Titadyn, el eterno retorno (VII) por Rasmo

[Rasmo retoma aquí su esperada serie dedicada al desmontaje de «Titadyn». En algunas ocasiones su trabajo se solapa con el de otros compañeros pero, como podrán comprobar, siempre se aborda desde un inédito punto de vista que concede a los puntos tratados un enfoque novedoso e interesante]

Titadyn, El Eterno Retorno (VII) por Rasmo

Continúa de Tytadyn, el eterno retorno (VIb)

Mencioné en una anterior entrega las tres principales alegaciones que los autores conspiracionistas han basado en la detección de metenamina en ciertas muestras: 1) la relativa a la posible presencia de un explosivo militar; 2) la que imputa una supuesta mentira a Sánchez Manzano al comunicar que las muestras M-2 (Kangoo) y M-4 (mochila de Vallecas) eran semejantes; y, en particular, 3) la que afirma que las muestras M-2 (Kangoo) y M-3 (muestra de cotejo con la M-2 enviada por el laboratorio de los TEDAX) tenían idéntica procedencia (con la sibilina intención de predeterminar los resultados analíticos en la dirección de la Goma 2 ECO y, en consecuencia, producir en última instancia un vuelco electoral).

Tras un amplio excurso, retomo aquí el hilo de la discusión, que habrá de ser particularmente extensa, pues este tercer punto, en realidad, me permitirá abordar y revisar el asunto de la metenamina desde un ángulo muy general, al discutir su presencia y la relación entre determinadas muestras que pretende deducirse de la detección de dicha sustancia.

Ciertamente, no cabe duda de cuán ominosas son las conclusiones que algunos extraen de la presencia de metenamina en diversas muestras. El mismo abogado José María De Pablo, letrado de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, quien designó en su día al perito Iglesias y ahora se querella contra Sánchez Manzano y su subordinada (con la complaciente colaboración como testigo del mencionado autor de “Titadyn”), ya había expuesto un cuadro de inequívoca intriga en su escrito de conclusiones provisionales de 15 de noviembre de 2006. Disculpen la extensión, pero no procede llamarse a engaño al respecto ni andarse con rodeos eufemísticos. El relato conspiracionista debe aprehenderse en todo su esplendor:

[E]n cuanto a la Goma 2 ECO con metenamina encontrada en la furgoneta Renault Kangoo, ya hemos apuntado […] que debió ser colocada en la furgoneta por las mismas personas que aportaron la prueba muestra de Goma 2 ECO con metenamina para los análisis de la policía científica [p. 137]. […] Es muy sorprendente la presencia de metenamina en dos muestras de Goma 2 ECO (la muestra patrón de los TEDAX y la muestra de la furgoneta), a pesar de que la metenamina no es ningún componente de la Goma 2 ECO, sino de ciertos explosivos militares, como el RDX. Pero lo sorprendente se torna en tremendamente sospechoso cuando vemos que, desde el primer momento, el Comisario Jefe de los TEDAX, Sr. SÁNCHEZ MANZANO, pareció tratar de ocultar este hecho [p. 156]. […]

La presencia de metenamina tanto en la furgoneta Renault Kangoo como en la muestra patrón de los TEDAX solo puede deberse a una causa: ambas muestras proceden del mismo lugar, el laboratorio de los TEDAX [p. 157]. […] Si unimos estas consideraciones a lo que ya dijimos […] sobre el hallazgo del explosivo de la Kangoo (que al ser precintada en Alcalá de Henares se encontraba vacía y con un chaleco reflectante amarillo bajo el asiento del copiloto, y que horas después contenía 61 evidencias y una bolsa azul con restos de explosivo bajo el asiento del copiloto, restos de explosivo que los perros no olieron en Alcalá) la conclusión es obvia: alguien preparó un papel parafinado con restos de explosivo (Goma 2 ECO) en el laboratorio de los TEDAX –sin saber que esa Goma 2 ECO estaba contaminada por metenamina–, lo llevó al complejo policial de Canillas al que fue conducida la Kangoo, y lo colocó, dentro de una bolsa de plástico azul, bajo el asiento del copiloto, tras deshacerse del chaleco reflectante amarillo que había bajo aquel asiento. También colocó las 61 evidencias con restos de ADN de árabes hacia los que se quería dirigir la investigación, así como una cinta coránica, y encubrir a los verdaderos autores intelectuales de la masacre. Cuando ese explosivo fue trasladado al laboratorio, esa misma persona –u otro cómplice, con acceso también al laboratorio de los TEDAX– preparó, con el mismo cartucho del que habían salido los restos de explosivos que se introdujeron bajo el asiento de la Kangoo, la muestra patrón de Goma 2 ECO que sería enviada a la policía científica, sin saber que esos restos estaban contaminados por metenamina.

Con esta actuación, se conseguía hacer creer al Instructor –y a la opinión pública en vísperas de elecciones–, en primer lugar, que la Kangoo había sido utilizada por los terroristas (por el ADN de las evidencias); en segundo lugar, que esos terroristas eran fundamentalistas islámicos (cinta coránica); y en tercer lugar, que el explosivo empleado en los trenes había sido Goma 2 ECO (al coincidir exactamente el explosivo de la Kangoo con la muestra patrón). Lo que no sabían es que la contaminación por metenamina les iba a delatar [pp. 160-161].

No haré comentarios salvo para indicar lo obvio: si la detección de la referida sustancia obedece a una razón anodina, todo este andamiaje conspirativo se derrumba como un castillo de naipes (por utilizar una expresión tantas veces aplicada a la propia investigación oficial por estas fuentes alternativas).

Y es que, de hecho, la Guardia Civil ya había expuesto sus conclusiones sobre la naturaleza espuria de dicho elemento a mediados de 2005, un mes y medio antes de que comenzaran las primeras salvas al respecto en la prensa aficionada a la astronomía policial (por aquello de los agujeros negros). En efecto, los peritos Z-43731-T y F-37053-V del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil (los mismos que intervendrían en la pericial ordenada en 2007 por el Tribunal de la Audiencia Nacional), elaboraron el Informe nº 1735/Q/05 de 28.6.2005, al que se alude en el escrito de conclusiones de la Fiscalía (pp. 177-178). Dicho escrito hace la siguiente exposición:

Para poder comprobar la existencia de la metenamina, la empresa Unión Española de Explosivos remitió a la G.C. muestras representativas de los distintos componentes que entran a formar parte en la mezcla de la GOMA 2 ECO, así como de la pasta obtenida tras el proceso de fabricación de dicha mezcla explosiva (pasta bruta).

El objeto de dicho informe era averiguar si alguno de los precursores de la GOMA 2 ECO contiene metenamina.

Las conclusiones son las siguientes:

A. En ninguna de las evidencias remitidas, que se corresponden con los reactivos utilizados en la síntesis de la GOMA 2 ECO, encontraron metenamina. Se descartó que alguno de dichos productos pudiera contener metenamina.

B. En los análisis efectuados con la pasta bruta de la GOMA 2 ECO sí se detectó metenamina. Es por ello que la combinación de algunos de los componentes que constituyen el explosivo, utilizando metanol como medio de reacción, da lugar en el cromatógrafo de gases a la metenamina.

C. Los estudios realizados determinaron que dichos compuestos son el nitrato amónico y el nitroglicol. Una vez mezclados, siendo el metanol el medio de reacción y bajo las condiciones de trabajo del cromatógrafo de gases, se produce metenamina.

D. La metenamina se genera “in situ” en el cromatógrafo de gases, descartando contaminación de los precursores en la planta de producción, o de la propia dinamita como consecuencia del almacenaje.

Que en la pasta bruta remitida por el fabricante de Goma 2 ECO aparezca metenamina (como en las muestras M-2 y M-3, entre otras), en análisis efectuados por la G.C. y no por el réprobo Sánchez Manzano, es un hecho que, con independencia de sus causas (y sean o no acertadas las que proponen los peritos en cuestión), debería dar que pensar antes de publicar novelas de enredos policiales paragolpistas. Sin embargo… podría argüirse que lo importante para juzgar el comportamiento de ciertos medios es saber cuándo tuvieron (o pudieron razonablemente tener) conocimiento de este extremo. Será inevitable que me solape hasta cierto punto con algunas de las consideraciones expuestas en el artículo “La mete… ¿qué?” (DL, 16.10.2009).

El referido informe de la GC constaba en las Diligencias Previas 100/04, a cargo de la juez Teresa Palacios y, según nos recuerda Luis del Pino (LD, 30.3.2008):

Las investigaciones sobre el intento de atentado contra el AVE han estado envueltas, desde el principio, en el más absoluto oscurantismo. A diferencia del episodio de Leganés, que fue incorporado al sumario principal del 11-M en septiembre de 2004, el atentado contra el AVE continuó siendo instruido por el juzgado de Teresa Palacios como caso completamente independiente, y nunca llegó a pasar de la fase de Diligencias Previas.

En efecto, el auto de procesamiento del juez Del Olmo no incluye ninguna referencia a este informe. ¿Lo conocían con anterioridad en las redacciones de El Mundo y allegados? Está claro que, ya en el momento de escribir sus artículos sobre las tremebundas implicaciones de la metenamina, los correspondientes periodistas estaban al tanto de la existencia de esas diligencias previas, aunque ignoraran su contenido. Y tanto Fernando Múgica en El Mundo (12.8.2005) como Luis del Pino en Libertad Digital (10.8.2005), en sus artículos seminales sobre la cuestión que nos ocupa, eran perfectamente conscientes del interés de la Guardia Civil por el asunto de la metenamina, pues fueron sus peritos los que examinaron el explosivo de la vía del AVE. Sin embargo, parece que la información publicada por estos periodistas se extrae de los datos que sí constan en el propio sumario y/o en el auto del juez instructor, de modo que no tenemos motivos para dudar que, en efecto, el tantas veces mentado informe de junio de 2005 les fuera desconocido en agosto de ese mismo año.

Diríase, pues, que hubo de esperarse al escrito de conclusiones provisionales de la Fiscalía, de 7 de noviembre de 2006, para saber que, más de un año antes, la Guardia Civil había explicado ya la aparición de la metenamina como un mero “artefacto” analítico. Así, el Mundo anunció el contenido del escrito de la Fiscalía el día antes de que éste fuera entregado al tribunal enjuiciador. Concretamente, el 6 de noviembre de 2006, Manuel Marraco escribía:

El escrito fiscal ofrece una explicación novedosa a la aparición de la metenamina […]. Inicialmente los expertos explicaron que se había producido una contaminación de ambas muestras. En la calificación provisional, la Fiscalía subraya que la metenamina puede generarse al mezclar dos componentes de la Goma 2 ECO (nitrato amónico y nitroglicol) con el metanol en el cromatógrafo de gases, empleado para realizar los análisis. Así consta en un informe de la Guardia Civil relacionado con el intento de atentado contra el AVE.

Aunque esta consideración cronológica fuera cierta (y, por tanto, “exculpatoria”), El Mundo no abandonó, ni siquiera después de esta fecha (noviembre de 2006), su relato fantástico sobre la metenamina y, en las muy escasas ocasiones en que aludió siquiera al informe que nos ocupa, siempre lo hizo en términos desaprobatorios. Por ejemplo, al día siguiente de hacerse público el escrito de calificaciones de la fiscalía, el editorial de El Mundo opinaba (8.11.06):

Hay también explicaciones increíbles y afirmaciones contradictorias que revelan el escaso fundamento de la investigación de la Fiscalía. Dice, por ejemplo, que la metenamina hallada en la dinamita de la Kangoo -y en la muestra patrón- fue fruto de «una reacción química» en el laboratorio de la Policía.

Este aspecto se trata asimismo en el antes citado artículo de Desiertos Lejanos.

Pero resulta que, pese a las apariencias, El Mundo sí conoció o debió haber conocido esta “explicación novedosa” en fechas anteriores. Recordemos que el día 11 de julio de 2006 dicho diario inició su briosa campaña sobre los explosivos con la célebre portada según la cual “El explosivo que estalló el 11-M fue distinto del que tenían los islamistas”, basándose en la confusión de Sánchez Manzano con la nitroglicerina en su declaración ante la Comisión del 11-M. Tendremos ocasión de tratar este punto en detalle más adelante. El caso es que, ese mismo día 11 de julio, la Fiscalía emitió una nota para salir al paso de tal información. Aunque dicho escrito se centraba en desmentir el dato de la nitroglicerina, hacía también una breve referencia a la metenamina. De dicha nota se hizo eco al día siguiente (12.7.2007) El Mundo, en un artículo firmado precisamente por Manuel Marraco, el mismo que, como hemos visto, daría cuenta meses más tarde del escrito de calificaciones del Ministerio Fiscal. No pierdan detalle:

En una nota difundida ayer [11.7.2006], el Ministerio Público afirma que «no es cierto que el explosivo que estalló el 11-M fue distinto del que tenían los islamistas», como informó este diario el martes. […] El último punto del escrito de la Fiscalía también aporta una novedosa explicación a la aparición y posterior desaparición en los análisis de otro elemento extraño a la Goma 2 ECO: la metenamina, un componente empleado en los explosivos de tipo militar. […] Ayer, la Fiscalía añadió que, según otro informe pericial, «su aparición se produce» en dos circunstancias: «Al mezclar algunos componentes de la Goma 2 ECO (nitrato amónico y nitroglicol) y al utilizar el metanol como medio de reacción en el cromatógrafo de gases en la propia labor analítica de los expertos». La nota concluye afirmando que, «en todo caso», la metenamina, «no es una sustancia explosiva».

Estamos hablando del 12 de julio de 2006. Y el periodista de El Mundo considera en noviembre “novedosa” una explicación de la que él mismo dio noticia casi cuatro meses antes, con idéntico calificativo. Durante ese intervalo, como ocurriera incluso después de hacerse público el escrito de calificaciones de la fiscalía, el periódico de Pedro Jota siguió, no obstante, difundiendo sus teorías sobre la metenamina sin el menor reparo. Por ejemplo: el artículo de CGA de 25.7.2006; otro, de 31.7.2006, firmado por el mismo Manuel Marraco (que, curiosamente, vuelve a incidir en la idea de que fue la Guardia Civil quien puso al juez Del Olmo “en la pista” de la metenamina); el de 1.9.2006, donde a las sospechas habituales se añade que “el misterio de la metenamina sigue estando pendiente de aclaración” (las mismas observaciones, con idéntica redacción, se hacen incluso en un artículo de 11.2.2007); el editorial de 20.7.2006, poco amablemente titulado “Manzano debe ser destituido”; el artículo de 30.7.2006, para el que “la presencia de metenamina en la muestra patrón y en la Kangoo refleja «incompetencia flagrante o mala fe», según los expertos”; el de 20.7.2006, de CGA; etc. En este sentido, resulta especialmente interesante el artículo del propio P. J. Ramírez, de 23.7.2006:

Que nadie se me pierda porque lo de la metenamina es capital para demostrar el dolo, la intencionalidad aviesa con que, a juzgar por todos los indicios, el jefe de los Tedax trató de predeterminar el resultado de los análisis de los explosivos. No siendo tampoco un componente de la Goma 2 ECO, su detección tanto en los restos de papel parafinado, supuestamente encontrados en la Kangoo, como en la muestra patrón significativamente enviada para su cotejo al laboratorio, sólo se explica si ambas habían salido del mismo tarro […].

Que alguien nos dé otra explicación alternativa. En las altas esferas del Ministerio del Interior se barajó, al parecer, la conveniencia de divulgar la hipótesis de que la contaminación se hubiera producido en el propio laboratorio, durante las pruebas de cromatografía que forman parte de los análisis.

Cuando el director de El Mundo pide otra explicación alternativa a su teoría de la manipulación, parece no haber leído la noticia de su propio periódico en la que se recoge dicha explicación por parte de la fiscalía. Y cuando habla de la hipótesis de la contaminación durante las pruebas de cromatografía como de una historia que se “barajó” divulgar y no como de la explicación que, de hecho, se había adelantado doce días antes, cabe preguntarse con qué legitimidad un grupo tan aparentemente despistado de juntaletras se permite criminalizar con saña los supuestos errores ajenos. Entiéndase bien. No exijo poderes paranormales a ningún periodista, ni la capacidad de predecir lo que se conocerá en algún futuro indeterminado. Lo que exijo es, en primer lugar, que se lean su propio periódico y, seguidamente, una mínima diligencia, la misma que aplican para rejonear a la versión oficial y a sus representantes de turno, escarbando en el menor detalle y removiendo cielo y tierra para hacerse con tal o cual documento, aun siendo secreto de sumario. Es, al fin y al cabo, El Mundo el que presume de ser el diario que publica lo que los demás no publican (EM, 25.7.2009), el que se ufana de su periodismo de investigación (EM, 23.10.2006), de su búsqueda incansable, empecinada y obsesiva de la verdad del 11-M (EM, 13.11.2004; EM, 25.5.2005; editorial, EM, 12.3.2007), que constituye una investigación tenaz, abierta, multidireccional (PJ, EM, 25.2.2007) y sin prejuicios (PJ, EM, 15.4.07; CGA, EM, 2.4.07, in fine).

Pues bien, la nota de la fiscalía de 11 de julio de 2006 podía no ser muy explícita. Pero, sin duda, contenía una clarísima indicación: un informe pericial había dictaminado que la metenamina se formaba en el propio cromatógrafo. Estamos hablando de periodistas que han exigido de todos los poderes públicos, con su conocida y enojosa impertinencia, la entrega, aclaración o confirmación perentoria de cualquier documento o dato, o la continuación de cualquier línea investigadora que han considerado útil para el esclarecimiento (su esclarecimiento) del 11-M, con la correspondiente admonición, en caso contrario, de estar encubriendo siniestras complicidades o entorpeciendo su abnegada labor (como muestra: “Ni la fiscal ni el Congreso quieren esclarecer el 11-M”, editorial, EM, 20.9.2006; “El Gobierno tiene que aclarar la contradicción de la nitroglicerina”, EM, editorial, 13.7.2006). Lo esperable, por tanto, habría sido un equivalente esfuerzo (la mitad habría bastado) por hacerse con ese curioso informe al que ya aludía la Fiscalía el 11 de julio de 2006. Una Fiscalía que, en otras circunstancias, probablemente habría recibido docenas de llamadas y peticiones de la redacción para que se le comunicaran los datos del documento que sugería una respuesta a ese gran “misterio pendiente de aclaración”. Lo contrario, lejos de ser muestra de ecuanimidad y ponderación informativa, engalanada con seriedad y rigor inquisitivos, no es otra cosa que una muestra más del comportamiento sesgado tantas veces estudiado por la psicología social bajo la denominación de “razonamiento motivado”: los procesos de juicio se adaptan a la necesidad o deseo previos, ignorando lo que no conviene y, en este caso, omitiendo seguir una vía indagatoria por la que, presumiblemente, se encontrará información desfavorable.

Obsérvese además el flagrante doble rasero que este episodio pone de manifiesto. Durante años, la prensa conspiracionista ha abierto portadas y pregonado artículos denunciando con gran aspaviento que tal o cual agente u organismo policial (en particular, Sánchez Manzano) había “ocultado” tal o cual dato, invariablemente calificado de “clave” [sin ir más lejos, recientemente le tocaba a la Audiencia Nacional soportar en portada la estrambótica acusación de estar reteniendo una prueba… lo han adivinado, “clave”, supuestamente desfavorable a Sánchez Manzano (EM, 22.10.2009), a cuenta de las grabaciones de la pericial de explosivos]. Sin embargo, aquí tenemos una información, sin duda fundamental, que aparentemente no se dio a conocer al público (¡ni siquiera al juez instructor!) hasta dieciséis meses más tarde y que, de haberse comunicado abiertamente en su momento, habría podido acallar las cavilaciones conspirativas sobre la metenamina aun antes de que éstas comenzaran (recordemos que el informe de la Guardia Civil es de junio de 2005 y los artículos primigenios de Múgica y Del Pino en cuestión de metenamina datan de agosto de ese año). Si hubiera ocurrido a la inversa, es decir, si se hubiera tratado de la omisión de un dato que alentara las suspicacias de los de siempre, es fácilmente imaginable la algarabía mediática que nos habría invadido durante meses o incluso años (basta recordar los episodios de la mochila “en poder” de Sánchez Manzano o de la radiografía de la bomba). Pero, como se trata de una información en principio favorable a las tesis oficialistas, aquí paz y después gloria. Debe de ser que “investigar sin prejuicios” no significa necesariamente publicar sin prejuicios.

Por su parte, el Sr. Iglesias menciona en “Titadyn” (en las Partes I y IV) este célebre informe de la Guardia Civil, frente al que, como cabía imaginar, formula diversas objeciones para tratar de cuestionar su validez. Obviamente. Repito: si la metenamina es un simple artefacto… se acabó el negocio. Así, en la parte IV de su libro, el perito de marras señala:

El Servicio de Criminalística de la Guardia Civil se centró en un estudio empírico que concluyó postulando que la metenamina se debía producir en el inyector del cromatógrafo de gases utilizado. Así, ignoraba de entrada las tres posibilidades expuestas que cabía plantearse en buena lógica y de forma objetiva:

a) Que en el lugar de almacenamiento de estas muestras había exógeno, RDX.

b) Que además habían estado almacenadas en el mismo lugar.

c) Que ambas procedían del mismo cartucho.

¿Por qué subrayo “estas muestras” y “ambas”? Porque aquí el Sr. Iglesias, a la hora de ofrecer sus intrigantes consideraciones, se centra concreta y limitadamente en las “deducciones que planteaba la presencia anómala de metenamina en las muestras que no llegaron a explosionar: M-2 (Kangoo) y M-3 (patrón de Goma 2 ECO aportada por Sánchez Manzano)”.

Hay algo que empieza a no encajar inmediatamente: la Guardia Civil ha encontrado metenamina en el explosivo del AVE y también en la “pasta bruta” remitida por el fabricante de la Goma 2 ECO, pero, según Iglesias, las conclusiones sobre la metenamina se predican en este punto exclusivamente de las muestras M-2 y M-3… Extraño.

Concretamente, la posibilidad a), la presencia de hexógeno en el lugar de almacenamiento de la M-2 y M-3, se ha discutido ampliamente con anterioridad: ¿cómo es que se encuentra la metenamina, precursora del hexógeno, pero no el propio hexógeno? Por otro lado, que la metenamina se detecte en una pasta bruta remitida directamente de la fábrica, donde consta que no se almacena hexógeno, hace que esa “buena lógica”, parezca no tan buena.

En segundo lugar, la posibilidad b), en una de esas frecuentes situaciones casi hilarantes, queda rebatida por el propio coautor de “Titadyn” en el prólogo. En efecto, afirma Casimiro G. Abadillo que esta

…hipótesis hay que descartarla de plano, ya que la muestra de la Kangoo se llevó directamente al laboratorio de la Policía Científica tras ser encontrada en la Renault Kangoo, mientras que la muestra patrón provenía del almacén de los Tedax.

En cuanto a la tercera… pensemos un poco. La Guardia Civil detecta metenamina en el exlosivo hallado en la vía del AVE y en la pasta bruta procedente de fábrica, y lo que deben pensar, “en buena lógica y de forma objetiva”, es que eso no hace más inverosímil que la M-2 y la M-3 procedan del mismo cartucho. Nada menos. Volveremos sobre este punto reiteradamente más adelante.

Prosigue el Sr. Iglesias su reseña de la investigación de la Guadia Civil:

De esta manera comunicó sus conclusiones al Ministerio Fiscal, que las asumió sin más. Conclusiones que, como ya hemos señalado anteriormente, nos parece que constituyen en realidad una hipótesis, cuando menos, muy arriesgada.

Una hipótesis mucho menos arriesgada, evidentemente, que acusar de falsificación de pruebas a un alto cargo policial en el mayor crimen terrorista de nuestra historia, basándose en una sustancia que se encuentra, como veremos, casi por todas partes.

Continúa el perito:

Las fuertes reticencias que tal hipótesis había levantando en diversos sectores de opinión motivó que el juez Gómez Bermúdez ordenara en esta prueba pericial [la efectuada en 2007] la realización de un experimento científico destinado a estudiar “la posibilidad de que las trazas de metenamina encontradas en algunas muestras previamente analizadas pudieran haber sido generadas en el portal de inyección del cromatógrafo de gases acoplado al espectrómetro de masas empleado en la analítica”.

Observamos una vez más la enésima versión de la historia según la cual Gómez Bermúdez ordenó la pericial de explosivos de 2007 porque de algún modo tenía la mosca detrás de la oreja. Que él mismo no se creía la versión oficial, poco más o menos.

Esto se ha rebatido infinidad de veces y habrá que volver a discutirlo. En efecto, en su auto de señalamiento de 23 de enero de 2007 (donde se dispone la realización de la pericial en la que participó el Sr. Iglesias), el tribunal presidido por Gómez Bermúdez puso buen cuidado en indicar que las dudas sobre los explosivos eran “dudas que han sido puestas de manifiesto por varias partes en sus escritos de calificación”, no expresadas motu proprio por el órgano jurisdiccional. Y ello tras aclarar que “la admisión de la prueba propuesta en la forma que se dirá aparece como indiscutible al haber sido solicitada por una de las defensas”. Repitamos igualmente lo que dijo uno de los autores de esta resolución, el magistrado Guevara, integrante del tribunal: “De lo que ha tratado el tribunal es de preservar el derecho de defensa. […] No se está cuestionando ni la instrucción sumarial ni cualquier investigación” (11.2.07).

Por otro lado, resulta interesante la referencia del Sr. Iglesias a las “fuertes reticencias” en “diversos sectores de opinión”. Dicho así, podría creerse que esos “sectores de opinión” habían desarrollado una labor crítica en la que se rebatían fundadamente los presupuestos químicos y lógicos de la pretendida explicación sobre la aparición de la metenamina. Que se había producido algún tipo de debate siguiendo las pautas de esa “ciencia” que no se cansan de invocar. Y, sin embargo… salvo inadvertencia por mi parte, El Mundo no publicó una sola refutación química, un solo razonamiento que permitiera impugnar la viabilidad de la explicación perfilada en el informe de la Guardia Civil. Había “reticencias”, sí, pero de otro orden. Lo que el diario empecinado en la búsqueda de la verdad publicó (cuando se dignó a mencionar siquiera tal informe) no fueron sino descalificaciones sumarias y exposiciones equivalentes a un simple “no me lo creo”, posición noblemente académica donde las haya. Y este punto complementa la anterior observación sobre la falta de diligencia y el sectarismo de estos informadores. Porque, evidentemente, no hay por qué creer o estar de acuerdo con todo lo que diga un oponente, para eso están las discusiones y la libertad de opinión. Pero, lo mínimo que se espera de quien se anuncia como un indagador ecuánime es que, al menos, reconozca la existencia de los argumentos contrarios y haga un módico esfuerzo de refutación.

Curiosamente, a menos que me equivoque, las primeras objeciones respecto al indicado informe de la Guardia Civil de 2005 con un tenue viso de carácter científico son las ofrecidas a mediados de 2009 por el propio Iglesias en “Titadyn”, que, a su vez, son análogas a las que ya mantuvo en su día (y también reproduce en su libro) en el marco del informe pericial de mayo de 2007. Lo veremos en próximas entregas.

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