Titadyn, el eterno retorno (III) por Rasmo

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Produce una tremenda pereza, no exenta de cierta melancolía, volver a empujar la piedra de Sísifo que este Lázaro redivivo ha echado a rodar de nuevo ladera abajo. Habrá que desempolvar viejas y agotadoras discusiones. Por mi parte, sin perjuicio de cuanto exponga a continuación, me remito en lo esencial al lúcido análisis que en su día efectuó Elkoko acerca de la “prueba estrella” (1, 2, y 3). El lector interesado encontrará allí los principales parámetros de lo que se discutía entonces (y se pretende reintroducir ahora), sin que su diagnóstico haya perdido, a mi juicio, validez alguna en lo fundamental.

He dicho, y no me cansaré de repetir, que no nos enfrentamos a nada nuevo, empezando por esa invocación reverencial a la autoridad de la “ciencia” casi como una verdad revelada por el altísimo y no como la opinión humana, demasiado humana (y en absoluto universal), de algunos peritos de parte. “Varapalo científico a la versión oficial” (editorial, EM, 17.5.07), “Las pruebas periciales estrechan el cerco a la versión oficial del 11-M” (editorial, EM, 19.3.07) o “la constante apelación de los peritos independientes a los procedimientos científicos a su alcance está dando frutos de enorme valor judicial” (anterior referencia) son proclamaciones con las que El Mundo se dispuso a anunciar el cuadragésimo quinto obituario de la ‘versión oficial’ desde que los “peritos independientes” comenzaron, hace ya más de dos años, a perfilar, sugerir o exponer las mismas opiniones que hoy se reeditan con tanto aplomo. Casimiro García Abadillo nos contó ya el 18 de  junio de 2007 la misma “intrahistoria” de la pericial, con las mismas suspicaces referencias a apagones, interferencias, añagazas del malvado director y demás supuestos incidentes que hoy nos relata “Titadyn”, y con las mismas habituales y muy reveladoras contradicciones, como espero también mostrar más adelante.

Ya desde los primeros estudios preliminares de la pericial del año 2007 tenían claro en El Mundo lo que decía la ciencia buena, buena: “Varios peritos sospechan que el explosivo que estalló en los trenes es diferente al resto” (EM, 15.2.07). Existían “Sólidas razones para creer que en los trenes no estalló Goma 2 ECO” (editorial, EM, 26.2.07). Unas semanas más tarde, “Crece el convencimiento de que en los trenes estalló otro explosivo” (CGA, EM, 19.3.07). Poco después, es más fácil concretar en la dirección adecuada: “Los peritos detectan los componentes del Titadyn en uno de los focos del 11-M” (CGA, EM, 1.4.07). Y, por último, tras los resultados definitivos, ya no quedaba ninguna duda: “«Rematada» la versión oficial, ya sólo queda la tesis del Titadyn” (editorial, EM, 2.6.07):

[S]ólo nos queda una única alternativa: que lo que estalló en los trenes fue Titadyn, una dinamita que sí contiene nitroglicerina y DNT, dos sustancias que han aparecido en los análisis de los restos de los explosivos. Guste o no, incomode a quien incomode, todo indica que lo que estalló en los trenes del 11-M […] fue, como sostienen los cuatro peritos independientes, Titadyn. Es decir, el explosivo habitual de ETA.

Y qué decir del “extraño caso de la metenamina” reveladora, de aún más rancio abolengo, cuyas referencias pueden trazarse hasta el 2006 y más allá (véase “Las mentiras de la metenamina, Fernando Múgica, EM, 12.8.05), con la siempre velada o explícita acusación de manipulación al vapuleado Sánchez Manzano:

La tesis más extendida entre los expertos en desactivación de explosivos es que Sánchez Manzano quiso, de forma apresurada, desmontar la tesis de que el explosivo utilizado por los terroristas en los trenes fuera justamente Titadyn (CGA, EM, 11.7.06)

Que nadie se me pierda porque lo de la metenamina es capital para demostrar el dolo, la intencionalidad aviesa con que, a juzgar por todos los indicios, el jefe de los Tedax trató de predeterminar el resultado de los análisis de los explosivos. No siendo tampoco un componente de la Goma 2 ECO, su detección tanto en los restos de papel parafinado, supuestamente encontrados en la Kangoo, como en la muestra patrón significativamente enviada para su cotejo al laboratorio, sólo se explica si ambas habían salido del mismo tarro […]. El que el ministro del Interior no se haya desembarazado aún de un presunto sinvergüenza y probado incompetente como Manzano […] sólo puede obedecer a que entre ellos haya lazos inconfensables o, más probablemente, a que Rubalcaba trate de impedir que el gran público se entere del estado ruinoso en que ha quedado el sumario del 11-M (Pedro J. Ramírez, EM, 23.7.06)

Y es que el director de El Mundo se repite hoy incluso en la literalidad de sus figuras retóricas de antaño:

…casi preferiría que se descubriera una modalidad políticamente correcta de Goma 2 ECO que también tuviera nitroglicerina y DNT. Pero como molecularmente eso es imposible…(PJ, EM, 1.4.07)

La misma imposibilidad molecular que acaba de invocar en su reencarnación de Zola, que, por cierto, como se habrá podido adivinar, tampoco es nueva. En efecto, en materia de 11-M, el director de El Mundo ha intentado asociar su nombre a uno de los grandes hitos del periodismo mundial en cuanto ha tenido ocasión. Ya fuera para sugerir la posibilidad de que el ex minero Trashorras, “con su cara de buen chico, con su mirada a la vez enigmática y serena” fuera otro Dreyfus digno de sus esfuerzos exculpatorios (PJ, EM, 3.9.06; véase igualmente la referencia a Zola en el mismo sentido en su carta de 16.7.06); para alentar lo que acabaría siendo el fiasco del caso “Díaz de Mera” (“tras el valiente paso adelante de Agustín Díaz de Mera que, a sabiendas o no, ha empleado la misma técnica que utilizó Zola al formular acusaciones querellables para abrir nuevos espacios judiciales a la revisión del caso Dreyfus, esto empieza a ponerse verdaderamente interesante”, PJ, EM, 17.9.06); para rememorar “el duelo entre Picquart y Henry” [“los principales actores secundarios del caso Dreyfus, en la medida en que el uno estaba empeñado en revisar la investigación que había servido para establecer la versión oficial de los hechos y el otro se oponía denodadamente a ello”, o sea,  “algo muy parecido a lo que viene sucediendo desde hace ya dos años en España”] ante las Nuevas Generaciones del PP (PJ, EM, 24.9.06); para lamentar que “los tres pobres peritos” del affaire bórico tuvieran “que pasar por los mismos padecimientos del honrado coronel Picquart” (PJ, EM, 1.10.06); o para sentirse reivindicados por la realidad en sus ensoñaciones heroicas, cuando, en lo que atañe a la pericial de explosivos, el Tribunal de la Audiencia Nacional acordó que se llevaran a cabo “los primeros análisis con rigor científico realizados tres años después de la masacre gracias al empecinamiento de El Mundo” (editorial, EM, 14.2.2007):

Pedro J. Ramírez escribio:

[11:30]: Desde luego, para los periodistas que hemos estado empeñados en que lo que se nos estaba contando no encajaba, en que la verdad oficial estaba llena de agujeros, agujeros negros, como dijo al principio de sus investigaciones Fernando Mugica, pues esto, sin lugar a dudas, va a suponer una reivindicación. Para resumir en un referente histórico: esto es como cuando la Corte de Casación ordena la revisión del caso Dreyfus. Y, además, transcurren los mismos tres, tres, cuatro años entre que se produce la primera resolución judicial, un error garrafal, y el momento en que se inicia… luego queda un larguísimo camino… (Tertulia de La Mañana de la COPE, 23.1.07)

Este último aspecto merece algún comentario, pues incide directamente sobre las valoraciones que desde El Mundo se han hecho recientemente a propósito de las nuevas “revelaciones” contenidas en el libro que ahora promocionan.

En efecto, a lo largo de los años, estos autores se han considerado continuamente respaldados por los acontecimientos judiciales, fueran cuales fueran la causa y el resultado objetivo de éstos. Que se decretara una nueva pericial de explosivos, como acabamos de ver, se debía al “empecinamiento” de El Mundo. En una actitud muy parecida a la reflejada ahora con el falaz episodio del supuesto aval prestado por el Colegio de Químicos al libro “Titadyn”, el Mundo estimaba que la decisión del tribunal “avala además el trabajo que EL MUNDO ha venido desarrollando en los últimos tres años y pone en evidencia a quienes, desde el periodismo y desde la política, han intentado siempre acallar o distorsionar nuestros planteamientos”, lo cual suponía un “varapalo a Del Olmo” (otro más) y “a la luz de lo que plantea el tribunal, queda en evidencia que ni el instructor ni la fiscal ni los jefes policiales han estado a la altura del envite” (editorial, 24.1.07). Su vicedirector, don Casimiro, se preguntaba: “¿cabe mayor enmienda a la instrucción realizada por Del Olmo?” (EM, 18.6.07). A esta fiesta no faltó Luis del Pino, para quien “las recientes decisiones de la sala que ha de juzgar los atentados del 11-M, referidas a la realización de pruebas antes del inicio de la vista oral, han dejado a Del Olmo a los pies de los caballos” (blog, 1.2.2007). Sin embargo, pese a estas pretensiones megalómanas en lo propio y denigrantes hacia terceros, la realidad fue y es decepcionantemente simple. Como indica el mismo auto por el que se decreta la admisión de las pruebas propuestas (de 23.1.07), “la admisión de la prueba propuesta en la forma que se dirá aparece como indiscutible al haber sido solicitada por una de las defensas”. El propio magistrado Guevara, integrante del tribunal, aclaró la cuestión de forma inequívoca: “De lo que ha tratado el tribunal es de preservar el derecho de defensa. […] No se está cuestionando ni la instrucción sumarial ni cualquier investigación” (11.2.07). Así de sencillo. Ahora los rescatadores de la verdad pueden ir por ahí envaneciéndose: “¡Uf!, de no ser por mí, hoy no habría amanecido”.

En esta línea, si nuestros Zolas hispanos sentían ya el cosquilleo de la cita con la grandeza histórica ante el anuncio de una nueva prueba pericial, igual acicate percibían ante las banales declaraciones de la Fiscalía, ya fuera para señalar la obviedad de que era previsible que algunos de las casi tres decenas de acusados resultaran absueltos (una constatación meramente estadística), como para indicar lo también evidente: que no se sabía absolutamente todo (el artículo “aspaventeros de la minucia (2)” recoge estos casos con mayor extensión). Así, cuando Olga Sánchez comentó desde Yakarta, el 5.9.07, que los atentados “no están del todo esclarecidos”, pues “varios de los intervinientes están en búsqueda y captura internacional, siete se suicidaron, de otros no se sabe su identidad aunque se conocen sus perfiles genéticos y hay otras causas abiertas en la Audiencia Nacional que siguen estudiando los atentados”, comentario más bien intrascendente, el director de El Mundo se sintió nuevamente refrendado y estimulado en su incansable actitud pesquisidora:

[37:18]: Que la fiscal diga, que la fiscal admita que los hechos no están del todo esclarecidos significa que estamos obteniendo de su parte el mayor de los estímulos para continuar empecinados en la búsqueda de la verdad completa (Tertulia de La Mañana, 6.9.07).

No es de extrañar, pues, que hicieran la misma labor reconstructiva barriendo para casa con la propia sentencia de la Audiencia Nacional:

P. J. Ramírez escribio:

[6:37]: Yo estoy, en conjunto, razonablemente satisfecho, porque además […] en un aspecto esencial, hay una gran concordancia entre la tesis de la sentencia y las posiciones de El Mundo […] [7:35] Al final, ¿qué es lo que queda? Pues que esta sentencia […], sobre todo, lo que significa, pues es un impulso a la continuación de la investigación. Por eso, nosotros hoy parafraseamos a Churchill y decimos: ‘esto no es el principio del fin, esto es el fin del principio’. Todos los grandes asuntos, todos los grandes casos judiciales… muchas veces hemos comparado la investigación del 11-M con la del caso Dreyfus, han tenido sus avatares judiciales (Tertulia de La Mañana de la COPE, 1.11.07).

O con la del Tribunal Supremo (18.7.08): “11-M: golpe de gracia del Supremo a aspectos clave de la versión oficial”.

Y, ya puestos, también con la del caso bórico, pues, según el diario que busca empecinadamente la verdad, la sentencia que absolvía a los policías acusados de falsificación y dedicaba al “honrado” perito Escribano un par de docenas de alusiones reprobatorias, los jueces corroboran, punto por punto, nuestra denuncia” y “en realidad, la sentencia del bórico revela lo mismo que la vista en el Supremo sobre los recursos a la sentencia de la Audiencia Nacional: que quedan aún muchas cuestiones en el aire” (editorial, EM, 9.7.08).

Inveterada actitud que viene de muy lejos. Y es que, incluso inmediatamente después de publicarse el auto de procesamiento del juez Del Olmo, Luis del Pino afirmaba en El Mundo que dicha resolución “viene a avalar, a través de los distintos informes policiales, muchas de las investigaciones que medios independientes como EL MUNDO o Libertad Digital han ido publicando” (¿les suena lo del “aval”?), de modo que, agárrense, “Del Olmo asesta un mazazo definitivo a la versión oficial” (LdP, EM, 12.4.06). En efecto, desde El Mundo nos contaban que el auto de procesamiento suponía “El declive de la versión oficial del 11-M” (LdP, EM, 16.4.06), nada menos [no se lo pierdan: “A pesar de los intentos de presentar el auto de Del Olmo como una especie de cierre de las investigaciones, la realidad es que se desdibuja cada vez más la teoría oficial y se ratifican las informaciones sobre el 11-M que EL MUNDO y otros medios han ido desvelando. […] [L]os datos aportados en el auto nos confirman todos y cada uno de los agujeros negros que ya conocíamos, y añaden todavía más información que demuestra que la versión oficial de la masacre es insostenible”].

Ahora, además, el director de El Mundo nos revela con la misma naturalidad y desenfado en su vídeo-blog de 25.5.09 (antes citado), que ya en su día la postura que Gómez Bermúdez mantuvo hasta el último minuto venía “a corroborar lo acertado del informe Iglesias” y, una vez más, “el hecho de que él hubiera llegado a conclusiones parecidas a las nuestras supone un nuevo estímulo para seguir investigando”.

Lo mínimo que puede decirse es que algunos investigadores se estimulan solos con gran facilidad y demuestran una creatividad notable para tejer realidades alternativas y autocomplacientes.

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12 respuestas a Titadyn, el eterno retorno (III) por Rasmo

  1. rasmo dijo:

    Fe de erratas: En la segunda frase, donde dice «…agotadoras conclusiones», debe decir «…agotadoras discusiones».
    Gracias a Morenohijazo por sus esfuerzosde administración.

  2. morenohijazo dijo:

    Lo corrijo ya, Rasmo.

    Aún así, de todos modos, lo cierto es que tampoco quedaba feo

  3. De mayor quiero ser como Rasmo 😉

    Estupendo, para variar.

  4. Alfonso dijo:

    ¡Gran (y necesario) trabajo!

  5. nituniyo dijo:

    En mis sueños sádicos, tengo a García-Abadillo atado a una silla, en un lugar donde nadie puede oir sus gritos, y le obligo a aprender de memoria, hacia delante y hacia atrás, los artículos de Rasmo. Por cada palabra en que se equivoque, le obligo a escuchar tres horas de discurso de Leire Pajín, y como no espabile, le aplicaré sin la menor piedad a Magdalena Alvarez

    No, en serio, espléndido trabajo, todo un ejemplo para quien no quiera parecerse a estos «profesionales» de la información

  6. Baaden dijo:

    Onanismo mental:Lo mínimo que puede decirse es que algunos investigadores se estimulan solos con gran facilidad y demuestran una creatividad notable para tejer realidades alternativas y autocomplacientes.

  7. nefar dijo:

    Eso me recuerda a algo que dijo Pedro J:

    si buscar lo que de verdad ocurrió es muy excitante y descubrirlo resulta sensualmente gratificante, el orgasmo sólo se alcanza cuando estás en condiciones de demostrarlo.

    http://reggio.wordpress.com/tag/pedro-j-ramirez/

  8. Baaden dijo:

    Entonces, ¿coito interruptus?… O ¿ejaculatio precox?…

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  12. morenohijazo dijo:

    ¿Os habéis fijado una cosa?

    El J’accuse de Zola buscaba provocar a sus enemigos para que le pusieran una querella y, con ello, desbloquear un proceso que ya estaba cerrado y del que se había hurtado toda la información a la opinión pública.

    Es decir, lo contrario de este proceso, que fue televisado en directo.

    Pero no acaba ahí la diferencia. Pedro Jota dice que quiere ser como Zola, que quiere ser objeto de una querella, pero en su caso ya se la han puesto, es la de Sánchez Manzano, y lo que en realidad está haciendo Pedro J. es amenazar, con muy poca sutileza, a los jueces, testigos, policías, fiscales, etc que se atrevan a acusarle, declarar contra él, o condenarle, a sufrir el calvario que los 18 nombrados en su panfleto han sufrido. Extorsiona a los testigos y jueces con: «Estos son los 18 que han sufrido mi venganza: Piénsate si te conviene formar parte de ellos«

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