiofónica aludida:

Losantos: [19:52] ¿Por qué no se encargó, aunque ya fuera un Gobierno en funciones, un peritaje científico, un análisis científico minucioso […]? ¿Por qué no se encarga un análisis a la Policía Científica? ¿Por qué tenemos que esperar a que venga tres años después el juez Gómez Bermúdez a pedir que los trenes sean analizados, los fragmentos de los trenes, y mire por dónde, se encuentra que no es Goma 2 ECO?

Acebes: [20:34] Federico, porque las dudas surgen mucho después. A nosotros nos dicen: ‘ha sido titadyne’. Después, cuando aparece Goma 2 por primera vez es con la mochila, con la famosa mochila de Vallecas […] y los restos de la Kangoo. […] Claro, en aquellos momentos, no dudábamos que la mochila de Vallecas… bueno, todas las dudas que ahora hay sobre la misma. Ha habido una mochila, que ha aparecido en una de las estaciones, no ha explotado, hemos hecho el análisis y es Goma 2 ECO. Pues ya está. Es que no había ninguna duda. Claro, usted me está formulando una pregunta con las cosas que sabe tres años después. […] ¿Qué motivo había para, en aquel momento, sospechar todas las dudas que hoy tenemos? Ninguna. […] Ahora ya tenemos muchísima información que no teníamos en aquellos momentos.

No me interesa ahora discutir la veracidad de estas “dudas” (que, obviamente, considero nula). Lo que deseo destacar es que, con independencia del uso ventajista que quiera hacerse de determinados elementos, la reflexión de Acebes (“ahora ya tenemos muchísima información que no teníamos en aquellos momentos”) es en principio igualmente válida a la hora de valorar la actuación de determinados policías continuamente denigrados. Los conspiracionistas, pese a sus reiteradas declamaciones, no han conseguido demostrar que los Tedax violaran protocolo alguno no enviando las muestras de los focos a la Policía Científica (sobre esto se discutirá en su momento). Pero, como bien subrayan las declaraciones del ex Ministro, lo que ahora parece a algunos conveniente (y más bien inexcusable) parte de unas sospechas que nadie tenía por qué albergar en el momento de los hechos.

No sólo Acebes puede alegar inocencia: “Ha habido una mochila, que ha aparecido en una de las estaciones, no ha explotado, hemos hecho el análisis y es Goma 2 ECO. Pues ya está.” Efectivamente: “pues ya está.” ¿Cuántas veces en la historia de las investigaciones policiales ha ocurrido que un artefacto recuperado en el lugar de un atentado contenga un explosivo distinto al realmente utilizado en dicho atentado? ¿Qué razones tenía, no ya Acebes, sino cualquier policía (incluyendo a Sánchez Manzano y a su jefa de laboratorio) para pensar que pudieran estar ante un “señuelo” y para adoptar un comportamiento acorde con ese tipo de extravagantes e inusitadas suspicacias sobrevenidas?

Obsérvese que esta reflexión seguiría siendo válida aunque finalmente la mochila hubiera sido declarada prueba falsa a posteriori. ¡Tanto más cuanto que se trata de una prueba real! Aunque, sólo a efectos discursivos, estuviéramos de acuerdo con la insuficiencia de los análisis de los Tedax y echáramos de menos (siempre a posteriori) que no se hubieran utilizado técnicas más finas al alcance del laboratorio de la Policía Científica, la cuestión sigue siendo la misma. Si se ha recuperado explosivo entero (escenario ideal desde el punto de vista de la investigación), ¿por qué ha de insistirse en trabajar exhaustivamente con unas muestras (restos de explosión de los focos) que, según la experiencia de los (auténticos) especialistas están bastante limitadas en cuanto a la información que pueden ofrecer?

La imputación a los Tedax de un comportamiento doloso no hace sino retrotraer unas sospechas (para colmo infundadas) que ninguna persona razonable tenía por qué albergar en aquel momento. No se les puede reprochar no haber previsto el cúmulo de abigarradas hipótesis a las que habrían de enfrentarse con el paso de los años y haber actuado, en cambio, conforme a lo que dictan la lógica y la experiencia más elementales. Nos enfrentamos de nuevo a la pintoresca consistencia del razonamiento conspiracionista: postulo que unos policías han actuado maliciosamente porque no se comportaron como deberían haberlo hecho si fueran inocentes y mis sospechas de hoy fueran ciertas; por tanto, su comportamiento de entonces confirma que son culpables y mis sospechas de hoy son ciertas.

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