Titadyn, el eterno retorno (XLII) por Rasmo

Titadyn, el eterno retorno (XLII) por Rasmo

En la anterior entrega comencé a estudiar las críticas vertidas contra el informe sobre los análisis de los focos realizados, a partir de la misma mañana de la tragedia, por la perito 17.632 en el laboratorio de los Tedax (recordemos que su fecha de salida fue 27 de abril de 2004). Señalé que estas apreciaciones impugnaban la validez de dicho informe sobre bases formales y técnicas, atendiendo en particular a su contenido. Expuse en detalle la falta de fundamento de las objeciones jurídicas relativas a la cuestión del número de peritos intervinientes.

Las consideraciones negativas que ahora empiezo a abordar se refieren a las alegadas deficiencias que, partiendo del propio documento de los Tedax, algunos extienden a su práctica analítica en cuanto tal y que, según alegan, permiten otorgar a esos análisis los calificativos de “negligentes”, “aberrantes” y “deplorables” (EM, 9.7.2009, lateral derecho; y EM, 14.2.2007). [El primero de los artículos citados refiere las declaraciones que los peritos Antonio Iglesias y Carlos Romero realizaron, en defensa de El Mundo, ante la juez que conoció de la fallida demanda de Sánchez Manzano contra ese diario.]

Uno de los principales cargos dirigidos contra el contenido del informe atañe a su carácter impreciso, es decir, al hecho de que no establezca la marca concreta del explosivo utilizado en los trenes. Es más, a muchos les parece inaceptable que ese informe se limite a mencionar que en los focos de explosión (no en todos: en dos de ellos no se hallaron sustancias reseñables) se detectaron “componentes de dinamita”, sin referir el nombre de tales componentes.

Este asunto de la indefinición de la marca de dinamita y de sus componentes en el informe de los análisis realizados a los restos de los focos de explosión ha suscitado innumerables malentendidos y muchas manifestaciones que se solapan confusamente. Incluso en algún aspecto concreto y durante algún tiempo limitado es posible que ciertas dudas de los críticos pudieran haberse apoyado en determinadas declaraciones desafortunadas del propio Sánchez Manzano. Me apresuro a indicar que, en mi opinión, ello no justifica en modo alguno que se sigan reiterando durante años las mismas falacias una vez que se cuenta (y se contaba) con toda la información disponible para formarse una idea cabal de lo acontecido. Seguidamente, antes de entrar en detalles adelantaré algunas líneas generales de mi exposición.

Al llamar la atención sobre la referencia en el informe discutido a componentes de la dinamita sin especificar éstos, los críticos inciden según los casos en un elemento de capacidad y en otro de voluntad. Es decir, el informe de los Tedax no da los componentes concretos hallados en los focos de explosión, pero ¿eso significa que no podían darlos o que no querían darlos? A su vez, se produce con frecuencia una mistificación en el sentido de que se pasa de la marca de explosivo a los componentes. Esto es, no poder/querer identificar la marca concreta de dinamita equivale supuestamente a no poder/querer identificar componentes.

La autora del informe, la perito 17.632, como luego veremos en profundidad, expuso en diversas ocasiones por qué optó por no referir los componentes que halló en su día y manifestó que, en un análisis de restos explosionados normalmente no es posible encontrar todos los componentes del explosivo utilizado, lo que impide a su vez identificar una marca concreta de dinamita. Estas explicaciones son sumariamente rechazadas por sus críticos o cuestionadas con alegaciones bastante endebles, no exentas de la malicia habitual.

Esa doble vertiente, según la cual se acusa alternativamente a la perito de los Tedax de no poder o de no querer referir los componentes hallados en sus análisis, presenta aspectos un tanto contradictorios. Por un lado, cuando se trata de la capacidad, suele olvidarse la explicación de la agente 17.632 en el sentido de que no es posible en general dar la marca específica de una dinamita explosionada y algunos se preguntan con aspavientos cómo es que ella en concreto no pudo y, entonces, por qué no envió las muestras a la Policía Científica ya que, se sobreentiende, la Policía Científica sí que puede determinar la marca a partir de restos de explosión. Cuando ésta es la línea argumental, se incide en los paupérrimos análisis realizados en la sede de los Tedax, en un laboratorio de la “señorita Pepis” (EM, 14.2.2007) y con técnicas “tercermundistas” (CGA, EM, 20.11.2006). Con el tiempo, haciendo uso de unas declaraciones tal vez mejorables de Sánchez Manzano, esta idea se resume en el hecho de que los análisis de los focos emanados de su unidad no fueron “científicos”, lo que frecuentemente se identifica de manera confusa con lo tratado en la anterior entrega en relación con el “valor pericial” o “valor probatorio” del informe cuestionado, ya que “se supone que los informes periciales que se remiten al juez deben tener un carácter científico” (García Abadillo y Marraco, EM, 21.1.2007).

Por otro lado, cuando lo que se quiere destacar es el aspecto intencional, lo que se preguntan los escépticos es por qué no se quiso dar la relación de componentes específicos hallados por la perito de los Tedax: qué había en esos resultados que fuera tan terrible como para no querer revelarlo. Evidentemente, se sugiere que lo que quería ocultarse era la presencia de la nitroglicerina y/o el DNT, que aparecieron en los análisis efectuados tres años más tarde (en 2007), elementos que, como es sabido, son en principio ajenos a la Goma 2 ECO. La contradicción a la que he aludido proviene de que, cuando se sigue esta línea argumental, se insiste en que las técnicas empleadas por la perito 17.632 eran suficientes y podían determinar perfectamente la presencia de esos componentes (que se decidió ocultar). En suma, ya no son una birria. Uno de los que más han insistido en este punto, por cierto, es el propio Antonio Iglesias, desde las páginas de “Titadyn” y fuera de ellas.

El resultado final de todas las tropelías relacionadas con esos análisis de los focos, según se insiste en “Titadyn”, en la querella de la AAV11-M y en muchas otras ocasiones, es que, por culpa de la perito 17.632 y de Sánchez Manzano, X años después seguimos sin saber qué explotó en los trenes. La imputación básica se traduce en que “es imposible que no se hayan podido analizar restos de los focos y determinar la naturaleza del explosivo sin una intención deliberada de ocultar lo ocurrido” (Pedro J. Ramírez, 11.3.2011, encuentro en elmundo.es).

Estos y otros aspectos se tratarán a continuación en detalle. Pero, antes, un pequeño excurso.

La importancia de saber (o querer) leer

Del Sr. Iglesias ya he dicho que en su libro (pero no sólo en él) incurre en numerosas falacias e inexactitudes impropias de alguien que se las da de científico; pero, más allá de la incompetencia, creo incluso justificado poner en duda su buena fe. Él, que no desperdicia ocasión para denunciar las supuestas actitudes de sus compañeros oficiales de pericia y para atribuirles toda clase de reprobables intenciones, hace en “Titadyn” unas valoraciones sobre el informe de la especialista química de los Tedax que no puedo obviar. No se refieren específicamente a la cuestión de los “componentes de dinamita” presuntamente ocultados por los Tedax, pero establecen el tono (tanto malicioso como ridículo) de lo que este perito, con su habitual plural mayestático, considera necesario dictaminar sobre el trabajo ajeno.

El informe de los Tedax de 27 de abril de 2004 que aquí se discute en realidad no se limitaba a dar cuenta de los análisis efectuados sobre los restos de los focos de explosión. Dicho documento respondía a una petición del juez Del Olmo de 24 de marzo de 2004, que solicitaba información “sobre la composición y origen del material explosivo empleado en la confección de los artefactos”. Pues bien, para todo el mundo, menos para los conspiracionistas, la mochila de Vallecas era uno de esos artefactos colocados en los trenes, afortunadamente recuperado intacto. En consecuencia, el informe de la perito 17.632 incluye un apartado 4 en el que se refieren los análisis efectuados a la conocida como muestra M-4, extraída de esa mochila. Dichos análisis fueron realizados inmediatamente después de la masacre por la Policía Científica y comunicados mediante informe 173-Q2-04, de 12 de marzo de 2004, “del que se adjunta original”, según advierte el informe de los focos de explosión (y efectivamente, este informe de la Policía Científica aparece en el sumario inmediatamente después del informe de los Tedax que lo cita).

Esto viene al caso porque, en las páginas 251 a 255 de “Titadyn”, el Sr. Iglesias expone algunas conclusiones preliminares sobre las “muestras de explosivo no explosionado” (se refiere al resto de cartucho hallado en la Kangoo, al “patrón” de Goma 2 ECO enviado a efectos de cotejo con el anterior por los Tedax y a la mochila de Vallecas) por comparación de los resultados obtenidos en la pericia encargada por el tribunal en 2007 con los recogidos en el citado informe 173-Q2-04 (mochila de Vallecas) y en el informe 173-Q1-04 (cartucho de la Kangoo y muestra de cotejo), este último también de la Policía Científica y también de 12.3.2004. Iglesias alude igualmente al informe urgente sin número de registro efectuado por la Policía Científica el mismo día de la masacre, del que los informes de 12 de marzo referidos (173-Q1-04 y 173-Q2-04) son ampliatorios. Como ya he dicho, el documento de los Tedax menciona únicamente el informe 173-Q2-04, que es el que tiene por objeto un “artefacto”, tal como pedía el juez instructor.

Al hablar de todos estos informes, incluido el de la perito Tedax 17.632, el Sr. Iglesias discute los diversos componentes en ellos mencionados (o no) y señala lo siguiente:

Carbonato cálcico: no hemos podido confirmar su presencia a pesar de que […] aparece calcio. Tampoco reseñaba carbonato cálcico el «Informe urgente», sin número de registro, del 11 de marzo de 2004, aunque fue incluido al día siguiente en los informes analíticos de la propia Policía Científica (173-Q1-04 y 173-Q2-04), ampliatorios del anterior. Es extraño que no se reseñara en el primer informe y sí en los del día siguiente […]. La presencia de calcio no permite inferir que en la muestra haya carbonato cálcico, componente que figura en las especificaciones de la Goma 2 ECO. Por esta razón, parece una ligereza el incluirlo, como si se quisieran ajustar los resultados analíticos al perfil de este explosivo.

Aunque no afecte directamente al objeto que ahora nos ocupa, creo que merece la pena detenerse a saborear este párrafo. El hallazgo de calcio no permite deducir la presencia de carbonato cálcico, componente de la Goma 2 ECO. Esto lo dice el mismo perito que muchas páginas antes había reprochado que los peritos de la Guardia Civil encontraran estearato de metilo en el explosivo recuperado de la vía del AVE pero no lo reseñaran en sus respectivos informes, ya que, argumentaba Iglesias, el estearato de metilo es una “sustancia muy próxima” al estearato cálcico, que es un componente de un determinado explosivo militar. Ya conocemos su afición por la “Química Según”.

Por su parte, la acusación de “ligereza”, “como si se quisieran ajustar los resultados”, sin duda apunta al hecho de que uno de los firmantes de esos análisis de la Policía Científica objeto de suspicacia fue Alfonso Vega, cuya honestidad, como ya he indicado anteriormente, ha sido puesta en entredicho en multitud de ocasiones. Lo chirriante de esta sibilina actitud, como también destaqué en su día, es que esos mismos informes de la Policía Científica tenían igualmente como autor al Sr. Escribano; el informe sin número de referencia y el 173-Q1-04, además, los firmaba asimismo la Sra. López Cidad. Y resulta que estos dos, famosos por su intervención en el asunto del ácido bórico, son, en opinión de El Mundo y compañía, los campeones de la honradez pericial. Es decir, según Iglesias, estos dos intachables peritos elaboraron informes a los que él imputa “ligereza” y una posible intencionalidad de “ajustar los resultados”. La inconsistencia argumental de “Titadyn” en este punto es notable. O más bien de sus patrocinadores, quienes, con bastante menos, han hecho portadas infamantes. Pero sigamos con la exposición del Sr. Iglesias, porque ahora viene lo mejor, en relación con el informe que de verdad nos interesa. Inmediatamente después de la cita precedente, su texto continúa así (páginas 253-54; cursiva en el original):

A partir de este punto, en el informe firmado por Sánchez Manzano y el funcionario con carné profesional 17.632, enviado al juez Del Olmo seis semanas después del atentado, se añade a los componentes dinitroetilglicol (EGDN), nitrocelulosa (NC), nitrato amónico (AN) y dibutilftalato (DBF), el carbonato cálcico, componente común de la Goma 2 ECO, mientras que se omite mencionar la metenamina, compuesto ajeno a la composición de este explosivo, por lo cual consideramos que dicho informe falsea el resultado de los análisis de la Policía Científica y es tendencioso porque acomoda los resultados analíticos a la presunción de que el explosivo encontrado tenía que ser Goma 2 ECO.

Independientemente de que señalemos este último hecho, importante por cuanto marca una querencia, consideramos […]: Que la composición de las evidencias analizadas de la mochila de Vallecas […] es compatible con las especificaciones de la composición de la Goma 2 ECO.

Basta leer el apartado 4 del informe de los Tedax criticado para observar que dicho documento no está añadiendo ni omitiendo nada. Está citando, al pie de la letra, los resultados analíticos del informe de la Policía Científica 173-Q2-04: “nitrocelulosa, nitroglicol, nitrato amónico, ftalato de dibutilo y carbonato cálcico”. Esto, para el Sr. Iglesias, es “falsear” el resultado. Quizá habría preferido una cita tan fiel como las que suele hacer el coautor de su libro. Pero lo esperpéntico es que califique ese punto de “tendencioso” y revelador de una “querencia” por la Goma 2 ECO, cuando él mismo está de acuerdo en que, de hecho, el explosivo de la mochila de Vallecas es Goma 2 ECO. Cuesta creer que no esté hablando de sí mismo cuando utiliza esas expresiones.

Y ahora, tras la digresión, entremos en materia.

La historia no oficial

Es importante señalar que los elementos básicos de las explicaciones ofrecidas desde instancias oficiales y, más concretamente, por Sánchez Manzano y la perito 17.632 ya eran conocidas en El Mundo y aledaños desde momentos muy tempranos, sin alboroto alguno. Salvo excepciones poco significativas, en este asunto, como es habitual, lo que se produce no es tanto un descubrimiento de nuevos hechos cuanto una reinterpretación y relectura en clave intrigante de historias pasadas. Reservo para más tarde las oportunas referencias.

Si no me equivoco, el primero en perfilar claramente los elementos fundamentales del relato conspirativo en este asunto de los análisis de los focos de explosión fue Fernando Múgica en su Agujero Negro XIII, a punto de cumplirse el primer aniversario de la matanza (EM, 8.3.2005):

Los peritos del sumario ni siquiera consiguen determinar el tipo de dinamita que explosionó en los trenes. […] Hasta ahora, se han manejado dos verdades absolutas que se consideran indiscutibles: las bombas que explosionaron en los trenes estaban fabricadas con Goma 2 y la dinamita utilizada salió de Mina Conchita, en Asturias. […] [L]as dos afirmaciones se sostienen con pruebas meramente deductivas.

En las propias conclusiones policiales se lee con absoluta claridad: «No se puede afirmar el tipo de dinamita que explosionó en los trenes». Los componentes encontrados no son suficientes como para confirmar que fuera Goma 2. En definitiva, a pesar de la desenfrenada polémica que ello suscitó, un año más tarde de los atentados no puede concretarse el tipo de dinamita que provocó la matanza. […] [S]eguir la pista de la Goma 2 sólo puede conducir a la dinamita que no explosionó […].

Múgica abriendo camino una vez más. Las dudas sobre lo que había explotado en los trenes, sin embargo, aún no se expresaban con la virulencia y la concreción que vendrían más tarde. De hecho, por aquel entonces el Titadyn no pintaba mucho mejor que el explosivo de la versión oficial. En el mismo artículo que acabo de citar, Múgica advertía:

No obstante, entre los propios miembros de la Unidad Central de Información de la Guardia Civil (UCIE) se extiende cada vez más el convencimiento de que 10 kilogramos de dinamita, sea Goma 2 o Titadyne, no hubieran roto por sí solos las estructura de la base de los vagones, ni hubieran abierto los mismos como si se hubiera utilizado un abrelatas.

Eran los tiempos en que flotaba en el ambiente el espectro del “explosivo militar”.

Poco después, el 16 de marzo de 2005, Del Olmo emitió una providencia por la que solicitaba de las Unidades Centrales de Desactivación de Explosivos de la Policía y de la Guardia Civil la realización de un informe pericial conjunto sobre una serie de extremos relacionados con los explosivos (Tomo 114, folio 39.286 del Sumario). En lo que atañe a la Policía, Sánchez Manzano respondió designando dos peritos, diplomados Tedax con carnés profesionales 19.568 y 66.646, mediante escrito de 20 de abril de 2005 (Tomo 130, folios 46.939 a 46.942), en el que aprovechaba para recordar al juez instructor las respuestas a lo que solicitaba ya incluidas en informes que se le habían facilitado previamente. El producto final de esa colaboración entre los Tedax de la Guardia Civil y de la Policía Nacional es un amplio informe que figura en el Tomo 145 [12 megas] del Sumario. En dicho estudio conjunto se compendian y estructuran las conclusiones de los principales informes anteriores en materia de explosivos (que se adjuntan en anexos), incluido el elaborado por la perito 17.632 y su referencia a los “componentes de dinamita”.

Pasados unos meses, basándose en la información reflejada en aquel escrito de Sánchez Manzano de 20 de abril de 2005, Fernando Lázaro y Antonio Rubio firmaron un titular según el cual “La Policía no detectó explosivos en dos ‘focos’ del 11-M” (EM, 1.8.2005). El artículo señala que los “técnicos no precisan si la dinamita que estalló en los trenes era Goma 2” y añade que “sí lo pueden precisar sobre el explosivo utilizado […] en Leganés, ya que allí se encontraron algunos cartuchos sin detonar”. Incluye una errata al citar el escrito del Jefe de los Tedax, pues le atribuye la afirmación de que en Leganés detonaron 209 kilos de explosivo, cuando la cantidad mencionada por Sánchez Manzano era de 20 kilos, pero el tono de la información no es particularmente suspicaz ni malicioso. Más bien neutro.

Distinto es el caso de Manuel Marraco, que vuelve dos meses más tarde (EM, 2.10.2005) sobre ese mismo escrito de Sánchez Manzano con ganas de atizar al mando policial. La orientación de la noticia (“El jefe de los Tedax rechaza reproducir las explosiones del 11-M”) puede percibirse desde el subtítulo:

Del Olmo le había solicitado que realizara una simulación en un vagón de Cercanías para aclarar algunas dudas acerca de los artefactos.

En realidad, Sánchez Manzano no se había negado a hacer algo que Del Olmo “le había solicitado”. Lo que el juez hizo fue preguntarle al Jefe de los Tedax si éstos “consideraban necesario” realizar esas simulaciones. Y la respuesta fue que no era necesario, por las juiciosas razones que indica el escrito de 20 de abril de 2005 (Marraco se refiere a este escrito con su fecha de envío al Juzgado, es decir, el 22 de abril de 2005). Pero Sánchez Manzano ya llevaba camino de convertirse en el hombre del saco periodístico que todos conocemos, como apuntaba, dentro de ese mismo artículo de Marraco, la sección titulada “Los otros episodios de Manzano”. El periodista de El Mundo encuentra censurable que el Jefe de los Tedax ofreciera al juez aclaraciones en vez de limitarse a nombrar a dos peritos y punto. En este sentido, resulta particularmente oprobioso el siguiente pasaje:

Sólo en el último párrafo [Sánchez Manzano] informaba al juez que se había designado a dos expertos –uno de ellos él mismo– «para ampliar los estudios realizados sobre estos u otros extremos que estime oportunos».

Lo cierto es que, en su escrito, Sánchez Manzano designó a los peritos diplomados Tedax con números profesionales 19.568 y 66.646. El primero era un Inspector Jefe, al frente de la Sección de Centro de Información de Artefactos Terroristas; el segundo era un Subinspector, Jefe del Grupo de Informes Técnicos y Periciales. Sánchez Manzano no es diplomado Tedax, como ya sabemos, y su número profesional empieza por 15, según consta en alguno de los documentos procesales que he consultado. Así pues, no se designó a sí mismo como experto de nada. La maledicencia suele ser inelegante pero, cuando además se basa en datos falsos, resulta impresentable.

En lo que ahora nos atañe más directamente, Manuel Marraco ejercía la habitual práctica de la atribución de intenciones y la lectura de actitudes:

Los interrogantes planteados por el magistrado apuntaban a que los errores, omisiones y retrasos en los informes de los Tedax le hacían albergar dudas sobre, por ejemplo, si en todos los focos del 11-M se había empleado el mismo tipo de explosivo, la misma cantidad, y si éste coincidía con el hallado en la furgoneta de Alcalá y en la mochila desactivada en Vallecas.

Discurriendo por vías paralelas, no hacía mucho que Luis del Pino había iniciado sus “Enigmas” en Libertad Digital señalando ya en la primera entrega de su serie (3.8.2005) que “no sabemos qué explosivos se utilizaron en los trenes”. Una semana más tarde, en su cuarta entrega (10.8.2005), introduce una peculiar variante terminológica, al señalar que en el análisis de los focos sólo se habían podido hallar “componentes genéricos de dinamita”, “por lo que no podemos afirmar con seguridad qué tipo de dinamita se usó para los atentados (es decir, no existen datos analíticos para determinar si lo que estalló en los trenes fue Goma-2, Titadyne u otro tipo de dinamita)”.

En realidad, esta referencia no es correcta. El informe discutido nunca habla de “componentes genéricos de dinamita”, sino de “algunos de los componentes de los explosivos conocidos genéricamente como Dinamitas”, “componentes de Dinamita” y “componentes habituales de las Dinamitas”.

En cualquier caso, Del Pino se basó (explícita o implícitamente) en esa imprecisa alusión a los “componentes genéricos” para expresar la consiguiente duda acerca de lo que estalló de verdad en los trenes en múltiples escritos posteriores, en los que se preguntaba por los “componentes exactos” detectados en los análisis de los focos (por ejemplo, en la entrega 11 de sus Enigmas, de 24.9.2005, y en las entradas de su blog de 16.10.2005 y de 18.10.2005).

Pero sus recelos sobre la Goma 2 ECO no le inclinaban precisamente hacia el Titadyn, ya que “tampoco se utilizó dinamita en los trenes, si hemos de fiarnos de las declaraciones ante el juez del Tedax que coordinó las labores de desactivación el 11 de marzo” (blog, 19.10.2005). Se refería (y lo hizo insistentemente) a unas declaraciones (pueden verse, por ejemplo, en la p. 53 del auto de procesamiento) de Cáceres Vadillo (de la Brigada Provincial de Madrid de los Tedax), que Luis del Pino parece no haber entendido. En aquella época, este periodista sobrevenido también consideraba particularmente verosímil la hipótesis del explosivo militar.

Así lo expresó, de hecho, en su artículo de El Mundo de 16.4.2006, comentando el auto de procesamiento que Del Olmo había dictado unos días antes y que, a su juicio, marcaba nada menos que “El declive de la versión oficial del 11-M”:

[L]os informes emitidos por Sánchez-Manzano indicaban que en dos de los focos de explosión no apareció resto alguno de dinamita y en los otros ocho aparecieron «componentes genéricos de dinamita» (sin que se indiquen cuáles son esos componentes). Sin embargo, según el auto de Del Olmo, existen serias dudas de que se usara Goma-2 en los trenes: el auto ratifica que la inspección ocular realizada por los Tedax que participaron en las labores de desactivación en Atocha revela que se utilizó algún explosivo de tipo militar. Teniendo en cuenta que algunos grupos terroristas utilizan mezclas de explosivos de tipo militar (como el RDX) con nitroglicerina, y que esas mezclas también dejan restos de «componentes genéricos de dinamita» después de la explosión, ¿qué fue lo que estalló en los trenes?

Por cierto, salvo error por mi parte, en este artículo Del Pino introduce por primera vez en El Mundo la referencia inexacta a los “componentes genéricos de dinamita”. A partir de ahí, la expresión se hace también ubicua en decenas de artículos de ese periódico firmados por Pedro J. Ramírez, Manuel Marraco, Joaquín Manso, etc. Se emplea igualmente en “Titadyn” (en la parte del perito Iglesias; por una vez, García Abadillo no acoge la falsa cita), en “La Cuarta Trama”, de José María de Pablo, y en la querella interpuesta por éste contra Sánchez Manzano y la perito autora del informe en cuestión. Curiosamente, su reiteración provoca que aparezca incluso en algún escrito de la representación legal de estos policías. Pero es una minucia menor.

En cualquier caso, es interesante esa referencia de Luis del Pino al RDX con nitroglicerina, para señalar que el hallazgo de “componentes genéricos de dinamita” (entre los que él mismo incluye precisamente la nitroglicerina) no implicaba que este último tipo de explosivo (dinamita) fuera el que de verdad se utilizó. Se trata de una idea que ya había expuesto y aún expondría en repetidas ocasiones (por ejemplo, en su citado Enigma 11). En este sentido, visto con perspectiva, resulta especialmente llamativo el razonamiento que Del Pino ofrece en la entrada de su blog de 27.6.2006. Recordemos de discusiones precedentes que esta última entrada se publica sólo dos días antes de que el mismo autor, apoyándose en los comentarios de uno de sus seguidores, pusiera en relación por primera vez la referencia a la nitroglicerina que hizo Sánchez Manzano en la Comisión del 11-M y la circunstancia de que la Goma 2 ECO no contiene dicho componente. Sobre esto último ya me extendí en su momento. En lo que ahora nos atañe, la argumentación de Luis del Pino se presentaba así aquel 27 de junio:

Ni en el sumario, ni en el auto de procesamiento se indica qué componentes genéricos de dinamita se encontraron en ocho de los diez focos de explosión, pero Sánchez-Manzano deja claro, […] en la Comisión 11-M, que lo que se encontró es nitroglicerina.

La nitroglicerina no es dinamita, sino tan sólo uno de los componentes que se pueden emplear para fabricarla. Pero la nitroglicerina puede usarse para fabricar otros explosivos distintos de la dinamita. Por ejemplo, ya hemos comentado en otras ocasiones que la mezcla RDX+nitroglicerina tiene unos efectos muy similares al C4 o al Semtex, y ya ha sido usada anteriormente por grupos terroristas. Dicha mezcla, al explotar, dejaría “restos de componentes genéricos de dinamita”, concretamente nitroglicerina.

Así pues, repitamos la pregunta: ¿qué narices es lo que estalló en los trenes? No lo sabemos, pero el sentido común nos permite afirmar algo con una razonable certeza: si se nos han ocultado los datos y los análisis y se nos ha intentado convencer con falacias lógicas de que lo que estalló en los trenes es dinamita, es precisamente porque lo que estalló en los trenes no era dinamita.

Sin embargo, esa “razonable certeza” sobre la ausencia de dinamita aunque se hallara nitroglicerina no le impidió posteriormente aplaudir las aportaciones de El Mundo en apoyo de la tesis del Titadyn, que, huelga repetirlo, es una marca de dinamita. Efectivamente, recordemos que, el 11 de julio de 2006, El Mundo llevaba a su portada el notición de García Abadillo que básicamente repetía lo que Del Pino había publicado casi dos semanas antes (29.6.2006) en su blog y que ya ha ocupado gran número de páginas de mi serie: como Sánchez Manzano había mencionado la nitroglicerina en su comparecencia ante la Comisión del 11-M, eso significaba que, de hecho, se halló nitroglicerina en los focos, lo cual implicaba que lo que estalló en los trenes no podía ser Goma 2 ECO, porque ésta no llevaba nitroglicerina, a diferencia del Titadyn de ETA.

En esa célebre noticia firmada por el vicedirector de El Mundo (y posterior coautor de “Titadyn”) ya se mencionaba, con una evidente inexactitud en cuanto a su fecha, el informe sobre los focos (atribuido personalmente al Jefe de los Tedax), señalando que:

Curiosamente, cuando en dicho informe Sánchez Manzano se refiere a los restos encontrados en los focos de las explosiones localizados en los trenes, la concreción desaparece, no se habla de nitroglicerina, sino de «componentes habituales de la dinamita».

Pues bien, justo el día después de esa gran revelación, y desde las páginas del mismo diario que le había tomado prestada la exclusiva, Luis del Pino ya no veía ningún problema en extraer fantásticas conclusiones (EM, 12.7.2006):

A la vista de la información publicada por EL MUNDO, se comprende perfectamente […] por qué se redactaron informes tan vagos, que hablaban tan sólo de «componentes genéricos de dinamita». […] Si en los trenes había nitroglicerina, quiere decir que se utilizó algún tipo de explosivo distinto de la Goma 2 ECO (por ejemplo, algún tipo de Titadyn). Y eso, a su vez, quiere decir que alguien dio la orden, en algún momento, de ocultar esos resultados y de preparar, en su lugar, las pistas necesarias que condujeran a suponer que se había utilizado Goma-2 ECO. En otras palabras: alguien dio la orden, conscientemente, de engañar a la opinión pública para alejar las sospechas de ETA y centrarlas en el entorno islamista. La pregunta es: ¿quién dio esas órdenes?

He ahí expresado con toda claridad el nuevo enfoque que recibiría este asunto de los “componentes genéricos” a raíz de la tantas veces referida portada de García Abadillo. En esencia, se retomaban los puntos anticipados por Múgica (no se sabe realmente lo que estalló, la Goma 2 ECO es sólo una “deducción” basada en lo que no estalló, los análisis de los Tedax no especifican componentes…), pero dándoles una determinada orientación suspicaz basada ahora en un elemento tangible: la nitroglicerina, que supuestamente es exclusiva del Titadyn; y Titadyn significa ETA; y vuelco electoral; y ya se sabe…

Esa críptica referencia de los Tedax a los componentes genéricos de las dinamitas viene a interpretarse, pues, como un “engañoso cajón de sastre” (EM, editorial, 26.2.2007), que supuestamente esconde un gran secreto: el del explosivo que realmente, de verdad, estalló en los trenes, y no esa Goma 2 de atrezzo.

Con la ponderación y neutralidad política características, José María de Pablo lo anuncia así (“La Cuarta Trama”, p. 201; énfasis añadido):

Desde que comenzaron a surgir las dudas en torno a la versión oficial del gobierno socialista sobre la autoría intelectual de los atentados del 1l-M, uno de los mayores misterios consistió en la actuación del laboratorio de los TEDAX aquel día […].

Enseguida veremos que, como suele ser habitual, caben lecturas bastante banales de toda esta intriga.

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