LA SENTENCIA (9):La «marca» (hispánica) de los explosivos.

Viene de la entrada anterior: LA SENTENCIA (8): Las muestras.

(Artículo colectivo)

Corremos el riesgo, en esta ya larga serie sobre la sentencia de la juez Lledó,  de repetir alguno de los puntos y dejarnos sin tratar otros, por tomar con demasiada linearidad los presupuestos fácticos de Su Señoría la juez Lledó.

Tal puede pasar al tratar sobre el Presupuesto nº 9, donde se mencionan temas ya suficientemente comentados, como la metenamina, la nitroglicerina, o la competencia de los diferentes laboratorios.

Pero queda un campo de análisis aún no explorado exhaustivamente, y lo suficientemente importante como para dedicarle una entrada completa: La marca de los explosivos.

No me cabe duda de que las cosas siempre se pueden hacer mejor. Y no se discute, como habrá visto quien haya tenido la paciencia de leer toda la serie, que los medios de la Policía Científica fueran superiores a los del laboratorio TEDAX. Según reza el oficio de la Policía Científica recabado en el marco de la demanda interpuesta por S-M contra El Mundo, “por orden de la superioridad, desde octubre de 2006, todas las analíticas referidas a explosivos, se realizan en los Laboratorios de la Comisaría General de Policía Científica”. Es obvio que esto supone la constatación (probablemente no ajena a la controversia suscitada en torno al 11-M) de que dichos laboratorios son los más adecuados. Pero cabe, por un lado, hacer la lógica deducción según la cual, si eso es así desde octubre de 2006 “por orden de la superioridad”, la práctica habitual debía de ser distinta antes de esa fecha. Por otro lado, que una práctica sea mejorable no convierte automáticamente a quien la lleva a cabo en reo de un delito. Como anécdota personal -a título de ejemplo- diré que, en mi trabajo, en una gran institución, a mediados del año 2001 aún empleábamos como procesador de textos la versión MS-DOS de Wordperfect, algo que, para emplear un adjetivo que CGA ha aplicado al laboratorio de los Tedax, siempre me pareció “tercermundista”. Pero a nadie se le ocurrió ni se le ocurriría afirmar que cualquier posible deficiencia derivada de aquel hecho nos convertía en criminales o convertía en criminales a mis superiores.

Pues bien, aun admitiendo que, efectivamente, el laboratorio de los Tedax no fuese el más adecuado, para que prospere la querella contra S-M y su entonces subordinada no bastará con demostrar que la PC contaba con más medios. De hecho, esto último no lo niega nadie. La propia perito decía en el juicio (sesión de 28.5.07):

…en general es eh… siempre que hay un explosivo entero y dentro de las analíticas que se realizan en el laboratorio no se pudiera detectar algún aditivo o alguna sustancia que pudiera estar presente, se envía a Policía Científica para que hagan el análisis con los medios que ellos tienen que son superiores a los nuestros.

No. A Sánchez Manzano y a su subordinada se les acusa, entre otras cuestiones, de haber retenido de forma ilegal y dolosa las muestras de los focos (muestras post-explosión, no de “explosivo entero”), y se afirma que ello, el no haberlas remitido a la PC (junto con “las aguas de lavado”), fue la causa, o una de las causas, de que no se pudiera fijar la marca del explosivo.

Ya se ha comentado que, a partir de la información con la que se cuenta, no parece acreditada la existencia de ninguna obligación legal al respecto. Por otro lado, si hemos de creer lo que la juez Lledó refleja en su sentencia desestimatoria de la demanda de S-M contra El Mundo, ni siquiera puede sostenerse que el envío de los vestigios explosionados fuera una práctica frecuente. En cuanto al “lavado de las muestras”, poco puedo añadir al examen publicado en su día por otro compañero  en el blog. Aquí hablaré de la parte referida a la posibilidad de determinar la marca del explosivo, como repetidamente afirma De Pablo en su querella contra S-M, a partir únicamente de restos explosionados (a diferencia del examen de restos intactos). [Repetiré parte de los argumentos expuestos en otros mensajes: mensaje 1; mensaje 2; mensaje 3. No me gusta la autocita, pero así hago una especie de índice recopilatorio.]

En efecto, la sentencia de la juez Lledó, desestimatoria de la demanda de protección al honor de Sánchez Manzano, argumenta  que la no remisión de las muestras al laboratorio de la Policía científica, junto con el «lavado de las aguas» que practicó la perito TEDAX, y la no incorporación de sus notas a los autos en los moemntos inicales fueron causa de la falta de determinación del explosivo empleado, y justifican las críticas acerbas, junto con insultos y descalificaciones, prodigadas por «El Mundo» y sus redactores contra Sánchez Manzano.

También la querella (p. 33) contra este último sostiene que:

La actuación de los dos querellados (y de quienes les ordenaron actuar como actuaron) […] impidió que la Policía Científica determinara la marca concreta del explosivo empleado en los atentados.

En esta misma línea, el Perito Iglesias señala en su libro “Titadyn” que

…con la dotación de un laboratorio moderno se pueden identificar con relativa facilidad, mediante análisis de los restos de las explosiones, el tipo de dinamita (Goma 2 ECO, Titadyn u otra) empleado.

Obsérvese que al hablar del “tipo de dinamita” está refiriéndose al nombre comercial. Como ya se ha dicho en otros momentos, tal aserto no ha sido demostrado por Iglesias ni sus amigos mediáticos. De hecho, lo que pretendo demostrar es que su propia actuación en los análisis desarrollados en la pericial del 11-M, llevados a cabo sin duda en un “laboratorio moderno”, desmienten tal afirmación y, además, nos permite hacer una reflexión genérica sobre su actitud acientífica y de todo punto carente de rigor.

En realidad, no haría falta siquiera empezar la discusión, cuando el propio informe pericial de mayo de 2007 contiene, en su página 19, la siguiente afirmación conjunta:

Los análisis efectuados sobre las evidencias o los restos procedentes de una explosión están encaminados a descubrir componentes del explosivo o mezcla explosiva utilizada, por lo que difícilmente se podrá concretar la marca o tipo del explosivo utilizado.

Pero con los conspiracionistas siempre hay que diseccionarlo todo. Inútilmente, además.

Bien, tanto en sus conclusiones particulares en el informe de 2007 (p. 199) como en su libro “Titadyn”, Iglesias concluye que es “altamente probable” que, al menos en la estación de El Pozo, hubiera explotado titadyn, al tiempo que descarta que en el resto de los focos explotara Goma 2 ECO. Está claro, pues, lo que opina.

Porque, recordemos, en la muestra M-1, “aparecen todos los componentes, aparece el retrato robot del Titadyn, que para eso se hacen las analíticas” (EM, 18.5.2009). O, en palabras de su colega perito “independiente” Carlos Romero, “El cromatograma es clavado, es clavado. Todo, todos los picos que tenía el Titadyn aparecieron, todos” (EM, 19.5.2009).

Nótese que toda esta seguridad se extrae únicamente de un análisis cualitativo (y no cuantitativo) de un resto post-explosión (un análisis que sólo dice lo que se encuentra, no en qué proporciones o cantidades), ya que, como indica Iglesias en el informe antes citado (p. 199):

El análisis cuantitativo operado sobre esta muestra [M-1], con posterioridad al cualitativo, carece de sentido a nuestro juicio

Lo explica más detenidamente en su libro, sin perder ocasión de rejonear al director de la pericia [y sin que, aparentemente, la juez Lledó se haya percatado de ello a la hora de dictar sentencia]:

En vista de que tras una explosión desaparecen en gran medida los componentes del explosivo, el análisis cuantitativo de los restos carece de sentido, porque no aporta datos coherentes para deducir su composición cuantitativa. Para identificar los componentes de un explosivo es suficiente el análisis cualitativo. Por esta razón, uno de los principios expuestos en el plan de trabajo y aceptado de común acuerdo entre todos los peritos fue que las muestras de los focos no se someterían a análisis cuantitativo, teniendo además en cuenta la escasez de materia analizable. Sin embargo, y contrariamente a este criterio, que consideramos razonable, el análisis cuantitativo de la muestra M-1 fue impuesto por el director de la pericia.

Por tanto, la confiada identificación del explosivo se hace sobre la base de un listado de componentes detectados en el análisis. Así, en la famosa muestra M-1, se habían hallado componentes comunes a la Goma 2 ECO y al Titadyn, como el nitroglicol (EGDN) y la nitrocelulosa (NC). Pero, como recoge en sus conclusiones en el informe de 2007 (p. 199):

La presencia conjunta en la muestra M-1 de DNT, EGDN, NG, componentes de TITADYN, indica que es altamente probable que este explosivo haya estallado en el foco nº3 de la estación de El Pozo.

Y, en su libro, reproduce más extensamente esta conclusión:

La presencia conjunta de nitrato amónico (AN), dinitroetilénglicol (EGDN), dinitrotolueno (DNT) y nitroglicerina [NG] confieren a esta muestra [M-1] la característica de permitir discriminar el tipo de dinamita utilizado en el foco de donde fue extraída.

Todo ello, repito, basándose en un examen meramente cualitativo. Parece, en consecuencia, que la afirmación de la “tedaxa” se desdibuja. En efecto, como afirma el Sr. Iglesias es posible determinar el tipo de dinamita (esto es, según él mismo expone, la marca comercial del explosivo) con esta clase de análisis… ¿O no?

Lo más llamativo es que el propio Iglesias, en la primera parte de su libro, dedicada a los “antecedentes”, da cuenta de la existencia de una marca de dinamita, la “Dynaroc” (o “Dinaroc”), cuyos fabricantes y los de Titadyn, dice, “han tenido alguna vinculación, por lo que existen equivalencias entre algunos de sus productos”. Añade, en efecto, un cuadro de componentes en el que se observa con toda claridad que diversos grados de Dynaroc presentan una composición cualitativamente idéntica a la de algunos tipos de Titadyn. Así, todas las variedades de Dynaroc que describe contienen nitroglicol, nitroglicerina, nitrocelulosa, nitrato amónico y dinitrotolueno. Me permito añadir que su presencia en España parece documentada en fechas cercanas a los fatídicos atentados de Madrid, pues el Diario de León informaba el 31.10.2002 de un grave accidente de un camión con 8.300 kilos de explosivo en la autovía León-Burgos, tras haber salido de la fábrica de Ibernobel-Orica en Valderas:

Un explosivo que transportaba el vehículo era Dinaroc, una marca de dinamita encartuchada de fabricación francesa, sensibilizada con nitroglicerina.

La pregunta, pues, es obvia: sobre la única y exclusiva base de los resultados analíticos cualitativos, ¿cómo sabe el Sr. Iglesias que ha explotado titadyn y no dynaroc? Respuesta: no lo sabe. No puede saberlo.

Y, aunque este perito no añada más ejemplos similares, no acaban ahí los candidatos. Personalmente, mi preferido es el Frangex. Me explico. La compañía irlandesa Irish Industrial Explosives vende (o al menos vendía) desde 1967 un tipo de dinamita a base de nitroglicerina con la denominación comercial de Frangex. La información pertinente estaba disponible en la página web de la empresa hasta hace, literalmente, unos días. En la última semana han desaparecido los enlaces correspondientes, pero es posible “rescatar” los datos a que me refiero pinchando aquí. Según descripción de la empresa [en el anterior enlace, pinchar en “safety data” y ver “chemical composition”], se trata de un explosivo a base de nitroglicerina y nitroglicol que contiene, entre otros, DNT, nitrocelulosa y nitrato amónico. Lo interesante de este explosivo es que ha sido utilizado durante décadas por los grupos terroristas norirlandeses, IRA en especial.

Así, el 27 de enero de 2004, en el marco de una comisión parlamentaria irlandesa acerca de los atentados de Dublín y Monaghan (17 de mayo de 1974), uno de los declarantes exponía:

En aquella época, las existencias de explosivos comerciales del IRA provenían de robos perpetrados en las fábricas de Irish Industrial Explosives en la República. El explosivo más destacado de los usados era Frangex […]. El IRA consiguió hacerse con grandes cantidades de él. Por su parte, los terroristas leales no tenían esa disponibilidad. Tenían pequeñas cantidades obtenidas de las canteras, al igual que el IRA.

Igualmente, el INLA (Irish National Liberation Army) cometió un atentado en Derry, en 1982, empleando Frangex. En 1983, un plan para atentar contra el Príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa utilizando Frangex fracasó porque el terrorista al que el IRA encargó la acción resultó ser un confidente de las fuerzas policiales. En diciembre del año 2000 (pocos meses antes de que ETA robara titadyn en Grenoble), la policía se incautó de entre 80 y 400 cartuchos (dependiendo de las fuentes) de Frangex en un zulo hallado en un terreno de Kilkenny, pertenecientes, al parecer, al IRA auténtico.

Cabe imaginar cuántos agujeros negros habría podido extraer cualquier ufólogo reconvertido a partir de esta “Irish connection”. Y si alguien piensa que ni siquiera El Mundo haría relaciones tan extrañas, sólo tiene que leerse el editorial de 5 de agosto de 2005. Sí, amigos, la misma mano negra está detrás del 11-M y el 7-J (Londres, 2005), y teniendo en cuenta que la tesis islamista no goza de simpatías chez Pedro Jota… ¡Qué excitantes posibilidades!

Y es que el Frangex no deja lugar a dudas. El libro “Current Practice of Gas Chromatography-Mass Spectrometry” incluye un capítulo 16 (de Shmuel Zitrin, experto forense israelí) dedicado al análisis de explosivos mediante cromatografía de gases con detección por espectrometría de masas (GC/MS), una de las técnicas empleadas en la pericial del tribunal del 11-M por Iglesias y compañía. En dicho capítulo se exponen los resultados del análisis (cuantitativo y cualitativo) de diversos explosivos intactos. La página 394 nos deleita con el siguiente pasaje:

Se analizaron mediante GC-MS varios explosivos comerciales a base de NG, empleados por terroristas en Irlanda del Norte. Los explosivos contenían nitrato amónico, NG, EGDN [nitroglicol], una mezcla de isómeros de DNT, NC [nitrocelulosa] y serrín. La finalidad forense del estudio consistía en caracterizar las diferentes marcas (Frangex, Frangex nº 1, Plaster Gelatin y Opencast Gelignita) según la ratio entre los diversos isómeros de DNT.

Puesto que el autor examina explosivos intactos, olvidémonos de la última parte relativa a la diferenciación de las marcas en función de la ratio de isómeros [análisis que no puede hacerse en un resto explosionado, pues, como recordaba el mismo Iglesias en la sesión del juicio de 28.5.07, hablando de los componentes: «En un foco esas proporciones se distorsionan después de la explosión»]  y quedémonos con la mera relación cualitativa de los componentes hallados experimentalmente: nitroglicerina, nitroglicol, DNT, nitrato amónico, nitrocelulosa… Vaya, la pregunta es obvia una vez más: ¿Cómo sabe el Sr. Iglesias que en El Pozo estalló Titadyn y no Frangex. Respuesta: no lo sabe. No puede saberlo.

Y aún podemos ser más cenizos: ¿Cómo sabe el Sr. Iglesias que sólo explotó una marca de dinamita y no dos o más? A partir del listado de componentes hallados en los focos (para ser más precisos: en una sola muestra de un solo foco), podríamos conjeturar la hipotética mezcla de una de las múltiples dinamitas con NG (pero sin DNT), con otras dinamitas que sí incorporan DNT y pueden o no contener NG. Las posibles combinaciones son numerosísimas. En este sentido, los propios peones negros nos aportan información sobre diversas series de dinamita (por ejemplo, AXD 500 Series; Extra Gelatin Series; Red Diamond Series) con nitroglicerina, nitroglicol, nitrato amónico y nitrocelulosa, comercializadas por Austin Powder Company (Ohio, Estados Unidos). Cualquiera de ellas (o mezcla de ellas), con unos cartuchos de  Dynaroc, Frangex, Goma 2 EC o, incluso, Titadyn, habrían podido ofrecer los resultados cualitativos de la M-1 (el DNT, la NG, el AN y el EGDN) a los que Iglesias atribuye explícitamente la capacidad de discriminar” entre “tipos de dinamita”.

Por tanto, repito mis preguntas: ¿Cómo sabe el Sr. Iglesias, únicamente observando cromatogramas, que explotó Titadyn y solo Titadyn? Respuesta: no lo sabe. No puede saberlo. Es decir, su determinación del Titadyn no puede basarse en datos única y exclusivamente químicos extraídos de la pericial, sino que, por fuerza, debe incorporar consideraciones extraanalíticas. ¿Y cuáles son estas consideraciones? Él mismo las aclara en su intervención en el programa radiofónico de “La Tarde con Cristina” de 2.7.2009 (min. 12:30 aprox.):

Se da la circunstancia de que nosotros, los peritos independientes, pedimos para contrastar con todas la pruebas analíticas que teníamos, pues una muestra de titadyn. Porque realmente el debate se centraba en dos explosivos: Goma 2 ECO o Titadyn.

El debate se centraba…” ¿Qué debate? Puesto que el análisis químico se limita a ofrecer un listado de componentes, este caballero no puede sino referirse al debate “en la calle”, al debate sociopolítico o a la discusión mediática… Consideraciones extracientíficas de un perito que, como señala Casimiro G. Abadillo en el Prólogo, “había seguido el 11-M como lector de periódicos”. Bien se ve, por tanto, que no es la desnuda frialdad de un cromatograma la que ha dictaminado la presencia exclusiva de Titadyn. Pero, incluso en los términos en que este químico plantea la cuestión, cabe objetar que ese “debate” no se ha limitado al Titadyn frente a la Goma 2 ECO. Durante un tiempo, las tropas disidentes sugirieron la utilización de algún tipo de explosivo militar, en concreto Semtex. Y, no nos engañemos, el “debate” del Titadyn no es otra cosa que el debate de ETA sí/ETA no. Ya lo dijo en su día el vicedirector de El Mundo en su artículo de 18.6.07:

Otro explosivo lleva necesariamente a otros autores. Eso es evidente. Y, desde luego, la aparición de Titadyn lleva indefectiblemente a ETA

Aunque ahora, con esa “seria, rigurosa y veraz” inconsistencia característica, el Sr. G. Abadillo se haga el remolón ante los micrófonos de la Sra. Schlichting, el perito Iglesias no parece tan melindroso. Para él esta claro “el debate”; repasemos la jugada:

La Tarde con Cristina, 2.7.2009 escribio:

[12:10] CGA: ¿Qué autores? Bueno, pues yo, desde luego, no voy a cometer la torpeza de decirlo sin tener pruebas, pero lo que está claro es que ni están todos los que son, ni son todos los que están.
Cristina: ¿Quién usa titadyn?”
A. Iglesias: ¿Quién usa titadyn? […] Se da la circunstancia de que nosotros, los peritos independientes, pedimos para contrastar con todas la pruebas analíticas que teníamos, pues una muestra de titadyn. Porque realmente el debate se centraba en dos explosivos: Goma 2 ECO o Titadyn. Y, bien, nos proporcionó la Guardia Civil una muestra de Titadyn que provenía de una partida que habían incautado a la ETA quince días antes, eh… en, una…
CGA: …en Cañaveras.
A. Iglesias: En Cañaveras.
Cristina: A mí me parece que es verde y con asas la alcarraza, Casimiro.

Y tan verde.

Y resulta que ese “debate” ni siquiera está tan claro, pues otro de los excelsos dudantes, el improvisado investigador Luis del Pino, ha llamado repetidamente la atención sobre la falaz alternativa:

Porque intentaron encerrarnos a los españoles desde el principio en una falsa disyuntiva: o ETA o Al Qaeda. Pero al final la sociedad española se ha terminando percatando de que existen otras alternativas mucho más preocupantes y, por desgracia, cada día más verosímiles. (LdP, blog, LD, 27.9.2009)

[Idéntica idea y casi idéntica formulación, en sus entradas de 3.11.2007 y 12.7.2008.]

Lo suyo es apuntar más bien a las “cloacas”:

Desgraciadamente, cada vez va quedando más claro que el 11-M se diseñó, se organizó y se ejecutó desde las cloacas del Estado (EM, 20.6.07).

Y, me permito suponer, estas “cloacas” pueden emplear cualquier tipo de explosivo, ¿o no?

¿Y qué hay de la afirmación del uso exclusivo de una sola marca de dinamita? ¿Se basa en razones de más fuste que las anteriores? ¿Es una inevitable conclusión científica? Pues parece que no hay suerte, si atendemos a sus manifestaciones en la tantas veces mencionada intervención en “La Tarde con Cristina”, de 2.7.2009:

…no hay un factor de especificidad para decir que pueden haber estallado dos explosivos. Aparte de que el sentido común, y esto ya no es química, pues hace… me repugna la idea de que haya dos explosivos: hay uno o hay otro. Y el que tiene todas las papeletas, desde luego es el titadyn.

Oh, claro que no es química. Y el “sentido común” de este señor le ha hecho decir tales cosas que será mejor prescindir de todo comentario. Baste subrayar lo evidente: pese a las alharacas habituales y los pechos henchidos de pretenciosidad investigativa (“cuando la ciencia refuta la sentencia”), el dictamen que el Sr. Iglesias quiere pasar por verdad científica se fundamenta, en los dos extremos que aquí se discuten (la fijación del nombre comercial de la dinamita y su utilización exclusiva), en consideraciones exógenas a la propia analítica. Él no piensa tal cosa, por supuesto:

A. Iglesias [26:02]: Es una de las grandes aportaciones que como profesional, como químico, me siento satisfecho de haber aportado. La primera es un servicio a la verdad, a la sociedad, a las víctimas; la segunda un descargo de conciencia; y la tercera, pues es un poner de manifiesto cómo la química ha servido para llegar a conclusiones objetivas sobre los explosivos. Era lo que se nos pedía.
Yo me sentí también picado cuando pocas semanas o pocos días después de la sentencia, oía y leía en algunos medios de comunicación, no en El Mundo, pero en la mayoría de los otros periódicos: “No se ha podido determinar el explosivo”, “No se sabe”. ¿Qué pasa? ¿No se sabe habiendo descubierto todos los componentes, todos los ingredientes? No hay más que cruzar ingredientes y componentes de las dinamitas y llegar a conclusiones. Iglesias en La Hora de Federico, 28.5.2009

Pero, por mucho que insista y aunque no quiera reconocerlo, ese “debate” y ese “sentido común” antes señalados  son la prueba palmaria de que él mismo no ha sido capaz de corroborar con su propia actuación lo que afirma que puede hacerse en un laboratorio moderno: determinar el nombre comercial de la dinamita explosionada con solo “cruzar ingredientes”.

Y la cuestión esencial es que, si tomamos ese camino, el de los factores extraanalíticos y exógenos, no hay razón para detenerse después de tres o cuatro pasos confortables. El perito heroico no duda en despegar sus ojos del estrecho ámbito de su laboratorio para denigrar la actuación ajena y desacreditar a cada momento la versión oficial. No vacila, por ejemplo, en rebasar el estricto marco de su pericia y ejercer sus dotes investigadoras para colegir que “si la Goma 2 EC fue utilizada alguna vez en la mina Conchita, ello ocurrió mucho antes de 2004, dado que dejó de fabricarse en septiembre de 1999” y que “cualquier existencia que hubiera quedado en algún almacén estaría inservible para su uso como explosivo, máxime en las malas condiciones de conservación de la mina”. Este químico se permite incluso mostrarse suspicaz con la constatación en contrario del presidente del tribunal:

En la lectura de la sentencia, en cambio, el juez Gómez Bermúdez manifestó que habían llegado a su poder algunas facturas de venta de este explosivo [Goma 2 EC] datadas de 2004. A fecha de 17 de noviembre de 2007 desconocemos la procedencia de tales facturas.

No duda tampoco en referirse al resto de cartucho de la Kangoo y al explosivo de la mochila de Vallecas como “presuntas pruebas”, después de que la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo hayan constatado su validez. En el citado programa, La Hora de Federico (28.5.09), no se ahorra displicentes alusiones al juez instructor, “Del Olmo, que todos sabemos cómo ha llevado la instrucción, no es cuestión de entrar ahora de nuevo en ello” (min. 41:21). Su saludable escepticismo, sin embargo, no le alcanza para preguntarse por qué la Goma 2 EC de 1999 estaría caducada e inservible pero no así el Titadyn que ETA robó en 1999 y 2001. Para estas cosas no tiene nada que decir y se remite a los cromatogramas, donde, recordemos, “salió el retrato robot…”.

Pero, repito, transitando de forma cabal esta senda de las consideraciones extraanalíticas, llegamos a eso tan simple denominado valoración conjunta de la prueba. Esa valoración conjunta de la prueba que se niegan a realizar, para no desprenderse de la absurda idea de que todo lo que no sea el (imperfecto y falible) resultado del laboratorio… simplemente no existe. Esa valoración conjunta de la prueba que corresponde y correspondía realizar al tribunal, como recordó Gómez Bermúdez en un determinado momento de la pericial (sesión de 29.5.2007):

…no pueden estar haciendo continuamente precisiones sobre quisiera indicar o dejar de indicar, porque el Tribunal va a examinar todos los documentos, va a examinar documentos que ustedes ni han visto, y por lo tanto, ustedes, que sólo tienen una visión parcial y limitada de lo que estamos hablando…

Por eso resulta especialmente sangrante que, desde su visión parcial y limitada, este señor perito, que no ha visto en su vida un cromatograma de titadyn explosionado y que refuta con su propio comportamiento sus más notorias afirmaciones, se preste con su deletéreo testimonio a enviar a la cárcel a dos funcionarios públicos que sólo cometieron crímenes en la calenturienta y sectaria imaginación de este químico advenedizo.

Ah, y toda esta parrafada para terminar indicando que, según el oficio remitido por la Policía Científica en el marco de la demanda de S-M con El Mundo:

Respecto a la cuestión de las ocasiones en las que, por tratarse de material explosionado, no ha podido determinarse la marca comercial del explosivo utilizado por los terroristas, cabe decir que en ninguno de los Informes Periciales de Análisis, figura el nombre comercial del o los explosivos que hubieran estado presentes.

Pfff. Galileo moderno, dicen.

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5 respuestas a LA SENTENCIA (9):La «marca» (hispánica) de los explosivos.

  1. Pedro dijo:

    Creo que lo del sr. Iglesias es uno de los casos más claros de sesgo cognitivo de confirmación que he visto, no sé si intencionado o no.
    Respecto a los famosos lavados, hay una cosa que llevo un tiempo preguntándome. La perito de los TEDAX, según su declaración, hace las disoluciones con 1 centímetro cúbico de acetona o menos, ¿dónde pretenden los conspiracionistas que se almacene esa cantidad ínfima sin que se evapore?

  2. hoygan dijo:

    Excelente. Sólo una puntualización: El oficio que se cita al final no corresponde a Policía Científica, sino a la Comisaría General de Información.

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