Titadyn, el eterno retorno (XLVII) por Rasmo

Titadyn, el eterno retorno (XLVII) por Rasmo

Terminé mi anterior entrega señalando que existen dos elementos que corroboran la declaración de la perito 17.632 en el juicio del 11-M, respecto a los componentes que ella dijo haber detectado en sus análisis de 2004.

1. Los colegas saben de esto

El primero, hasta donde yo sé, ha pasado completamente desapercibido para casi todo el mundo. Se trata de las declaraciones de dos Tedax de la Unidad Central en el juicio del 11-M, cuya importancia fue inmediatamente apreciada por nuestro compañero Isocrates.

En efecto, el día 30 de mayo de 2007 comparecieron ante el tribunal presidido por Gómez Bermúdez dos Tedax de la Guardia Civil y dos Tedax de la Policía Nacional. Se trata de los peritos Y-40036-P y M-96780-Y (por la Guardia Civil), y 19.568 y 66.646 (por la Policía), es decir, los autores del tantas veces mencionado informe conjunto de Tedax recogido en el Tomo 145 del Sumario. Pues bien, los Tedax de la Policía declararon expresamente haber conocido en su día que los componentes hallados por la perito 17.632 eran nitrato amónico y nitroglicol. Confirmaron asimismo que normalmente recibían los resultados de los análisis de los focos de explosiones desde el laboratorio Tedax de la Policía Nacional y de las muestras de explosivo no detonado del laboratorio de la Policía Científica. Igualmente, corroboraron que la determinación de la marca no era factible a partir de restos explosionados y, en general, sus palabras supusieron un respaldo íntegro de las manifestaciones de la analista tantas veces incriminada. Desafortunadamente, nadie pareció darse cuenta de la relevancia de esta declaración. El propio Gómez Bermúdez, de manera poco característica, no estuvo atento y creyó que los testigos se referían a un informe de la Policía Científica en vez de al realizado en el laboratorio de los Tedax e indujo a error al testigo. El interrogatorio transcurrió así:

Defensa de Zougam: Bien ¿Qué analítica les dieron a ustedes desde la comisaría General de Información?

Perito: Perdón, ¿puede repetir?

Defensa de Zougam: ¿Qué analíticas les dieron a ustedes de los explosivos?

Perito: De la Comisaría General de Información directamente ninguna, en todo caso por el conducto reglamentario que pudiesen venir por ahí, las analíticas vienen de la Comisaría General de Policía Científica, que son los que las emiten [para] sustancia entera, como se ha hablado ya en varias ocasiones, y cuando ha sido sustancia explosionada, cuando han sido restos de las explosiones, el Grupo de Investigación de Explosivos de la Unidad Central de Desactivación de Explosivos y NRBQ del Cuerpo Nacional de Policía.

Defensa de Zougam: Bueno ¿y a ustedes qué resultados de esas analíticas les dieron?

Perito: El estudio de las analíticas de los explosivos en los trenes del explosivo explosionado del Grupo de Investigación de Explosivos del CNP: dinamita, componentes de las dinamitas, que es lo que consta en el informe; y Policía Científica enumera los componentes de una dinamita […], que si quiere pues se los leo: nitrocelulosa, nitroglicol, nitrato amónico, ftalato de dibutilo, carbonato cálcico. El grupo de investigación de explosivos nuestro, conforme a parámetros, a relaciones de explosivos…

Defensa de Zougam: Perdone, perdone un momento, esos componentes químicos…

Perito: ¿Sí?

Defensa de Zougam: ¿De dónde los extraen, de qué analítica?

Perito: Pues esos salen de analítica que hace Policía Científica a las muestras que se le entregan de los explosivos de Vallecas, de los explosivos de Leganés, de todos los sitios donde se ha recuperado sustancia entera.

Defensa de Zougam: Yo me refiero a la analítica que les dieron a ustedes correspondiente a lo encontrado en los focos de explosión.

Perito: Se lo digo por tercera vez, creo que es “componentes de la dinamita”, que lo analiza el Grupo de Investigación de Explosivos de la Unidad Central de Desactivación de Explosivos y NRBQ del Cuerpo Nacional de Policía.

Defensa de Zougam: ¿Y no les detallan los componentes?

Perito: En el informe no consta, pero sí, nosotros lo sabemos porque lo hablamos allí y estábamos en la unidad.

Defensa de Zougam: ¿Y qué componentes dedujeron ustedes que había?

Perito: Se nos comenta, porque era conocido, que era nitrato amónico y nitroglicol.

Gómez Bermúdez: ¿Se refieren ustedes al informe 173-Q1-04?

Perito: No, no sé

Gómez Bermúdez: ¿El primero que se hace el 11 de marzo?

Perito: Sí

Gómez Bermúdez: El primero que se hace el 11 de marzo. Siga, señor letrado.

Es evidente, para cualquiera que sepa leer, a qué informe se estaba refiriendo el testigo: el de los focos, que es el informe por el que le preguntan. “En el informe no consta, pero…”. Y es igualmente obvio que Bermúdez no se enteró. Los afamados investigadores tampoco, por desgracia.

Además, el interrogatorio continuaba, corroborando que el nombre y el apellido, es decir, la marca, sólo se obtiene del explosivo intacto, no de los restos post-explosión:

Defensa de Zougam: Entonces ustedes, digamos, los dos datos que tienen es que tiene nitrato de amonio y nitroglicol.

Perito: No. Nosotros los datos que tenemos es que es dinamita, componentes de la dinamita, eso es un dato eh… secundario del análisis. El experto nuestro, en la investigación de explosivos, nos dice que eso es dinamita y ese es el… no trabajamos con “nitrato amónico”, ni “nitroglicol”, eso corresponde a los químicos. Nosotros trabajamos con “dinamita”.

Defensa de Zougam: Entonces a ustedes ¿les da igual eh… los componentes de…que tengan cada dinamita para realizar su trabajo?

Perito: No. No nos da igual en absoluto. Lo que pasa que, en este caso, el dato es que son dinamitas. En cuanto a los componentes, si pudiesen ser otras dinamitas, los efectos van a ser muy similares, no hay grandes diferentes entre unas dinamitas y otras. Nosotros trabajamos, exclusivamente, donde ha habido explosión, con “dinamita”, donde no ha habido explosión, se ha recuperado sustancia entera, sí se le puede… se le puso el nombre y apellidos, por así decirlo, al explosivo, que era dinamita Goma 2 ECO.

Pero, como ya he dicho, nada de lo anterior parece haber existido en las hemerotecas de los incansables investigadores.

2. Unos papeles recién horneados

El segundo elemento de corroboración del testimonio de la perito 17.632 lo constituyen unas notas o apuntes que ella había realizado sobre sus análisis, que aportó al tribunal a requerimiento de su presidente durante el propio desarrollo de la vista oral.

En relación con estos apuntes, las insinuaciones de mendacidad se prodigan en las fuentes descreídas respecto de la versión oficial. Así, la cita de García Abadillo que referí en mi entrega anterior, en la que éste aducía que la perito de los Tedax había “confesado” en el juicio que halló esos dos componentes que “como ustedes ya se imaginan” forman parte tanto de la Goma 2 ECO como del Titadyn, continuaba del siguiente modo (p. 33 del Prólogo):

Incluso, a instancias del presidente del tribunal, llegó a mostrar un cuaderno, inmaculado, como recién salido del horno, para mostrar sus impolutas notas de trabajo.

No estaría mal que dijera abiertamente, con todas las palabras, lo que está sugiriendo: la perito falsificó esas notas. Para los gracejos maliciosos no hace falta mucho valor.

En esta misma línea, José María de Pablo se apuntó también a las apreciaciones jacarandosas en su informe oral de conclusiones (12.6.2007), hacia el final del juicio del 11-M:

Es cierto que la jefa del laboratorio de los TEDAX, requerida por el Tribunal, aportó unas hojas en limpio, remarco lo de “en limpio, de los resultados de los primeros análisis, los supuestos resultados de los primeros análisis. A esta parte le ha sorprendido, porque ha visto el original, no sólo la copia que se ha entregado a las partes, sino que consultó en Secretaría el original de esos folios, y le ha sorprendido, después de tres años de realizar los análisis, la pulcritud y limpieza que tienen esos apuntes, es realmente sorprendente porque no hay ni una sola mancha […], ni una arruga, perfectamente en esas hojas que ha conservado en estos tres años. Al parecer, en el laboratorio de los TEDAX las muestras de explosivos se contaminan todos los días, pero las anotaciones que se guardan durante tres años, bueno, yo diría que las deben de conservar en tubos Falcon.

Me pregunto por qué no concretó ninguna acusación específica al respecto, ni aquí ni en su correspondiente escrito de conclusiones definitivas.

Algo parecido ocurre un par de años más tarde. El Sr. De Pablo, en “La Cuarta Trama” (marzo de 2009), se recrea en el episodio (p. 213), de una manera que, a mi juicio, lo retrata más a él que a la protagonista de su relato:

La perito, en apoyo de sus manifestaciones, indicó al Tribunal que conservaba los apuntes con los resultados de esos análisis y que podía aportarlos. Gómez Bermúdez le requirió para que así lo hiciera. Un agente judicial que presenció la entrega de esos apuntes al secretario de la Sala, me sopló después cómo se había producido: según el agente judicial, la perito había sacado un cuaderno de espiral, con aspecto de cuaderno nuevo (sin manchas ni arrugas externamente apreciables), arrancó las dos primeras páginas del cuaderno, y se las entregó al secretario de Sala. El agente judicial no pudo apreciar más apuntes en las demás hojas del cuaderno. El secretario judicial me mostró en su despacho las hojas originales entregadas por la perito, las tuve en mis manos y pude comprobar que se trataba de dos hojas con apariencia de nuevas, sin manchas ni arrugas ni señales de paso del tiempo. No parecían las típicas hojas de papel manuscritas más de tres años antes. De hecho, en mi informe de conclusiones llegué a bromear con cierta ironía sobre la limpieza y pulcritud que conservaban esos apuntes tres años después. ¿Eran esos los apuntes que tomó la perito el 11 de marzo de 2004 mientras analizaba los primeros vestigios? Me guardo mi opinión.

Su opinión es fácilmente adivinable, pero hace bien en guardársela, no sea que quede en evidencia una vez más. “¿Esos son los apuntes que tomó la perito el 11 de marzo de 2004 mientras analizaba los primeros vestigios?”

Evidentemente no, sólo hay que saber leer lo que dijo la testigo. He aquí cómo se produjo el episodio durante la vista oral (28.5.2007):

Gómez Bermúdez: […] Bien, vamos a interrumpir 30 minutos pero antes de eso, señora perito, una sola cuestión. Realizó usted el informe, ha dicho, el 11 de marzo […], o sea, el primer informe que se hace sobre los focos […].

Perito 17.632: Yo empiezo las analíticas el mismo 11 […], pero el escribirlo, el mecanografiarlo…

Gómez Bermúdez: Sí, el escribirlo, ya, ya, le estoy entendiendo perfectamente. Pero es usted en definitiva, la perito, o sea, […] la licenciada química que hace esos informes. Y toma nota usted del desarrollo de sus pruebas.

Perito 17.632: Sí.

Gómez Bermúdez: Conserva esas pruebas. Esas notas, perdón.

Perito 17.632: Sí. Las primeras no, porque eran en hojas muy atolondradas, y luego se pasaron alimpio.

Gómez Bermúdez: O sea, ¿las del 11 de marzo, la del análisis que hace usted el mismo 11 de marzo no las conserva?

Perito 17.632: Esas mismas no.

Gómez Bermúdez: ¿Y el análisis…

Perito 17.632: Por mi forma de trabajar, ¿eh?

Gómez Bermúdez: ¿Y el informe de esas… de ese análisis del 11 de marzo? ¿Lo conserva?

Perito 17.632: Eh, las notas de los análisis, sí.

Gómez Bermúdez: De los del 11 de marzo…

Perito 17.632: Sí. Sí.

Gómez Bermúdez: …del mismo día 11. Bien. Conforme…

Perito 17.632: ¿Del mismo 11?

Gómez Bermúdez: Sí, eso le estoy preguntando.

Perito 17.632: Es que fueron conjuntas luego los días siguientes. Yo no tengo unas de 11 de marzo y 11 de marzo y siguientes. Señoría, son las mismas para mí. Yo sigo trabajando, digamos, en el mismo…

Gómez Bermúdez: Bien, pero el 11…

Perito 17.632: …con los mismo datos, y sigo ampliando datos, simplemente.

Gómez Bermúdez: Sí, si eso lo entiendo perfectamente. Pero son las mismas quiere decir que están desde las primeras hasta las últimas.

Perito 17.632: Exacto.

Gómez Bermúdez: Bien. Pues conforme al 729.2, aportará usted mañana al Tribunal esas notas o cuantos documentos relativos a la analítica realizada del 11 de marzo tenga en su poder. 30 minutos de descanso.

[Interrupción]

Gómez Bermúdez: Pero… ¿ésas son? ¿Nada más? […]. Señor Secretario, dé cuenta de la entrega por parte de la perito de las notas manuscritas referidas a los informes solicitados por el tribunal.

Secretario: Sí. Se da cuenta, señor presidente, que la perito compareciente en el día de hoy, hace entrega a este Secretario de tres notas correspondientes a los análisis, en el que constan anotaciones: en una de ellas en el anverso y reverso, en las otras dos solo consta en el anverso.

Gómez Bermúdez: Quedarán unidas al rollo para su examen por las partes. […]

Aunque en algún momento el intercambio se hace un tanto confuso, no es difícil entender lo que la testigo manifestó: los propios papeles en los que físicamente fue anotando los primeros resultados el mismo 11 de marzo no los conserva. Lo que ella tiene son los apuntes pasados a limpio, es decir, los apuntes de los resultados totales a partir de los cuales redactó posteriormente el informe que todos conocemos. Vemos, pues, un nuevo muñeco de paja por el que se hacen imputaciones irreales para denigrar algo inexistente.

Además, resulta pintoresca la sorpresa que al Sr. De Pablo le causa que unos apuntes pasados a limpio estén… limpios. ¿Qué esperaba? Personalmente, la anécdota me resulta bastante ridícula, entre otras cosas, porque yo mismo guardo un cuaderno de espiral desde hace más de 11 años donde anoté cuidadosamente un breve listado de vocabulario básico asociado a mi trabajo. Y ahí sigue en un cajón, “con aspecto de cuaderno nuevo”, impoluto, “sin manchas ni arrugas ni señales de paso del tiempo”. Estoy seguro de que al Sr. De Pablo no le parecerían “las típicas hojas de papel manuscritas más de [once] años antes”. Lástima que la experiencia personal no sea prueba de nada.

Y no olvidemos algún pequeño detalle. Como atestigua el secretario judicial, la perito no entregó dos hojas, sino tres. Una de ellas, escrita por ambas caras y las otras dos por una sola, es decir, cuatro páginas en total. Es sólo una minucia, lo sé, pero cuando uno se dedica a escrutar maliciosamente el trabajo ajeno se expone a una mínima reciprocidad. Por lo demás, no entiendo qué necesidad tiene el autor de “La Cuarta Trama” de adornarse con un “soplo” de “un agente judicial que presenció la entrega de esos apuntes al secretario de la Sala”. O sea, él nos cuenta algo que otro le ha contado que un tercero ha hecho. Caramba, pero si esa entrega la presenciaron todos los que estaban en la Sala, supongo que incluido el propio De Pablo. Cualquiera puede verla en el correspondiente vídeo (3:32:50 aprox.). Y además nos cuenta que “el agente judicial [ojo: no el Secretario] no pudo apreciar más apuntes en las demás hojas del cuaderno”. Me remito una vez más al vídeo en cuestión. Que cada cual juzgue por sí mismo de cuánto tiempo dispuso y a qué distancia podía encontrarse alguien fuera de cámara (ya que quien recoge los papeles es el secretario y De Pablo nos dice que es otra persona distinta –un agente judicial– quien le contó cómo se había producido la entrega al secretario), como para advertir claramente si había o no “más apuntes en las demás hojas del cuaderno”. En fin…

El caso es que, como dispuso Gómez Bermúdez, esas notas quedaron unidas al rollo de Sala para su examen por las partes. Así pues, lo que el letrado de la querellante AAV11-M pudo examinar fue, por ejemplo, algo así:

Los resultados de un foco (el nº 1) de la explosión a la altura de la Calle Téllez donde se halló nitroglicol y nitrato amónico (“componentes de Dinamita”) y de otro foco (el nº 2), con resultado negativo (“no se detecta la presencia de ninguna sustancia digna de mención”).
https://dl.dropbox.com/u/77354216/Tellez.bmp
Los resultados negativos del foco 3 de El Pozo (donde, igualmente, “no se detecta la presencia de ninguna sustancia digna de mención”).
https://dl.dropbox.com/u/77354216/El%20Pozo.bmp

Etc.

Lo curioso es que, a la hora de la verdad, concretamente en su querella, aparte de alguna exigua y tangencial insinuación, De Pablo no acusa formalmente a la perito de mentir en este punto (es decir, al nombrar el nitroglicol y el nitrato amónico), pese a que en otros aspectos no ahorra imputaciones de comportamientos muy reprobables (por eso precisamente es una querella criminal y no un libro que se lee como una novela, tal como prometía la publicidad de “La Cuarta Trama”). Esto tiene una relevancia notable y me llama la atención que nadie parezca haber caído en ello. Básicamente: si la perito no mintió al decir que sólo halló nitroglicol y nitrato amónico, es que en 2004 sólo se encontró nitroglicol y nitrato amónico; y si, como afirma repetidamente el testigo estrella de la acusación, el propio Antonio Iglesias, las técnicas que la perito 17.632 empleó eran suficientes para hallar la nitroglicerina y el DNT (lo veremos en otro momento), entonces la conclusión más obvia es que en 2004 no había estas dos sustancias que luego se hallaron en 2007, lo que vendría a avalar la hipótesis de una contaminación sobrevenida, sea cual sea su origen.

Pero es que, además, todo esto es en el fondo un tanto absurdo, desde el punto de vista de la actitud de los críticos, por un lado, y en relación con el supuesto comportamiento de la perito, por otro. Respecto a los primeros: aunque la analista de los Tedax hubiera incluido por escrito desde el principio en su informe original la referencia a esos “inocentes” componentes (nitroglicol y nitrato amónico), ¿qué les habría costado seguir acusándola de mentir? ¡Ya lo hacen con cualquier cosa que no les gusta! Recordemos una vez más, por ejemplo, el informe 173-Q2-04 de la Policía Científica, correspondiente a una muestra del explosivo recuperado de la mochila de Vallecas (la que se conocería como muestra M-4). Sus autores (incluido el Sr. Escribano) descartaban explícitamente la presencia de metenamina pero, como esta última sí se halló en la pericial de 2007 en esa misma muestra, Iglesias no duda en manifestar repetidamente sus sospechas respecto al primer análisis en las páginas de “Titadyn”:

[P. 416] En M-4 hemos encontrado metenamina, que no se reporta en el informe 173-Q2-04, no sabemos si porque no se detectó o porque no se ha querido informar de su eventual hallazgo.

[P. 114] [D]urante los meses que duró esta prueba pericial, el director científico de la misma [Alfonso Vega] no nos permitió ver el cromatograma realizado sobre la muestra [M-4]. Sin embargo, es comprensible que esta actitud nos induzca a sospechar que se detectó metenamina y no se ha querido que esta información saliese a la luz pública.

Si la insinuación de falsedad es tan obvia incluso respecto a documentos firmados por el intachable perito Manuel Escribano, ¿podemos permitirnos la ingenuidad de pensar que una descripción explícita de los componentes hallados por la Inspectora 17.632 en su informe de 2004 habría impedido a los conspiracionistas realizar sus imputaciones habituales? Por eso no puedo compartir la reflexión que introduce Gómez Bermúdez en su sentencia cuando, al mencionar las discusiones y dudas planteadas en torno a los explosivos de los trenes, indica (p. 540) que:

[T]oda esta discusión estaría en gran parte resuelta si el primer análisis que se hace en la misma mañana del día 11 de marzo por la perito química de los TEDAX con número 17.632, se hubiera incorporado a los autos, defecto que se subsanó parcialmente con la incorporación, durante la declaración de ésta en la vista, de las notas manuscritas que tomó durante esos análisis –notas ‘pasadas a limpio’–.

Francamente, me parece una concesión distraída y poco reflexiva a la contumacia de los críticos en aspectos que no están justificados. Tanto caló la insistencia periodística en que se mostraran los resultados de ese “primer” análisis, que los magistrados parecieron obviar las repetidas explicaciones en el sentido de que lo que se produce primero es una comunicación oral, de urgencia, seguida días después de nuevos análisis y, finalmente, una información por escrito cuando lo solicita el instructor. Si no hay análisis únicos del 11-M, ¿qué sentido tiene hablar de ese “primer análisis”? Pero lo que quiero subrayar ahora es que esa sugerencia de que la “discusión estaría en gran parte resuelta” carece, en mi modesta opinión, de todo fundamento. Téngase en cuenta que la técnica empleada por la perito 17.632, la cromatografía de capa fina, según la descripción que de ella hacen diversas fuentes, incluido El Mundo (30.7.2006, última página del enlace), no parece producir impresiones o salidas de ordenador o, de cualquier otro modo, registros informáticos, sino que se plasma, en efecto, en los apuntes de la analista. Por otro lado, según entiendo, las tiras o placas de celulosa en sí mismas tampoco se conservan. Esto queda confirmado por alguien tan poco sospechoso como el perito Carlos Romero Batallán, quien, en su declaración (23.9.2009) ante la instructora de la querella de la AAV11-M, admitió que “la cromatografía de capa fina no se puede guardar en el tiempo”. A diferencia de lo que ocurre con otras técnicas, de las que queda constancia documental o informática, en este caso no es posible acudir a un soporte acreditativo que no dependa en última instancia de la propia perito, si es que alguien se empeña en cuestionar su probidad. Le habría ocurrido a cualquier facultativo en esas circunstancias. Por tanto, todo se reduce a lo mismo: el problema de base habría sido y seguiría siendo el de confiar o no confiar en el testimonio de la perito 17.632, lo hubiera prestado por escrito en su informe de 2004 (detallando componentes) o no. También por eso me parece absurda la continua exigencia de que se muestre ese inexistente “primer informe” o unos “primeros apuntes”. Si uno no se fía de la analista ni de sus compañeros Tedax que testifican en apoyo de sus resultados, qué más da lo que hubieran dicho esas anotaciones escritas por ella. En cualquier caso, ¿desde cuándo lo que diga o deje de decir un documento (oficial o no) ha sido obstáculo para los conspiracionistas? Un informe “correcto” desde el principio no nos habría garantizado que no lo hubieran impugnado, como han hecho con cualquier prueba que no les gusta. ¿Qué problema habrían tenido para aducir la falsedad de un “primer informe” en el que se especificaran el nitroglicol y el nitrato amónico? Repito: si decides que un testigo es mentiroso, perjuro, manipulador y golpista, te da igual lo que diga o cuándo lo diga.

Por otro lado, respecto al comportamiento de la perito, la cuestión que hemos de plantearnos es muy sencilla: si de hecho hubiera querido mentir, si fuera la golpista falsificadora y perjura que nos han pintado, ¿qué le habría costado manipular arteramente el primer informe desde el principio? Le habría bastado con escribir esos dos componentes “neutros” y sanseacabó. En realidad, ni siquiera habría mentido en sentido estricto, pues nadie niega que en los focos había nitroglicol y nitrato amónico (lo que los críticos hacen, a partir de los resultados de 2007, es afirmar que también había otras cosas). Puesto que, como he señalado en el anterior párrafo, en último término todo dependía exclusivamente de su testimonio, ¿por qué no facilitarse la vida detallando esos componentes y desviando de ese modo la atención respecto de su informe, que, de otro modo, podría generar suspicacias a la postre? Creo que precisamente su comportamiento, cualquiera que sea el calificativo que queramos aplicarle (confiado, rutinario, descuidado…), sólo se entiende desde la buena fe de una funcionaria policial cuyo trabajo nunca había sido impugnado en lustros de servicio, ni siquiera por los abogados de los terroristas de ETA. En este sentido, bien es cierto que, como indicó Gómez Bermúdez durante la vista (28.5.2007), “el que no se cuestionen no quiere decir que sean correctos siempre”, pero una cosa es, como ya he comentado en otras ocasiones, que alguien piense que una determinada actuación pudiera ser mejorable o no, y otra bien distinta la atribución de un dolo criminal. El comportamiento de la analista, a la hora de hacer juicios de intención, ha de examinarse en el contexto en el que ella se había desenvuelto durante años, con los conocimientos que ella tenía o creía subjetivamente tener y con las expectativas que razonablemente cabía atribuirle. Y, en este aspecto, observamos una vez más que la descripción que hacen los críticos del comportamiento de unos presuntos delincuentes policiales retrata a éstos como auténticos descerebrados, capaces de incurrir en complejísimos y alambicados razonamientos causales (por lo demás inverosímiles) sobre las consecuencias electorales de sus fechorías, pero absolutamente incapaces de adoptar las más mínimas precauciones: unos idiotas integrales.

Observaciones adicionales

No quisiera terminar esta entrega, dentro del bloque que examina los análisis de la perito 17.632, sin hacer algunas apreciaciones complementarias. Ya he valorado negativamente en alguna ocasión la fijación hacia determinados personajes (en particular, Sánchez Manzano y su entorno) de algunos críticos, que no dedican demasiado tiempo a comprobar si lo que les escandaliza es tan excepcional dentro de un panorama comparado.

Que la perito de los Tedax no especificara componentes en su informe sobre los focos se presenta poco menos que como un crimen contra la humanidad. ¿Pero es tan excepcional esa pretendida felonía?

Un simple ejemplo: en el Tomo 75 del Sumario (folios 22.954 y 22.955) consta un informe pericial de la Policía Científica que analiza unas hojas de periódico “manchadas en una esquina con una sustancia de aspecto grasiento”. ¿Cuál es el resultado?: “La mancha es de ACEITE MINERAL”. Pero, un momento, aceites minerales los hay de muchas clases y muchas marcas, dependiendo de sus ingredientes principales y sus aditivos, y las proporciones respectivas de unos y otros. ¿Por qué los peritos no especificaron componentes? Cabría aducir que el interés de su estudio se ceñía a determinar la presencia o no de sustancias explosivas y, una vez descartadas, lo demás no tenía importancia. Es una objeción válida, pero ¿y si, por alguna razón difícil de imaginar, después de unos años hubiera surgido algún tipo de controversia ligada a esas hojas de periódico y su mancha de aceite? Tampoco hay que olvidar, nuevamente, el contexto en el que la perito 17.632 desarrolló su propio trabajo, que jamás había sido cuestionado, y con las explicaciones que ella dio: ¿cuántas veces en España se ha discutido públicamente (y de manera acalorada) sobre los componentes de cualquier explosivo en un caso de terrorismo? ¿Podía la analista, dados su conocimiento y experiencia previos, haber previsto la que se le vendría encima?

Si el ejemplo (anecdótico) del aceite mineral parece insuficiente, cabe esgrimir otro de primera relevancia. Volvamos a la recurrente metenamina, en relación con un aspecto que ya perfilé en mi entrega VII. Como es sabido, dos peritos Tedax de la Guardia Civil (uno de los cuales participó también en 2007 en la pericial de explosivos encargada por el tribunal presidido por Gómez Bermúdez) analizaron en 2004 la dinamita encontrada el 2 de abril de ese año en las vías del AVE a su paso por Mocejón. Pues bien, dichos peritos SÍ hallaron metenamina en sus análisis pero NO la reflejaron en su informe original. Para cualquiera medianamente familiarizado con la materia debería ser obvia la trascendencia de esta omisión. Lamento repetirme con un asunto tan trillado, pero nunca se insistirá lo suficiente. No olvidemos que la fusilería mediática en torno a esa sustancia se basó sobre todo en el hecho de que (supuestamente) sólo había aparecido en dos muestras concretas: el resto de cartucho de la Kangoo (M-2) y la muestra patrón de Goma 2 ECO (M-3), remitida por los Tedax para su cotejo junto con la anterior al laboratorio de la Policía Científica. Tal coincidencia, para los críticos selectivos, se explicaba únicamente porque ambas muestras habían tenido que salir del mismo cartucho y eso demostraba el “dolo” y la “intencionalidad aviesa” de Sánchez Manzano, etc., etc. No obstante, es lógico pensar que, si desde el primer momento se hubiera hecho constar la presencia de metenamina también en la dinamita de las vías del AVE, esa leyenda urbana sobre el cartucho único probablemente no habría llegado nunca a surgir. ¿Cómo explicar que la misma metenamina del mismo cartucho de Sánchez Manzano estuviera también en los doce kilos de Goma 2 ECO recogidos de la vía férrea?

¿Quién puede negar, pues, la relevancia y persistencia de la mitología de la metenamina? Lo curioso es que esos peritos de la Guardia Civil que “ocultaron” en su día la presencia de metenamina han sido posteriormente denigrados, pero sólo en la medida en que su actuación en el juicio del 11-M supuso un respaldo de la versión oficial. Mientras la metenamina era un clavo argumental en el ataúd de Sánchez Manzano y compañía, los Tedax de la Guardia Civil eran prácticamente unos héroes. ¿Por qué? Porque ellos mismos solicitaron a las autoridades judiciales que se investigara la posible presencia de metenamina en los explosivos del 11-M. A raíz de ello, Del Olmo requirió a la Unidad de Sánchez Manzano que le informara acerca de “si en todas o algunas de las muestras obtenidas en las distintas actuaciones derivadas de los atentados del 11 de marzo de 2004 y 3 de abril de 2004 (sustancias explosivas intervenidas o muestras de las mismas) se ha localizado la presencia de la sustancia conocida como ‘metenamina’.” Los de la Guardia Civil lo pedían para explicarse el resultado que ellos comprobaron (pero no reseñaron) en su propio informe, pero los conspiracionistas lo interpretaron como una forma de avisar al juez Del Olmo “sibilinamente”, “con muy mala intención”, de que Sánchez Manzano le había colado a Su Señoría una trola bien gorda a cuenta de la metenamina, y así “destapar el engaño”. De este modo, en el tantas veces mencionado artículo de García Abadillo de 11 de julio de 2006 (“El explosivo que estalló el 11-M fue distinto del que tenían los islamistas”), el vicedirector de El Mundo declaraba que:

Esa pregunta, realizada por los expertos de la Guardia Civil, era un aldabonazo a la credibilidad del comisario jefe de los Tedax, que seguía manteniendo la existencia de la metenamina como componente de la Goma 2 ECO.

Cuando la única metenamina que se conocía era la de las muestras M-2 y M-3 y no se sabía que los Tedax de la Guardia Civil habían “ocultado” la suya, las imputaciones de los críticos eran maliciosas, pero no completamente ayunas de una mínima apariencia de sustrato fáctico. Cuando García Abadillo finalmente conoció (no pudo no haber conocido) que también había metenamina en el explosivo del AVE (como muy tarde, cuando la fiscalía presentó su escrito de conclusiones provisionales de 7.11.2006) y que los analistas de la Benemérita lo habían escamoteado a la opinión pública… ¿cambió sus conclusiones? ¿decidió exculpar a Sánchez Manzano y dirigir su ímpetu censor a esos otros peritos que no detallaban todos los componentes? De eso nada. El malo sigue siendo el de siempre. Así, en el Prólogo de “Titadyn” (pp. 28-29), el vicedirector de El Mundo, haciendo mofa de la lógica más elemental, se plagia a sí mismo copiando casi al pie de la letra sus aseveraciones de años antes:

Esta pregunta, realizada por los expertos de la Guardia Civil, era un aldabonazo a la credibilidad del comisario jefe de los Tedax que había mantenido en su escrito enviado al juez que la metenamina era un componente de la Goma 2 ECO.

La psicología social tendría mucho que decir sobre esta perseverancia de las creencias según la cual los datos cambian pero las conclusiones permanecen inmutables. Sea como fuere, está claro que, si desde el principio se hubiera sabido lo que los peritos de la Guardia Civil silenciaron en su informe, las probabilidades de que se hubiera podido originar esa bola de nieve luego imparable y aparentemente incorregible sobre las consecuencias asociadas a la metenamina se habrían visto radicalmente mermadas. Nos habríamos podido ahorrar años de sandeces.

En lo que ahora nos atañe, el anterior episodio ilustra la falta de ecuanimidad al juzgar comportamientos objetivamente semejantes según la identidad del sujeto de que se trate: los de la Guardia Civil son buenos, aunque oculten un componente esencial en la polémica (espuria); la perito Tedax es mala por ocultar los componentes…

Ello también ofrece alguna lección sobre la capacidad de los medios para crear y fabricar escándalos al albur de su selectivo interés. Pero esa es otra cuestión.

(Continuará)

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