LAS VEINTIUNA MENTIRAS DE LUIS DEL PINO (V)

 Viene de la entrega anterior:

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13. ¿Con qué pruebas se construyó entonces la versión oficial?

Luis del Pino dice:

Con los objetos encontrados en una furgoneta que apareció en Alcalá de Henares y con una mochila-bomba que apareció sin estallar 18 horas después de la masacre. La furgoneta de Alcalá fue inspeccionada en la mañana del 11-M por dos perros distintos, sin que detectaran ningún rastro de explosivo. Sin embargo, al ser llevada a dependencias policiales, apareció en la furgoneta un resto de dinamita Goma2-ECO. La mochila-bomba apareció también en dependencias policiales, concretamente en la comisaría de Puente de Vallecas. Es decir, las dos pruebas fundamentales del caso no aparecieron en los escenarios del crimen, sino en sendas comisarías, sin que exista ninguna evidencia de que procedían de los trenes o estaban relacionadas con lo que estalló en los trenes.

Respuesta:

 Luis del Pino MIENTE.

La investigación jurídico-policial reveló miles de pruebas contenidas en un Sumario de más de ciento veinte mil folios. La furgoneta Kangoo y la mochila de El Pozo (encontrada en la Comisaría de Puente de Vallecas) fueron las primeras pistas importantes que apuntaron a la culpabilidad del comando terrorista, liderado por Jamal Ahmidan -en cuanto a la autoría material- y a Emilio Suárez Trashorras -en cuanto a la colaboración necesaria para obtener los explosivos-, pero pronto fueron respaldados por otras pruebas: necrorreseñas, estudios de ADN, escuchas telefónicas, seguimientos por BTS, testimonios, reconocimientos visuales, confesiones de algunos de los detenidos, contradicciones en los testimonios de los acusados, etc.

Las dos pruebas citadas por Del Pino están relacionadas con las demás en una red inextricable, como quedó acreditado tras una intensa labor de investigación de la Policía. En esta misma entrada tendremos ocasión de leer un informe que relaciona la metralla de la bomba desactivada en Parque Azorín -la «mochila de Vallecas«- con las demás que sí explotaron.

Pese a quien pese, la carga de pruebas válidas contra la mayoría de los condenados fue abrumadora. Esto ha permitido a la Justicia española cerrar el caso de los atentados del 11-M de manera mucho más satisfactoria que los atentados del 11-S en Nueva York o del 7-J en Londres, por citar dos atentados con intención de masacre en países democráticos del mundo occidental, y sin restar un ápice a los derechos de los acusados.

En la pregunta anterior ya se hizo referencia al hallazgo de la furgoneta y del resto de GOMA-2 ECO. Entre 11’30 y 12 H. se presentaron dos agentes de la Unidad de Guías Caninos de la Jefatura Superior de Policía, (agentes 28226 y 74021) acompañados de dos perros. Era el tercer servicio del día; llevaban trabajando desde las 07’ 30 h.

El perro “Aníbal”, asignado al agente  nº 74021, sólo acompañó a su dueño en una vuelta alrededor de la furgoneta. El agente 28226 metió la perra «Labi» en el habitáculo trasero. La perra entró a la furgoneta pero no pudo pasar a la parte delantera de la furgoneta -donde se encontraba el resto de explosivo- por existir una rejilla que lo impedía.  Por lo tanto, ninguno de los policías entró a la furgoneta, y sólo uno de los perros lo hizo, al habitáculo posterior. Incidiremos en las causas por las que el perro no detectó el explosivo en la siguiente pregunta.

El hecho de que el resto de explosivo de GOMA-2 ECO apareciera en Canillas y la mochila de «El Pozo» se encontrara en la Comisaría de Puente de Vallecas no demuestra nada, a no ser que Luis del Pino presente alguna prueba de que se manipularon las evidencias y se «plantaron» en las dependencias policiales. Puede empezar por poner denuncias contra alguno o algunos de los agentes que custodiaron las pruebas o las descubrieron: el agente 82709, que custodió el traslado de la Renault Kangoo a Canillas, el conductor de la grúa, los agentes 75036 y 59151, que encontraron el resto de dinamita en la furgoneta; y, por otro lado, los agentes nº 87407, 87141, 24420, 8784388659, 89324 y 88941  que, entre otros, fueron testigos y aseguraron la cadena de custodia de la mochila donde se encontró la bomba que no llegó a explotar, y la agente nº 88163 y de su compañero nº 79146, que encontraron el artefacto explosivo.

Y no debemos olvidar que las dos pruebas que destaca Luis del Pino no son, ni mucho menos, todas las que existen contra los condenados. Sólo son aquellas que Del Pino se atreve a citar, para defender su extravagante -y carente de apoyo probatorio- teoría de la conspiración policíaco-judicial, con colocación de pruebas en las dependencias policiales.

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14. ¿Por qué sabemos que la furgoneta de Alcalá es una prueba falsa?

Luis del Pino dice:

Pues porque el resto de dinamita que apareció dentro de ella al llevarla a comisaría no había sido detectado por los perros entrenados en detección de explosivos cuando la inspeccionaron horas antes. Y porque las investigaciones periodísticas han demostrado que se falsificó la hora oficial de entrada de esa furgoneta en el complejo policial de Canillas, de modo que la furgoneta estuvo una hora «desaparecida» a efectos oficiales, tiempo suficiente para colocar en su interior cualquier cosa.

Respuesta:

Luis del PINO MIENTE.

Para que un perro detecte una sustancia mediante el olfato, la materia tiene que ser, al menos en parte, volátil; además, algunas moléculas deben evaporarse de su superficie, atravesar las cubiertas que rodeaban el explosivo, difundir a través del aire hasta llegar a la pituitaria de los perros y el olfato de los perros debe estar en condiciones de ser estimulado. Para esto último, este sentido no debe estar muy fatigado, y no debe estar saturado por otro olor.

Recordemos que  la bolsa -con los detonadores y el resto de explosivo- se encontraba bajo el asiento del copiloto, delante. Los perros de explosivos están entrenados para oler transporte o depósito actual de explosivos, y no si en un vehículo los ha habido. Los detonadores, por otro lado, no son material explosivo, el perro no los detecta. Además, en la furgoneta sólo se encontró un trozo de papel parafinado que llevaba adherida una pequeña muestra, apenas unos 2-3 gramos, de GOMA 2 ECO,  envuelta en una bolsa de basura bien cerrada, que no impide totalmente el paso de moléculas, pero lo dificulta, y habían pasado ya varias horas desde el transporte de explosivos, por lo que la renovación del aire es posible que hubiera hecho desaparecer prácticamente todas las moléculas de explosivo. Tampoco ninguno de los perros entró al habitáculo anterior, donde estaba la dinamita.

Por lo tanto, Luis del Pino NO PUEDE AFIRMAR que los perros tengan que detectar necesariamente los explosivos. De hecho, durante el juicio declararon ambos agentes (nº 74021 y nº 28226) y los dos se mostraron de acuerdo en que la detección o no del explosivo depende de una serie de variables que hacía imposible asegurar que los perros hubieran debido detectar necesariamente los explosivos. Durante la comisión de investigación por el 11-M declaró también el primero de ellos y, a preguntas del Sr. Jaime del Burgo, declaró lo siguiente:

El señor DEL BURGO TAJADURA: …Los detonadores no huelen, no significan nada para los perros. Pero, ¿cómo es posible que el perro no oliera la existencia de este extremo de un cartucho de dinamita o culote, como también se ha dicho, de un cartucho de dinamita?

El señor POLICÍA DE LA UNIDAD DE GUÍAS CANINOS DE LA JEFATURA SUPERIOR DE POLICÍA DE MADRID (Alemán Belizón): Depende de cómo eso esté envasado. Si está metido en una bolsa azul, como usted dice, si no salen partículas olorosas, el perro no lo huele, pero siempre que hayan una mínima salida de olores, el perro la huele. A eso hay que añadirle que el perro estuvo toda la mañana haciendo muchas requisas, porque esa mañana hubo muchas requisas, dada la entidad de las cosas, todo eso unido a que es, como usted dice, una mínima parte de explosivo, es más difícil que salgan olores y, si no salen, el perro no los puede identificar.

El propio Jaime del Burgo -más tarde azote de la Versión oficial-, en la misma sesión, pareció sentirse especialmente convencido de la improbabilidad de la detección de los explosivos en este caso concreto (Pg 60):

El señor DEL BURGO TAJADURA: …yo —que soy un ignorante en muchas cuestiones, y desde luego en esta, pues no tengo ni idea de lo que es un cartucho ni un culote de cartucho ni nada de eso—, me he preocupado de saber qué era esto. He preguntado a un experto y me ha dicho: Eso es una cosa insignificante, pequeñísima. Eso estaba dentro de una bolsa de plástico de las que se usan para la basura. Una de las funciones de la bolsa de basura no es sólo recoger la basura, sino además evitar que huela. Mi pregunta es: ¿El perro podía tener tal olfato como para poder llegar a oler esa minúscula cosa, que no era un explosivo, que además estaba debajo del asiento?

Hay muchas experiencias previas documentadas de que los perros no son infalibles. Sin ir más lejos, en Zarautz, en Enero de 2001, los perros entrenados pasaron por alto una bomba con cuatro kg de explosivos; en la Plaza de Colón, en octubre de 2001, una unidad de perros no fue capaz de detectar 30 kg de explosivos, nada menos. Otro caso de fallo de los perros sucedió en la Av. de Palomeras,. de Madrid, en diciembre de 2005; y, en general, también existen pruebas científicas de que, en presencia de una baja cantidad de explosivos, las tasas de acierto del perro disminuyen drásticamente. En el artículo que cita Elkoko se habla de sólo un 25 % de detecciones para 1 gr de Nitroglicerina. Y si lo que queremos son instituciones oficiales fiables, aquí tenemos un informe de Enero de 2007 sobre la seguridad del Programa de Detección Canina en distintas dependencias del Departamento de Energía de EEUU: 50 % de fallos en la Inspección, perros que fallan en su primera detección… Está claro que los hechos no permiten afirmar que los perros son infalibles.

De hecho, tan acreditado está que los perros cometen errores, que  los test que se realizan a los perros para certificar su capacidad no les exigen un 100 % de aciertos, como la Policía de Virginia,  o realiza las pruebas con cantidades muy superiores a los 2-3 gramos de la Furgoneta Kangoo: 226 gramos el Gobierno Federal USA,  113 gramos la National Narcotic Detector Dog Association o la Airport Law Enforcement Agencies Network.

En definitiva, cualquiera puede hacer un búsqueda y comprobar que los perros se acreditan para la localización de cantidades de explosivo mucho mayores que 3 gramos. Por cierto, también puede comprobarse en las distintas pruebas de acreditación que si el perro marca un lugar en el que ya no hay explosivo  se considera como un error.

Finalmente, en lo que se refiere a este apartado, NO ES CIERTO que investigaciones periodísticas, ni de ninguna otra clase, hayan demostrado que se falsificó la hora oficial de entrada a Canillas ni que la furgoneta estuviese una hora perdida.

La realidad parece ser más sencilla: en una de las páginas del Sumario, -Tomo 7, folio 1600- entre más de cien mil folios, aparece una fotocopia de un informe TEDAX que dice: “Sobre las 14:30 horas del día 11 de marzo se inspeccionó en instalaciones de la Unidad Central de Desactivación de Explosivos y NBQ, la furgoneta…”.  En el Auto de Procesamiento, copian el error: “Sobre las 14:30 horas del día 11 de marzo, durante la inspección ocular de la furgoneta RENAULT KANGOO, de color blanco y matrícula 0576 BRX, que realizaban miembros de la Comisaría Científica, fue requerida la intervención de TEDAX de la UCDE y NRBQ, ante la presencia de un objeto sospechoso…”.

Pero todas las demás referencias del sumario son unánimes: La furgoneta entró sobre las 15’30, que es la hora del Registro de Entrada. En los sucesivos Autos del Juez instructor de Julio de 2004, febrero de 2005 y finalizando con el Auto de Procesamiento (Pg 133 y 147), se recoge este dato. También lo confirman las declaraciones juradas de los Policías que recibieron la furgoneta, los funcionarios con número de carnet 75036 y 59151 (que no declaró en el juicio, pero cuya declaración, como la de su compañero, vienen reflejadas en el informe 57-IT-04, en el folio 5986 y ss del tomo 22 del Sumario).

También existen pruebas indirectas, ya que decenas de personas fueron testigos de la salida de la furgoneta de Alcalá de Henares sobre las 14’15 H. Cualquier planificador de ruta (ViaMichelín, TomTom, etc) da una distancia de 31 a 32 km entre la calle Infantado de Alcalá de Henares y la Gran Vía De Hortaleza s/n (Complejo de Canillas); realizar ese trayecto en 15 minutos, como propone Del Pino, exige que el vehículo grúa -arrastrando un turismo furgoneta sospechosa de albergar explosivos, no se olvide- desarrolle una velocidad media próxima a los 120 km/h. La velocidad máxima permitida en 2004 para vehículos grúa remolcando a otros vehículos por autovías y autopistas era de 90 km/h.

Pero es que, además, el estado de las carreteras y autovías próximas a Madrid no permitían, aquella mañana, ninguna alegría automovilística. La «Operación Jaula» colapsó todos los accesos y salidas de Madrid, como reconoce el propio diario «El Mundo«:

RENFE suspende el tráfico en todas las líneas con origen o destino a Madrid; también se cortan algunas líneas de Metro; se activa la Operación ‘Jaula’…

El centro y los accesos y salidas de la capital están durante horas colapsados.

Todos los carriles de circulación estaban ocupados, y los vehículos policiales tenían, muchas veces, que invadir el arcén, como declaró Luis Garrudo ante la Comisión de Investigación:

Hice un trayecto largo de Alcalá a Madrid, estaban las carreteras tan imposibles que había que ir por los arcenes…

Sin embargo, la mayor prueba de la falsedad de las afirmaciones de Luis del Pino es que nadie, durante el juicio, hizo referencia a esas «informaciones periodísticas«, esa «supuesta falsificación del Registro de Entrada» o esa «manipulación de pruebas«, si bien Del Pino ya había enunciado su «Enigma nº 31» varios meses antes de la apertura del juicio, y había presentado ante sus fieles a bombo y platillo un supuesto testigo, el propio conductor de la grúa que viajó a Canillas. Según Del Pino, el testigo le contó que llegó a Madrid sobre las 14’35 H, e incluso, al parecer, le facilitó acceso a albaranes que demostraban la vuelta a la base de la grúa a las 15’15 H, pero de estas pruebas nunca se supo nada. Ni se presentaron, ni nadie habló de ellas en el juicio .

Claro que, también es verdad que si el amigo de Del Pino suele circular con su vehículo a más de ciento veinte km/h mientras arrastra cargas potencialmente explosivas por los arcenes de una ciudad de varios millones de habitantes, puede encontrarse en cualquier punto del universo. Y más allá.

 

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15. ¿Por qué sabemos que la mochila-bomba de Vallecas es falsa?

Luis del Pino dice:

Por múltiples motivos. Entre otros:  (1) Porque no apareció en ningún tren, sino en una comisaría, sin que nadie la haya visto durante el trayecto desde las estaciones.(2) Porque se trata de una bomba que estaba preparada para no explotar, ya que tenía dos cables sueltos y utilizaba como iniciador un modelo de teléfono móvil que no daba ni la mitad de la corriente que necesita para estallar el modelo concreto de detonador utilizado. (3) Porque en esa mochila había clavos y tornillos como metralla, y en ninguna de las autopsias de las 193 víctimas mortales del 11-M aparecieron clavos ni tornillos, así que es imposible que los artefactos de los trenes fueran como la mochila de Vallecas.

Respuesta:

 Todo lo que dice Luis del Pino ES FALSO.

1) Con anterioridad hemos tenido ocasión de referirnos al exhaustivo control que el Juez Del Olmo realizó sobre el periplo de los objetos de la Estación de El Pozo, entre los que posteriormente aparecería la mochila con el explosivo, hasta concluir que la cadena de custodia se conservó. Puede consultarse sus investigaciones en el Auto de Procesamiento, páginas 57 a 71, y también puede comprobarse que la cadena de custodia fue refrendada por la Audiencia Nacional (pg 514) y por el Tribunal Supremo (pg 637 y 638), donde, además, añade párrafos de la cosecha del Alto Tribunal que parecen dedicados a nuestro mentiroso de cabecera:

…en la sentencia se describe minuciosamente el resultado de las pruebas, esencialmente testificales, relativas al hallazgo de dicha mochila dentro de una de las bolsas grandes de plástico en las que, previamente, se habían introducido los efectos recogidos en la estación de El Pozo tras la explosión en el tren. En cualquiera de los casos, la vinculación de, al menos, algunos de los ocupantes del piso de Leganés, donde se encontró dinamita, envoltorios de dinamita y detonadores procedentes de Mina Conchita, con los atentados del 11 de marzo resulta también de los hallazgos efectuados en el desescombro del mencionado piso, concreta y especialmente, los referidos a las cintas conteniendo las grabaciones de los comunicados reivindicando la autoría de los referidos hechos. Efectivamente, el contenido de la mochila permite conducir la investigación en un determinado sentido, pero la prueba resulta además de otros datos independientes de aquél.

2)- La bomba presentaba extremos de los cables no encintados, y dos de dichos extremos (que debían ir unidos, por lo tanto, es un cable, y no dos, como dice Luis del Pino) no hacían contacto; sin embargo, no es posible saber cuándo se soltaron, pudiendo haber ocurrido este hecho, incluso, durante su traslado al parque Azorín. Precisamente, no se puede dejar «una bomba preparada para no estallar» con dos extremos próximos sueltos, pues no hay garantía de que no establezcan contacto. Consecuente con esto, y tras encargar un informe que puede encontrarse en la página 131 del Auto de Procesamiento, el juez Del Olmo declaraba en su Auto:

…no se puede establecer, como única hipótesis, que la causa de que el artefacto no explosionase a las 07:40 horas del día 11 de marzo, fuese la desconexión de uno de los cables del detonador. La radiografía no indicaba la causa del fallo en la activación del artefacto, sino el estado del mismo en el momento en el que fue realizada.

Mayor información sobre la bomba, la maraña de cables, y la radiografía, puede encontrarse en nuestro artículo «Una madeja enmarañada«.

Asímismo, también ES MENTIRA que el teléfono móvil no diera energía de iniciación. El Auto de Procesamiento recoge en su página 89 las pruebas realizadas al efecto por los TEDAX:

Al objeto de comprobar el funcionamiento del teléfono móvil como sistema de activación, se realizaron varias pruebas, con resultado satisfactorio, en el sentido de que en las siete ocasiones en que se le conectó un detonador, de las mismas características eléctricas que el que incorporaba el artefacto, se produjo su iniciación al alcanzarse la hora programada en la alarma del teléfono.

Y el propio Del Pino lo reconoció en Libertad Digital. La página original tiempo ha que desapareció de Internet, pero para su vergüenza puede consultarse aquí:

De hecho, el valor de corriente que hemos medido en las pruebas (en torno a 550 mA) es suficientemente elevado como para que en la mayoría de los casos el detonador pueda llegar a explotar (y de hecho así parece que sucedió en las pruebas realizadas por los Tedax)…

3)- La no existencia de metralla en las bombas que causaron la masacre es una de las mentiras más repugnantes de esta serie, por negar las heridas que muchas de las víctimas presentaban, dando fe de ellas con su sangre. Tanto que, tras comenzar Del Pino y otros ilustres conspiracionistas afirmando que no hubo metralla ni en los heridos ni en los cadáveres, han tenido que dar marcha atrás ante las protestas de los heridos para terminar en la curiosa afirmación de que «en ninguna de las autopsias de las 193 víctimas mortales» aparecieron restos de metralla.

No hay que insistir mucho en lo ridículo de la argumentación, pues si de algo cabe duda es de que las mismas bombas que mataron a 193 personas hirieron a casi 2000. Y podemos comprobar que existió metralla tanto en los heridos, como en los cadáveres, como en los vagones de los trenes en múltiples artículos periodísticos, científicos y testimonios de víctimas, algunos de los cuales fueron recopilados por Mangeclaus aquí

La explicación de que en los informes oficiales de autopsias no aparezca específicamente la presencia de metralla en los cadáveres es que su búsqueda y consignación por escrito no constituía ni siquiera una prioridad menor para los forenses, cuya labor estaba centrada en la identificación, como declaró la Dra Baladía, Directora por entonces del instituto Anatómico Forense, y cuyo testimonio usó precisamente Luis del Pino tres años después en algunos puntos, entre ellos la supuesta ausencia de metralla:

“Digo esto porque, una vez que los médicos forenses sabíamos el lugar y contamos con todos los medios para realizar nuestro trabajo, para el médico-forense el objetivo primordial, irrenunciable, es la identificación de los cadáveres. Los médicos-forenses sabemos que si se falla en ese proceso, las consecuencias van a ser casi irreparables.”

“A mí me preocupaba muchísimo la identificación. Vuelvo a repetir que para todos los forenses la identificación de los cadáveres es algo fundamental.”

Puede encontrarse más datos la FALSEDAD de las manifestaciones de Luis Del Pino en este artículo, donde observaremos la deriva de sus afirmaciones: primero no había metralla, luego no había metralla de origen terrorista, para terminar afirmando que no había metralla en los cadáveres.

Pero terminemos  consultando la página 120 y 122 del Auto de Procesamiento, donde encontraremos un informe donde se demuestra la presencia de metralla en todos ellos y lo que es más importante, que los distintos elementos que la componen también aparecen en la mochila número 13. Es decir, este informe establece la presencia de metralla en todos los focos y además relaciona de manera directa la bomba encontrada en la comisaría de Vallecas con las otras 12 a través de los clavos y tornillos que todas ellas contenían.

Y colorín colorado, hasta la próxima entrega

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