TITADYN, EL ETERNO RETORNO (XVI) por Rasmo

Titadyn, el eterno retorno, XVI por Rasmo

Tras publicar, el 11 de julio de 2006, la “exclusiva” que venimos comentando sobre las declaraciones de Sánchez Manzano y la nitroglicerina, El Mundo inició una campaña de continua presión periodística sobre el asunto, especialmente notable en los días inmediatamente posteriores. En el Prólogo de “Titadyn”, CGA resume en lo esencial los elementos que en su día publicó su periódico, de modo que el comentario de dicho Prólogo a este respecto nos llevará ineludiblemente a repasar una vez más la hemeroteca de El Mundo. Ello nos brindará la oportunidad de examinar de nuevo cómo investigan los auténticos reporteros.

En la página 20 de “Titadyn”, Don Casimiro nos desvela que en los días que siguieron a su pretendida “revelación” el propio Ministro del Interior, A. Pérez Rubalcaba, conversó en diversas ocasiones con el director de El Mundo para tratar de convencer a éste de que las manifestaciones del Sr. Sánchez Manzano no habían sido otra cosa que un simple error. No está mal conocer el dato. Hasta donde yo sé, la información original de El Mundo sólo hablaba en su día de explicaciones oficiosas ofrecidas por “Interior”, “el Ejecutivo”, “el Gobierno”, “fuentes de Interior”… (M. Marraco, EM, 14.7.2006) o, como mucho, “un alto cargo de Interior” (EM, 17.7.2006) o, incluso, “un alto funcionario” (CGA, EM, 17.7.2006). Ahora conocemos que ese “alto cargo” (o “funcionario”) era el más alto cargo. No pasa nada; a lo mejor, el vicedirector de El Mundo habla de episodios distintos. Sigamos.

CGA añade también en esa misma página 20 de “Titadyn”:

Unos días más tarde, el 17 de julio, El País publicó una nota remitida a dicho diario por el propio Sánchez Manzano en la que éste argumentaba su supuesto error: «Se debió a la asociación del citado término con la palabra dinamita, ya que la nitroglicerina está exclusivamente ligada a las dinamitas en general y no a ninguna en concreto, siendo en este contexto explicitado en el que se produjo, es decir, por asociación natural». Desde luego, si algo no tenía el comisario jefe de los Tedax era el don de la palabra.

En realidad, el artículo de El País es de 16 de julio, no de 17 de julio. Y en él se especifica, además, que la nota de Sánchez Manzano es “del pasado jueves”, esto es, del día 13 de julio. El mismo día 13, por tanto, en que, según recogen el editorial de El Mundo del día 14 y un artículo de Manuel Marraco de misma fecha, como acabamos de ver, algún representante de Interior (¿el propio Ministro?) ofreció aclaraciones al periódico El Mundo. Por cierto, este último asunto tiene su gracia y merece una breve digresión.

El día 13 de julio de 2006, El Mundo hizo lo que tan bien se le da: atraer aparatosamente la atención sobre sí mismo, con lenguaje ampuloso y exigiendo respuestas a sus “revelaciones” de forma conminatoria (“El Gobierno tiene que aclarar la contradicción de la nitroglicerina”, Editorial, EM, 13.7.06) y acusatoria (“El Gobierno se niega a aclarar si Manzano dijo la verdad al Congreso”, M. Marraco, EM, 13.7.06). Esa misma mañana, Pedro J. Ramírez, en la tertulia de la COPE (min. 16), también exigía respuestas y mostraba su buena disponibilidad. Faltaría más:

Yo voy a aceptar como en principio verdadera la versión que dé el Gobierno. […] Lo que el Gobierno no puede hacer es seguir permaneciendo en silencio. […] Y yo voy a creer lo que diga el Gobierno.

Como he mencionado, el Gobierno ofreció una respuesta esa misma tarde y El Mundo, evidentemente… no se la creyó (“Una versión oficiosa difícilmente verosímil”, editorial, 14.7.06).

Bien se ve que el ardid, tan del gusto de algunos periodistas y muy ilustrativo, es casi insalvable: si el interpelado hace caso omiso y no brinda a los aspaventeros la atención que reclaman… malo. Como diría Eduardo Zaplana una semana más tarde: “Lo que se consigue callando ante tal aluvión de evidencias es que ese silencio pueda interpretarse como sospechoso y cómplice” (EM, 21.7.06). Si, por el contrario, se les responde (en un asunto sub iudice y no necesariamente conocido en todos sus detalles por quien les atiende), cualquier imprecisión o debilidad (tanto real como imaginaria, pues no ha nacido quien les arruine un titular) es pretexto para una nueva sesión de alharacas… y vuelta a empezar.

Bien. Retomando el hilo de mi exposición, decía que el artículo de El País citado por Don Casimiro en el Prólogo no era del día 17, sino del día 16. Esto es una menudencia, claro está, pero el desliz se encuadra en un paisaje mucho más amplio de imprecisiones, que resulta desolador y justifica mi escrutinio. Perdonen la prolijidad, pero la cuestión tiene su miga. El caso es que, por si no hubiera bastado con leerse el artículo original del diario de Prisa para darse cuenta de la fecha correcta, resulta que El Mundo ya hizo en su momento referencia literal a esta explicación de Sánchez Manzano al día siguiente (17 de julio) de publicarse en el citado artículo de El País. En efecto, el diario de Unidad Editorial calificaba entonces de “absurda y surrealista” la explicación ofrecida por el Jefe de los Tedax y especificaba:

Un alto cargo de Interior aseguró el jueves [13 de julio] a EL MUNDO que la explicación a las referencias de Sánchez Manzano a la «nitroglicerina» en su comparecencia parlamentaria radica en que cometió el «error» de «confundir» la parte con el todo […]. Esa misma explicación se publicó ayer [16 de julio] en El País como parte de una supuesta nota que «el pasado jueves [13 de julio] firmó el jefe de los Tedax».

Y se citaba expresamente el mismo pasaje atribuido a Sánchez Manzano que CGA recoge en el Prólogo de “Titadyn” (p. 20) y he reproducido más arriba.

Pero, aun suponiendo que el vicedirector de El Mundo tampoco hubiera encontrado un momento para leer lo que escribían entonces sus propios compañeros de redacción, para salir de su error le habría bastado… ¡con leerse a sí mismo! Y es que, en efecto, también el 17 de julio de 2006, él y no otro firmó un artículo en el que se aludía a la tantas veces mentada explicación:

El País publicó ayer [16 de julio] una nota del propio Sánchez Manzano, emitida el pasado jueves [13 de julio] […], en la que el comisario jefe se autoexculpa: «Se debió a la asociación del citado término con la palabra dinamita, ya que la nitroglicerina está exclusivamente ligada a las dinamitas en general y no a ninguna en concreto, siendo en este contexto explicitado en el que se produjo, es decir, por asociación natural».

Parece obvio que Don Casimiro no está para cuestiones de detalle y que no gusta de leer lo que él mismo escribe (la verdad es que casi lo comprendo: yo sólo me obligo a hacerlo por interés sociológico).

Gracias a la amable aportación de Holley, la referida nota de Sánchez Manzano puede consultarse en este enlace. Hay dos aspectos que enseguida llaman la atención y no hacen sino ofrecer nuevos ejemplos de hasta qué punto algunos directivos de El Mundo parecen genéticamente incapacitados para hacer una exposición fiel de los hechos. Para empezar, no hay nada en la nota que sugiera que el entonces Jefe de los Tedax se estuviera dirigiendo en exclusiva a El País como, con cierta malicia, sostiene CGA en el Prólogo de “Titadyn” (y tal como pareció insinuar en su día el editorial de El Mundo del día 17 de julio de 2006). De hecho, y muy reveladoramente, el mismo Pedro J. Ramírez, en la tertulia radiofónica de la COPE de 18 de julio de 2006 aludía explícitamente a la explicación que…

…el propio […] jefe de los Tedax […] envía al juzgado, a la fiscalía y al juzgado. […] Él lo dice, él lo dice en la nota ésta que envió al juzgado, dice: hombre, fue… utilicé la expresión por ‘asociación natural’.

 ¿Acaso lo ignora el vicedirector de El Mundo tres años más tarde? Un detalle menor, sin duda. El segundo punto, en cambio, tiene más enjundia. En efecto, lo más interesante es comprobar que Don Casimiro no puede resistir la tentación de meter mano a toda cita que pretende hacer pasar por literal. Obsérvese que, donde Sánchez Manzano escribe que “la nitroglicerina es histórica y universalmente asociada a las dinamitas en general”, el vicedirector de El Mundo refiere “está exclusivamente ligada a las dinamitas en general”. Es decir, la explicación que CGA pone artificialmente en boca de Sánchez Manzano es más dudosa y discutible (“exclusivamente”) que la que éste en verdad puso por escrito (“histórica y universalmente”) [aquí el Sr. García Abadillo no puede refugiarse en un supuesto error ajeno, aunque el artículo de El País tampoco reprodujera con total exactitud la cita de Sánchez Manzano – el diario de Prisa dice sólo “universalmente” y no “histórica y universalmente” –].

Aunque no podamos tener la certeza absoluta, parece razonable suponer que el Ministerio del Interior ofreció a El Mundo aclaraciones ese mismo día 13 sobre la base de la nota de Sánchez Manzano. Tal vez por ese origen más o menos conjunto, este periódico señalaba el 17 de julio, como hemos visto, respecto a la información facilitada por el Gobierno, que “esa misma explicación se publicó ayer en El País como parte de una supuesta nota que «el pasado jueves firmó el jefe de los Tedax»”. Igualmente, el editorial de 17 de julio de El Mundo critica la “explicación […] que Interior, y al parecer el propio Manzano, están manejando para justificar su «error»”.

Pues bien, el artículo de El País sólo recoge la explicación de Sánchez Manzano referida a la “asociación natural” entre dinamita y nitroglicerina. Pero el caso es que las explicaciones de Interior al diario de Don Casimiro, tal como dicho periódico las describió en su momento, contenían al menos otra interpretación sobre la confusión, referida concretamente a la respuesta dada por Sánchez Manzano a preguntas del Sr. Del Burgo. Se trata de una explicación según la cual, al decir que en ocasiones se encuentran restos de nitroglicerina, el jefe de los Tedax estaba hablando de lo que sucede habitualmente en los atentados, no del caso concreto del 11 de Marzo. Más adelante observaremos que aquí se produce una notable divergencia entre los datos de hecho que cabe extraer de los artículos “de información” publicados por El Mundo en su día y los mismos hechos contenidos en los correspondientes comentarios editoriales. La supuesta información y la declarada opinión van en direcciones distintas, porque, para exponerlo de manera concisa, la primera recoge siguiera implícitamente la simultánea doble vía argumental, mientras que la segunda se pronuncia siempre como si en cada momento únicamente existiera una sola (aunque cambiante y caprichosa) explicación oficial u oficiosa. Enseguida quedará más claro este punto.

Sea como fuere, sobre esta explicación dual (asociación de palabras y referencia genérica), CGA expresa cierta mofa característica en su Prólogo. Pero, para abordar los curiosos aspectos de sus críticas, puede ser conveniente referir también, conjuntamente, las que en su día se vertieron desde las páginas de El Mundo. Antes de ello, no obstante, por si alguien se ha perdido entre tanta profusión de referencias, hago una somera recapitulación cronológica de los elementos de hecho básicos hasta ahora expuestos:

El martes 11 de julio de 2006, El Mundo publicó en portada su noticia sobre las declaraciones de Sánchez Manzano en la comisión de investigación y la mención de la nitroglicerina. El jueves día 13, El Mundo y su director exigieron explicaciones del Gobierno. Ese mismo día 13, por lo visto, Sánchez Manzano firmó una nota cuyo contenido, aparentemente, no se hizo público en ese momento; también ese día 13, un representante del Gobierno (posiblemente sobre la base de las explicaciones del jefe de los Tedax) ofreció aclaraciones a El Mundo. El día 16, El País hace una breve referencia a la antedicha nota de Sánchez Manzano, citando uno de sus pasajes. El día 17, El Mundo se hace eco de esta referencia. Cabe añadir que ese mismo día 17, Sánchez Manzano acude a declarar ante el juez Del Olmo en relación con el asunto de la nitroglicerina. Al día siguiente (18 de julio), su declaración es objeto de comentario editorial y artículo de Manuel Marraco en El Mundo.

Pues bien, las maniobras dudosas en el tratamiento informativo de la doble explicación oficial (y ya fuera procedente del Gobierno o de Sánchez Manzano, pues El Mundo las iguala) se ponen de manifiesto (en El Mundo y en el Prólogo de “Titadyn”) en varios niveles. Tenemos, en primer lugar, a) el tratamiento dispensado a la explicación sobre la asociación de dinamita y nitroglicerina; b) en segundo lugar, las reacciones a la excusa según la cual Sánchez Manzano hacía una referencia general, no directamente vinculada al 11-M; y, por último, aunque en estrecha relación con lo anterior, c) las apreciaciones relativas al supuesto empleo sucesivo de ambas explicaciones por parte del entonces Jefe de los Tedax.

a) La asociación de dinamita y nitroglicerina. Ya he señalado que El Mundo hizo referencia el 17.7.2006 a un artículo de El País del día anterior que, a su vez, contenía una cita correspondiente a una explicación ofrecida por Sánchez Manzano en una nota de 13.7.2006. Recordemos una vez más la cita, tal como la recogen El Mundo, por partida doble (en un artículo sin firma y en otro escrito por CGA), y el Prólogo de “Titadyn” (p. 20):

[La equivocación] Se debió a la asociación del citado término con la palabra dinamita, ya que la nitroglicerina está universalmente ligada a las dinamitas en general y no a ninguna en concreto, siendo en este contexto explicitado en el que se produjo, es decir, por asociación natural.

Esta explicación, como también he indicado, fue calificada de “absurda y surrealista” por El Mundo (artículo de 17.7.06 y editorial de misma fecha). La razón para esto subyace, a mi juicio, en una evidente mistificación. Lo que El Mundo hace es equiparar una relación de asociación con una relación de identidad. En efecto, inmediatamente después de referir literalmente la excusa de Sánchez Manzano citada en el párrafo anterior, que justifica el error “por asociación natural”, el mencionado artículo de 17 de julio continúa:

De ser cierta esta explicación bastaría sustituir la palabra «nitroglicerina» por «dinamita» en las tres ocasiones en las que la utilizó durante su comparecencia en la Comisión de Investigación, para aclarar lo que el comisario Manzano quiso decir. El absurdo del resultado habla por sí solo.

Y otro tanto hace el editorial del mismo día:

La tesis de que el policía empleó la palabra «nitroglicerina» como sinónimo de dinamita y confundió la parte por el todo «por asociación natural» no resiste su trasplante a la literalidad de su deposición parlamentaria. Baste notar que donde dijo: «…logramos encontrar restos de nitroglicerina y la nitroglicerina es el componente de todas las dinamitas», se pretende hacernos creer que quiso decir: «…logramos encontrar restos de dinamita y la dinamita es el componente de todas las dinamitas». Ni siquiera la política de nombramientos del PP en Interior pudo producir tamaña estulticia.

En fin, no hace falta ser un catedrático de filosofía para comprender que “A está asociado a B” no es lo mismo que “A es B”. “La nitroglicerina está asociada a la dinamita” no es lo mismo que “la nitroglicerina es dinamita”. De este modo, para llegar a su veredicto de absurdez y surrealismo, el periódico de Don Casimiro necesita adulterar las palabras del ex jefe de los Tedax y poner en su boca lo que él no ha dicho. De hecho, en la tertulia de la Cope de 18 de julio de 2006, el director de El Mundo incurre flagrantemente en esta falacia, de una manera que no puede ser más explícita (minuto 3):

PJ Ramírez escribio:

El planteamiento es: […] [Sánchez Manzano] ha utilizado nitroglicerina como sinónimo de dinamita… Él lo dice, […] él lo dice en la nota ésta que envió al juzgado, dice: ‘hombre, fue… utilicé la expresión por asociación natural’. Y, claro, ayer El Mundo hizo un simple ejercicio […]. [Esto suena como] los diálogos para besugos de La Codorniz de los años 60.

En realidad, lo manifestado por Sánchez Manzano, entendido en su literalidad libre de alteraciones, no es absurdo ni surrealista, sino perfectamente razonable y sensato: es cierto que la nitroglicerina se ha asociado universalmente y de forma natural a las dinamitas en general. Se podrían aducir infinidad de referencias, y tal vez en otro momento deba volver sobre este punto, pero, para no distraernos demasiado, me limitaré a recordar nuevamente que, aún hoy, el diccionario de la RAE sigue definiendo la dinamita como “mezcla explosiva de nitroglicerina con un cuerpo muy poroso.”

Las razones de la asociación pueden ser múltiples y, careciendo de la omnisciencia de que parecen gozar algunos periodistas, sólo nos cabe especular y ofrecer conjeturas no menos verosímiles que la opción conspirativa: quizá Sánchez Manzano escucha a la perito del laboratorio Tedax mencionar que se detectaban “componentes de dinamita” (Sánchez Manzano y el superior de éste, Cuadro Jaén, estaban presentes en la Unidad Central cuando la jefa del laboratorio les comunicó los primeros resultados hacia las 14 horas del día 11 de marzo, según declaración de todos ellos); tal vez alguien, en cualquier otro momento u ocasión, deja caer que todas las dinamitas tienen nitroglicerina y, en una comparecencia parlamentaria en la que quizá podría haber sido más prudente o contenido (que cada cual opine lo que quiera) el Sr. Sánchez Manzano pudo haber incorporado el dato de su propia cosecha… quién sabe.

En cualquier caso, El Mundo nos ofrece una vez más el tan manido recurso a la falacia del muñeco de paja, auténtica seña de identidad de su periodismo de investigación en materia de 11-M. Atribuyendo artificialmente con diversos grados de sutileza o descaro tal o cual manifestación a tal o cual testigo, es fácil pintar un deseado cuadro tan intrigante como inexacto.

El mencionado diario se regodea, además, mofándose de la “estulticia” que implica la supuesta explicación de Sánchez Manzano. Esto ilustra a la perfección el complemento a la falacia de paja que referí en entregas anteriores, cuando señalé la continua desatención al principio de caridad (en una versión adaptada a los presentes fines y no entendida en su sentido estrictamente original). A efectos prácticos, la noción del principio de caridad que propugno sugiere lo siguiente. Cuando diversas manifestaciones y/o comportamientos de un individuo pueden interpretarse, sin esfuerzo aparente, de manera que resultan razonablemente coherentes entre sí, dicha interpretación es preferible a otra que fuerza el sentido de lo observado para dar una imagen completamente absurda e incongruente de tales elementos. Citando a Quine [que se expresaba en un contexto distinto (más bien lingüístico) pero análogo], “el fundamento de sentido común que da pie a esa máxima es que, rebasada cierta medida, la estupidez del interlocutor es menos probable que un error en la traducción –o bien, en el caso de una misma lengua, menos probable que una divergencia idiomática” [Quine, W.V., “Word and Object”, Cambridge, MIT Press (1960), 88]. O sea, en el caso que nos ocupa, el grado de “estulticia” que El Mundo cree percibir en la pretendida explicación de Sánchez Manzano es menos probable que un error (por parte del diario) en la traducción, es decir, en la interpretación de sus palabras.

Y ya hemos visto con qué ligereza el diario de Unidad Editorial transforma un nexo de correlación en una igualdad para crear por sí mismo el absurdo que critica. Cuando todo ello sirve, además, de artero fundamento para acusaciones gratuitas, para afirmaciones como “es el Gobierno quien, a sabiendas o no, disemina ahora información falsa” o “el Gobierno nos engañó en casi todo lo que nos dijo el jueves” (editorial, EM, 17.7.2006), la insidia resulta especialmente lamentable.

b) La mención de la nitroglicerina como referencia general. Como ya sabemos, Sánchez Manzano compareció ante el juez instructor el día 17 de julio de 2006 para tratar de aclarar la confusión de la nitroglicerina. Pues bien, en un suelto editorial del día siguiente, El Mundo manifestaba sin comedimiento la opinión que le merecía lo supuestamente declarado por el entonces jefe de los Tedax (insisto en lo de “supuestamente”):

Sánchez Manzano aseguró ante el juez que cuando hablaba de «nitroglicerina» en aquella comparecencia [en la Comisión parlamentaria] no se refería a los explosivos hallados en los trenes del 11-M, sino que se expresaba «en general» sobre lo que pasa tras una explosión. Su declaración es una tomadura de pelo. No hay más que leer la transcripción de las tres preguntas al respecto para darse cuenta de que lo que dice Sánchez Manzano es una mentira flagrante. […] La explicación inicial de Interior era que el jefe de los Tedax se había equivocado al confundir la parte con el todo. Ayer Sánchez Manzano cambió esta versión: no se equivocó sino que divagaba, hablaba «en general». La declaración ante Del Olmo es una burda mentira sin consistencia. Sencillamente, no hay por donde cogerla. La cuestión es qué va a hacer ahora el juez ante este insulto al sentido común.

Tomadura de pelo”, “mentira flagrante”, “insulto al sentido común”… calificativos que, sin embargo, muy bien cabría aplicar a la narrativa que ofrece El Mundo. Lo que hace este periódico (en su línea editorial) es, en primer lugar, asumir que únicamente puede existir una sola explicación en cada momento: Sánchez Manzano se está refiriendo a todas las veces en que le preguntan por los análisis del 11 de marzo y por eso hay que leer “las tres preguntas al respecto”. Además, en segundo lugar, se aduce que, dentro de ese marco donde sólo hay una explicación posible, Interior (el 13 de julio) les ofreció primero una (la simple “equivocación”) y ahora el jefe de los Tedax, ante el juez, ofrece otra distinta (“ayer Sánchez Manzano cambió esta versión”).

Pues bien, basta con leerse lo publicado por El Mundo, es decir, la “información” sobre la que dicho medio basa la “opinión” recogida en su línea editorial, para darse cuenta de que este diario manipula la realidad voluntariamente o por inexcusable negligencia periodística.

Para empezar, sobre el carácter omnicomprensivo de la explicación ofrecida por Sánchez Manzano, el artículo firmado por Manuel Marraco el mismo 18 de julio dando cuenta de la declaración de aquél ante el juez el día anterior (información sobre la que El Mundo basa su acerbo juicio) señala explícitamente:

El comisario jefe de los Tedax mantuvo ante el juez que, cuando habló por primera vez de nitroglicerina, lo hizo para explicar que es la sustancia que se detecta «en las explosiones en general», pero no que hubiera aparecido en el caso concreto del 11-M.

Es decir, cuando El Mundo acusa a Sánchez Manzano de mentir sobre la base de que su explicación no es válida para “las tres preguntas al respecto”, está obviando flagrantemente el contenido de su propia información según la cual el comisario jefe estaba limitando dicha explicación a “cuando habló por primera vez de nitroglicerina”. Esa primera vez no era otra que la reproducida al inicio de la entrega XIII, en la que Sánchez Manzano, en respuesta a Del Burgo, afirmaba: “En algunos casos, no en todos, cuando se hace el análisis de los restos del foco de la explosión logramos encontrar restos de nitroglicerina, y la nitroglicerina es el componente de todas las dinamitas”. Cita que, como ya se ha expuesto, García Abadillo reproduce en “Titadyn” incluyendo por las bravas un “(en concreto en ocho de los diez focos)”, después de “en algunos casos”, de modo que, como también ha quedado dicho, se imposibilita artificialmente la explicación de Sánchez Manzano. Demasiada imprecisión para tanta insidia. Porque, repito, una cosa es que nos guste o no una justificación y otra, bien distinta, falsear su contenido.

En cuanto al segundo aspecto, relativo a si Sánchez Manzano había cambiado la primera versión de Interior, la simple lectura del citado artículo de Manuel Marraco basta, una vez más, para comprobar que no hay tal cambio o sustitución, sino que se trata de dos explicaciones complementarias y simultáneas. En efecto, el artículo en cuestión, inmediatamente antes de referir la explicación de Sánchez Manzano en el sentido de que “cuando habló por primera vez de nitroglicerina” estaba aludiendo a las “explosiones en general”, reproduce textualmente lo que sigue:

[…] Sánchez Manzano […] declaró ayer ante el juez Juan del Olmo que se equivocó en la Comisión de Investigación del 11-M cuando dijo que en los focos de los atentados se había detectado la presencia de nitroglicerina. […] Sánchez Manzano aseguró ante el magistrado que lo que en realidad quiso decir a los comisionados es que se había detectado la presencia de dinamita.

Aún hay más. La desidia enjuiciadora (como mínimo) de El Mundo es peor. Resulta que, incluso en el supuesto de que Sánchez Manzano hubiese olvidado ante el juez la excusa de la equivocación entre nitroglicerina y dinamita, su referencia a las “explosiones en general” tampoco sería una novedad, ni supondría un cambio respecto a las aclaraciones ofrecidas el 13 de julio desde el Ministerio del Interior al periódico en cuestión. En efecto, también en este caso, bastaba con leerse otro artículo del mismo Manuel Marraco, que el 14 de julio informaba de aquellas explicaciones:

Marraco el 14 de julio escribio:

Además de refugiarse en la equivocación de Sánchez Manzano, Interior resalta que de la lectura íntegra del pasaje en el que éste menciona por primera vez la nitroglicerina se puede deducir que está hablando de lo que sucede habitualmente en los atentados, no del caso concreto del 11 de Marzo. Lo que quiere trasladar el jefe de los Tedax a los comisionados -en concreto a Jaime Ignacio del Burgo- es que, en ocasiones, quedan restos de nitroglicerina que permiten concluir que se ha empleado algún tipo de dinamita. Aunque eso no sucediera en el 11-M. El Ministerio reconoce, en cambio, que no tiene más explicación que un error de Sánchez Manzano en la segunda ocasión en la que el jefe de los Tedax menciona la nitroglicerina, esta vez a preguntas del diputado José Antonio Labordeta.

Si lo que el Sr. Marraco publicaba en El Mundo el día 14 y lo que publicaba el día 18 era cierto… ¿dónde está el cambio de versión de Sánchez Manzano ante el juez?

Una vez más, el propio Pedro J. Ramírez fue en su día uno de los principales impulsores de esta patraña. El director de El Mundo se muestra como un hombre muy pulido y erudito, que, en la citada tertulia de la Cope de 18 de julio de 2006, señala que, con todo este asunto de los explosivos, “estamos tocando el trigémino de la cuestión” (24:15). En consonancia con tan elevadas manifestaciones, este señor había proclamado meses antes (Carta del Director, EM, 19.3.06) que, en materia de 11-M:

Lo que yo pido con este desafío es un debate de altura en las expresiones, es decir sin descalificaciones ni insultos, y con la profundidad del conocimiento de causa en los detalles de lo que se discute.

El mismo caballero que, ante los micrófonos de su cadena amiga, en las tertulias de los días 18 , y 20 de julio de 2006, calificaba a Sánchez Manzano de “tarugo”, “mentiroso”, “incompetente”, “falsario”, “melón” y “asno en materia de explosivos”, además de imputarle ser alguien que “ha mentido al Parlamento, […] ha mentido en sede judicial y […] ha mentido al propio Gobierno” (tertulia de 18.7.06, min. 19:25). Todo ello, para colmo, partiendo de la misma ofuscación que aquí se está comentando. En efecto, en la tertulia del día 18, el director de El Mundo, refiriéndose a la declaración de Sánchez Manzano ante el juez del día anterior, señalaba (min. 5:31):

Probablemente porque Sánchez Manzano ya había visto el absurdo surrealista al que desembocaba esa teoría de que dinamita es sinónimo de nitroglicerina, pues, entonces, recurrió a la opción B […]: […] Sánchez Manzano le dijo al juez que él no se estaba refiriendo al 11-M, ¡pásmense!, que estaba hablando de lo que sucede en general cuando hay una explosión.

Lo más grave, lo que resulta estupefaciente, es que el mismo Sr. Ramírez admite que esa explicación podría valer para la primera referencia a la nitroglicerina (la respuesta a Del Burgo), es decir, precisamente la ocasión a la que Sánchez Manzano limitaba esa explicación, según informaba el propio periódico El Mundo, como hemos visto. Efectivamente, el director de este diario proseguía en antena (min. 6:19):

Bueno, en el primer corte […], en la primera intervención, con Del Burgo, pues aún podría decirse, porque él dice: ‘en algunos casos, no en todos, cuando se hace el análisis de los restos del foco de la explosión, logramos encontrar restos de nitroglicerina, y la nitroglicerina es el componente de todas las dinamitas.’ Hombre, si aislamos esta frase […], pues aún podría caber esa confusión. Pero, ahora es el momento de poner la respuesta a Labordeta [!!!] y a ver si hay un solo español, incluido, por supuesto, su señoría, que pueda creer que este tío no está hablando del 11-M, sino que está haciendo una divagación abstracta de lo que pasa cuando hay una explosión con dinamita.

Pero es que, repito, según la propia información de El Mundo, Sánchez Manzano NO se estaba refiriendo a la respuesta a Labordeta sino única y exclusivamente a la respuesta a Del Burgo. Por favor, recordemos la cita del artículo de Manuel Marraco, publicado en la misma mañana en la que el director de El Mundo se explayaba en la Cope:

El comisario jefe de los Tedax mantuvo ante el juez que, cuando habló por primera vez de nitroglicerina [es decir, en su respuesta a Del Burgo], lo hizo para explicar que es la sustancia que se detecta «en las explosiones en general», pero no que hubiera aparecido en el caso concreto del 11-M.

Vistas algunas actuaciones de los Sres. Ramírez y García Abadillo, diríase que la dirección de El Mundo no tiene demasiado interés por leer lo que ella misma dirige.

Pero, como todo es susceptible de empeorar, volveremos sobre estas cuestiones en el siguiente apartado, donde examinaremos más concretamente las apreciaciones del ínclito Sr. García Abadillo en el Prólogo de “Titadyn” sobre las supuestas variaciones de criterio de Sánchez Manzano y podremos documentar nuestras valoraciones de manera definitiva.

c) Los supuestos cambios de versión de Sánchez Manzano. En el Prólogo de “Titadyn” (pp. 20 y 21), Don Casimiro alcanza conclusiones no menos desabridas que el periódico del que es vicedirector:

Precisamente el mismo día en que El País publicaba la citada nota (17 de julio de 2006) [sic; en realidad, ya vimos que la fecha correcta es el 16 de julio], Sánchez Manzano acudió a declarar ante Del Olmo […]. ¿Qué le dijo nuestro comisario jefe al juez? No se pierdan la transcripción de sus palabras recogidas en la declaración: «Es errónea la afirmación vertida por él en el sentido de que se identifica en los focos de las explosiones nitroglicerina y que tal expresión, en el contexto en que la estaba pronunciando, se estaba refiriendo en general a los focos de las explosiones de cualquier atentado, no en concreto a las del 11-M, en las que intervino su unidad».

Maravilloso. Por un lado Manzano dice que confundió dinamita con nitroglicerina y, por otro, afirma que al comparecer en la Comisión del 11-M no se refirió a dicho atentado, sino a «cualquier atentado». Por suerte para Sánchez Manzano, Manuel Marraco […] no logró hacerse con el acta de su declaración ante el juez hasta el mes de enero de 2007.

De todas formas, no deja de sorprender que con tan sólo veinticuatro horas de diferencia (dando por hecho que su explicación […] le fuera remitida a El País un día antes de su publicación, es decir, el 16 de julio) [sic; en realidad, como también hemos visto, la supuesta nota publicada por El País databa de 13 de julio], Sánchez Manzano pudiera utilizar dos argumentos tan dispares para justificar su presunto error: la asociación de las palabras dinamita y nitroglicerina (versión periodística) y, por otro lado, que no se estaba refiriendo al 11-M, sino a los focos de las explosiones de cualquier atentado (versión mantenida ante Del Olmo). Como dice el refrán, se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Aparte de los errores cronológicos y de que vuelva a equiparar una relación de asociación con otra de identidad (“Manzano dice que confundió dinamita con nitroglicerina”), el vicedirector de El Mundo llama mentiroso a Sánchez Manzano por ofrecer supuestamente dos versiones distintas: una ante la prensa y otra ante el juez del Olmo. De este modo, lo dibuja como alguien voluble e inconsecuente. Ha quedado expuesto en el apartado anterior que eso no es lo que se desprende de la propia descripción de la declaración judicial de Sánchez Manzano ofrecida por El Mundo, pero ya sabemos que a Don Casimiro no le gusta leerse su propio periódico y, además, en el año 2009, cuando escribe el Prólogo de “Titadyn”, tiene presente el acta de la declaración judicial. Que este documento obra en su poder lo sabemos porque él mismo firmaba junto con Manuel Marraco el artículo de 21 de enero de 2007 en el que se informaba (con la fanfarria habitual) de la gran exclusiva periodística que suponía haberse hecho con él y revelar su contenido (tal vez aluda a esto más adelante). Además, el coautor de “Titadyn” está citando en el Prólogo de éste un pasaje literal del acta de la declaración de Sánchez Manzano que no aparecía en el referido artículo de principios de 2007, es decir, que, en el Prólogo, CGA no se está limitando a tirar de apuntes de hemeroteca. Repito: tiene el acta delante. Y bien, ¿acaso el contenido de ésta contradice lo escrito en su día por Manuel Marraco? ¿Está ahora el vicedirector de El Mundo mejor informado y por ello debemos retirar nuestra crítica expuesta en los apartados anteriores?

No, amigos no es así. Como yo carezco de los recursos y las conexiones de algunos heroicos periodistas, he tardado un poco más, pero finalmente, también he podido obtener una copia (de mejorable calidad, pero aún legible) del mentado documento, es decir, del acta de la declaración judicial del Sr. Sánchez Manzano. Obviemos por ahora los elementos supuestamente escandalosos que los Sres. García Abadillo y Marraco destacan en 2007 y que, llegado el caso, se analizarán en otro momento.

CGA acusa a Sánchez Manzano de esgrimir dos explicaciones “dispares” e incompatibles en distintas ocasiones, una ante la prensa y otra ante el juez. Pero el acta de su declaración no deja lugar a dudas: Del Olmo le pregunta por las dos citas en las que aparece la mención a la nitroglicerina (en respuestas, respectivamente, a Del Burgo y a Labordeta), con expresa indicación del número de página del diario de sesiones correspondiente. Concretamente:

Se le pregunta a partir de este momento sobre los términos recogidos en el diario de sesiones de la Comisión de Investigación sobre el 11 de marzo de 2004, del Congreso de los Diputados, celebrada el miércoles 7 de julio de 2004, en la que intervino el testigo:

Página 4 del Diario de Sesiones:

[…] [Q]ue tal expresión, en el contexto en que la estaba pronunciando, se estaba refiriendo en general a los focos de las explosiones de cualquier atentado, no en concreto a las del 11-M […].

¿Está claro? Sánchez Manzano circunscribe esa explicación a su declaración de la página 4 del Diario de Sesiones, en su respuesta a Del Burgo. Y el acta continúa refiriéndose a la respuesta del ex jefe de los Tedax al Sr. Labordeta:

Página 16 del Diario de Sesiones:

A las 14 horas, como son muestras obtenidas en los restos que ha dejado la explosión, lo único que se puede averiguar es que es dinamita, porque lo único que se puede encontrar es nitroglicerina, que es componente común en todas las dinamitas; con independencia de la clase comercial que sea, siempre tienen ese componente.” Manifiesta en relación con la anterior frase [la respuesta a Labordeta] que la misma es errónea, debido a una asociación de términos que realiza con ocasión de las primeras manifestaciones tras el tiempo que llevaba declarando y que históricamente la nitroglicerina ha sido un componente de la dinamita. Señala que él no es experto en explosivos, sin perjuicio de la experiencia que ha ido acumulando en el tiempo que lleva dirigiendo y gestionando a los especialistas técnicos en desactivación de explosivos.

De modo que, como podía intuirse con la mera lectura de los artículos publicados en El Mundo en su día y tal como de manera inapelable corrobora el acta judicial, no estamos ante ningún deleznable “cambio de versión”, sino ante explicaciones simultáneas y complementarias, aplicadas respectivamente a los dos supuestos concretos en los que se mencionó la nitroglicerina.

En estas circunstancias, es alucinante, resulta simplemente brutal, que Don Casimiro, tras engañar flagrantemente a sus lectores sobre el contenido de las declaraciones judiciales de Sánchez Manzano, se permita chascarrillos tildando a éste de mentiroso. Qué desvergüenza.

Repito que esto no tiene nada que ver con creer a pies juntillas cualquier explicación oficial. Naturalmente, uno puede defender su propia opinión disidente y rebatir las manifestaciones de los demás. Pero el requisito ineludible para ello, la entrada seria al club del debate y la duda honesta se paga, obviamente, refiriendo al menos de manera fidedigna las declaraciones ajenas, no presentando caricaturas adulteradas y mendaces. El vicedirector de El Mundo no se ha molestado en dar ese primer paso, rigurosamente exigible de cualquiera que se llame a sí mismo periodista. Tal como yo entiendo la discusión intelectualmente válida, ni siquiera se ha ganado el derecho a opinar, mucho menos a insultar.

(Continuará)

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