Titadyn, el eterno retorno (IXL) por Rasmo

Titadyn, el eterno retorno (IXL) por Rasmo

En la anterior entrega comencé a tratar el examen de las críticas efectuadas respecto a las características técnicas del análisis de los focos de explosión de los trenes realizado por los Tedax, críticas que en buena medida aducían su falta de carácter “científico”, basándose para ello en unas declaraciones de Sánchez Manzano ante el juez del Olmo (17.7.2006). El acceso al acta de ese testimonio se recogió en El Mundo como una exclusiva revelación digna de los mayores honores de portada. Expuse entonces algunas inconsistencias de la argumentación conspiracionista sin necesidad de abordar el fondo del asunto, es decir, sin examinar siquiera el tenor de lo declarado por el que fuera Jefe de los Tedax. Llega ahora el momento de entrar en materia.

Quién dijo qué

Empecemos por recoger la literalidad del acta de la declaración de Sánchez Manzano ante el juez instructor, realizada el 17.7.2006, en el pasaje que ahora interesa:

Que el laboratorio que hizo los análisis fue el de la unidad de desactivación de explosivos, se trata de unos análisis de carácter investigativo, no científico. Con lo cual no se pueden dar composición del explosivo cuantitativamente ni cualitativamente. Realmente no se trata de un laboratorio sino de un grupo de investigación dentro de la unidad central, con los medios elementales para conocer el tipo de explosivo, que es su única finalidad.

Reitera que lo que se obtuvo como resultado se trata de dinamita.

Así, tal cual, con errores de concordancia y demás imprecisiones. Este es uno de los motivos por los que no me gustan estas actas judiciales. Tratándose de lo manifestado por alguien, nada mejor que la grabación original o, en su defecto, una buena transcripción literal. Pero esto es lo que hay. Podría aducirse que el declarante estampa después su firma en el documento, en señal de conformidad con lo contenido en él, pero es algo que, con más o menos excepciones, suele hacerse de manera rápida y sin detenerse en menudencias cuyo posterior destino interpretativo difícilmente puede adivinar el testigo en ese momento.

Sea como fuere, cuando se pretende afear la conducta de alguien por sus palabras, es importante aquilatar exactamente lo que éstas significan, máxime cuando lo declarado no es evidente en sí mismo, como sostengo que ocurre en el presente caso.

Pero lo que sí es evidente es el sentido que El Mundo quiere dar a lo reflejado en el acta. De este modo, su comentario de texto, en la aspaventera edición de 21.1.2007, descansaba sobre tres elementos básicos: una supuesta “confesión” oculta; la contraposición entre el carácter “investigativo” y “no científico” de los análisis; y la carestía de medios adecuados en las instalaciones de los Tedax.

Sobre el primero de esos puntos ya incidí en lo que afectaba a la pretendida actitud encubridora del juez Del Olmo. En cuanto al entonces Jefe de los Tedax, diré algo más enseguida, pero conviene hacer una observación general precautoria. Los conspiracionistas son muy aficionados a interpretar declaraciones ajenas (cuando las realizan los malos) de manera que éstas se convierten poco menos que en abiertas asunciones de responsabilidad. Las confesiones existen, qué duda cabe, pero no suele ser adecuado el criterio hermenéutico que transforma en habitual lo infrecuente. En caso de duda, no parece justificado convertir a cualquier testigo en un reo virtual por admisión propia, tanto menos si el paciente de estas prácticas exegéticas, de hecho, ha negado con claridad en ocasiones diversas lo que en el caso de autos se le quiere atribuir y/o nada hay que justifique prima facie una diferente actitud por su parte.

Por ejemplo: ¿qué significa exactamente esa distinción entre el carácter “investigativo” y el carácter “científico” de unos análisis? Enseguida veremos que la cuestión no es inane, pero la torpeza verbal del declarante (que no pretendo negar) brinda a sus críticos una oportunidad dorada para explayarse.

Así, el editorial del día 21 de enero de 2007, que acompañaba a la gran noticia, subrayaba:

Resulta totalmente inaudito que, a punto de cumplirse el tercer aniversario de la masacre del 11-M, nos enteremos hoy de que no existe –porque no se hizo– ningún análisis con valor «científico» de los restos de los explosivos que estallaron en los trenes. Según revela EL MUNDO, así lo declaró ante el juez el comisario Jesús Sánchez Manzano, que reconoció que los análisis entregados al juzgado tenían «un carácter investigativo, no científico» porque habían sido realizados en el laboratorio de los Tedax, dotado de muy escasos medios.

[…]

Según la narración efectuada por Sánchez Manzano ante el juez Del Olmo en julio pasado, el único examen de los focos de los explosivos lo realizó en la mañana del 11-M una funcionaria que no pudo determinar su composición «ni cuantitativa ni cualitativa» porque carecía de medios.

El editorialista juega hábilmente con los entrecomillados, pero esa relación causal según la cual la composición de los explosivos no pudo determinarse porque el laboratorio carecía de medios, no procede en sentido estricto (ni obvio) de la declaración del mando policial.

Más notable es esta maniobra en el artículo del día firmado por García Abadillo, que abría la sensacional portada:

Tras su sorprendente declaración sobre el «carácter investigativo» (se supone que los informes periciales que se remiten al juez deben tener un carácter científico), Sánchez Manzano confesó ante el juez que su Unidad «no puede dar la composición del explosivo, ni cuantitativamente, ni cualitativamente». Y añadió otro valioso dato sobre el laboratorio con el que cuentan los Tedax para hacer sus análisis sobre explosivos: «Realmente, no se trata de un laboratorio, sino de un grupo de investigación dentro de una unidad central con los medios elementales para conocer el tipo de explosivo, que es su única finalidad».

Es decir, que Sánchez Manzano reconoció explícitamente ante Del Olmo que el laboratorio de los Tedax no tiene capacidad técnica suficiente como para hacer los análisis que requerían las sustancias halladas en los focos de los trenes.

Para resumir, Sánchez Manzano afirma que lo único que se podía decir, con dichos medios, es que «el explosivo era dinamita, pero no discernir el tipo de dinamita». Lo cual es fundamental, porque tan dinamita es la Goma 2 Eco como el Titadyn.

Un laboratorio de chichinabo

Empecemos por el final. En ningún lugar del acta, es más, en ningún lugar del sumario del 11-M aparece esa expresión cuya literalidad atribuye expresamente el vicedirector de El Mundo a Sánchez Manzano (“… pero no discernir el tipo de dinamita”). Sabemos que el Sr. García Abadillo tiene problemas con el uso de las comillas. En este caso, sin embargo, poco importa, pues se trata de una cuestión intrascendente (salvo lo que nos dice –una vez más– sobre el rigor periodístico del autor). Más grave es la pretensión de que el Jefe de los Tedax “reconoció explícitamente” ante el juez instructor que su laboratorio no tenía “capacidad técnica suficiente” para hacer los análisis “que requerían” las muestras de los focos.

No científico” seguramente tiene un aroma delicioso para determinados periodistas, pero obviamente no es una expresión aislada en el contexto en el que se halla. Cualquiera que sea el calificativo que nos merezca el emisor de un enunciado (literato o zoquete), hay que hacer un mínimo esfuerzo por entender el significado que él mismo quiere dar a sus palabras, sin descartar incluso que se haya expresado con desmañada impropiedad. No basta, pues, con abrazarse encandilados a la feraz promesa de revuelo mediático que destila esa negación del carácter “científico”, olvidando que el declarante no puede estar dándole otro sentido que el derivado de su contraposición con el carácter “investigativo”. Y repito: ¿qué es eso de “investigativo”? Como señaló Losantos en la Cope el día 23 de enero de 2007, eso del carácter investigativo “es nuevo”. De modo que algunos optan por tratar la novedosa expresión como si se refiriese prácticamente a un experimento de juguete, un trasteo poco riguroso… algo, literalmente, de la Señorita Pepis[1]  Y la cuesta semántica desciende entonces imparable en el libérrimo discurso asociativo de algunos fabulistas. Así, el carácter no científico es indistinguible de la ausencia de “valor científico”, que es tanto como decir ausencia de “valor pericial”, [2]  o sea, “nulo valor probatorio”, [3]  que viene a ser lo mismo que una pretendida carencia de valor “legal”. [4]  Veámoslo nuevamente en la mencionada tertulia de la Cope de 23.1.2007:

Losantos: Esto de “investigativo” es nuevo.

Pedro J. Ramírez: Claro, pero el que sea no científico indica que no tiene valor pericial…

Losantos:  No tiene valor legal.

Pedro J. Ramírez: … y, por lo tanto, no tiene valor desde el punto de vista de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Narrativa que el día anterior encontró en los habituales monólogos de Losantos la adecuada zahúrda desde la que esparcir su légamo afrentoso (Losantos, Cope, 22.1.2007, Federico a las Seis, 15:49):

Si en España existiera justicia, en estos momentos [Olga Sánchez] sería detenida y juzgada, como mínimo, como mínimo, por prevaricación. […] Ella sabía, sabía perfectamente, tanto lo sabía, que quiso que constara en el sumario la declaración de Manzano en la que está clarísimo que no ha habido ningún análisis científico. No se sabe qué estalló en los trenes. No se puede condenar a nadie, juzguen a los que juzguen, porque no se ha analizado el arma del crimen. […] Nada tiene valor legal. Y ella lo sabía. Y sin embargo dice “en los trenes ha estallado Goma 2 ECO y vale ya”. Vale ya de mentir, Sra. Sánchez, porque usted sabía cuando dijo eso, perfectamente, que Manzano le había dicho al juez que no… no, que es que él había hecho un trabajo investigativo, es decir, que había hecho una chapuza infecta y asquerosa.

El mensaje no podría ser más claro: los análisis de los Tedax fueron una birria, inservibles, según confesión del propio Sánchez Manzano, a quien, por cierto, no paran de encontrarle admisiones de esta índole en cualquier asunto.

Naturalmente, en “Titadyn” (p. 31), el relato de García Abadillo, aun sin las anteriores estridencias, respeta el canon oficial del antioficialismo, nuevamente con uso laxo del entrecomillado:

En su declaración del 17 de julio de 2006 ante Del Olmo, provocada por la publicación en El Mundo de su, digamos, desliz ante la comisión de investigación parlamentaria, Sánchez Manzano confesó que no se pudo «dar la composición del explosivo, ni cualitativa ni cuantitativamente» porque los análisis que hizo su unidad «no tenían carácter científico», pues sólo presentaban un «carácter investigativo». La explicación que dio para ello es que los medios de los que está dotada su unidad «no son los de un laboratorio, sino de un grupo de investigación». Les añadiré que el único laboratorio homologado oficialmente para realizar los análisis de los explosivos es el de la Policía Científica, no el de los Tedax.

Los periodistas que no leen

Para entonces, mayo de 2009, el vicedirector de El Mundo podría haber atendido a las explicaciones (acaso aturulladas, pero existentes) del propio Sánchez Manzano en el juicio del 11-M. Pero una característica destacada de los cuentecillos a los que nos enfrentamos es su tantas veces aludido carácter atemporal y relajado en la confrontación con cualquier eventual novedad sobre el terreno.

Así, Manuel Marraco, entre otros, insiste el 26.8.2009 desde las páginas de El Mundo, sin necesidad tampoco de repasar las sesiones del juicio ante la Audiencia Nacional:

Lo cierto es que, pese a que existen múltiples informes de explosivos en el sumario del 11-M, únicamente el ordenado por el tribunal en 2007 contiene un análisis de los focos de explosión. Los que efectuó la perito de los Tedax tras la masacre no tenían valor científico, según reconoció el propio jefe de la unidad, el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, ante el juez Del Olmo.

Y peor es que esa cantinela se repita mucho más tarde, habiéndose producido (e ignorado periodísticamente) otra más precisa y vehemente aclaración de Sánchez Manzano en su testimonio de 15.9.2009, en el marco de la querella dirigida contra él y la autora de los análisis originales de los focos.

De este modo, como simple ejemplo, aún el 17 de mayo de 2010, nada menos, Manuel Marraco reincide en el mensaje:

También [la AAV11-M] […] responsabiliza [a Sánchez Manzano] de que no remitiera las muestras a la Policía Científica, pese a que ésta era la única unidad que podía emitir un informe científico válido. El propio Manzano reconoció ante el juez Del Olmo que su unidad no disponía del laboratorio necesario para unos análisis fiables.

La cantidad de cosas que confesó Sánchez Manzano…

Pues bien, veamos lo que el infortunado manifestó en el juicio del 11-M, en la sesión de 14 de marzo de 2007:

Ministerio Fiscal (Olga Sánchez): ¿Ustedes qué tipo de, de… análisis pueden realizar en… dentro de la Unidad Central de Desactivación de Explosivos?

Sánchez Manzano: Yo creo que…eh… es una cuestión que la explicará mucho mejor la perito química que hay en la Unidad.

MF OS: ¿Pero son análisis de carácter investigativo, no científico?

SM: Bueno… mmm…, vamos a ver… hay dos tipos de análisis, eh…, eh… que se pueden hacer con los explosivos. Al menos, lo digo con todas las reservas, porque esto lo explicará mejor… Hay unos análisis donde se puede obtener un resultado cuantitativo y cualitativo. A ése se le puede poner el nombre que queramos, ha cerrado todas las interrogantes sobre la naturaleza del explosivo y hay otros análisis en los que solamente podemos conseguir el tipo… el tipo de explosivo, sin poder precisar nada más, con lo cual quedan unos interrogantes abiertos. Unos interrogantes abiertos que hay que seguir investigando o bien contrastarlo con otros indicios que haya relacionados con la incidencia, como en este caso los había. Entonces… ¿qué es lo que se puede hacer en la Unidad? En la Unidad se puede llegar a establecer el tipo de explosivo, sin especificar marca comercial.

MF OS: Bien.

SM: Que es como lo hemos hecho siempre.

MF OS: Para aclarar el tema, usted viene como testigo… ¿usted es diplomado en TEDAX?

SM: No.

MF OS: ¿Es licenciado en Químicas?

SM: No.

MF OS: Por tanto usted va declarar como testigo, no como… [inaudible].

SM: Como testigo.

Se pueden destacar muchos aspectos de esta declaración, empezando por la insistencia de su protagonista en que se trata de una cuestión técnica, que él no es un experto, sino un mero testigo. Insistiré sobre este punto más tarde, pero veamos ahora lo que el ex Jefe de los Tedax explicó, por confuso que pudiera parecer. Debo subrayar que lo importante no es si el compareciente se equivoca o no de hecho, sino cuál es el alcance que él mismo da a sus palabras. Es la diferencia entre la buena fe (errada o no) y la malevolencia y el disimulo.

El testigo señala que hay dos tipos de análisis: por un lado, unos que determinan la composición cuantitativa y cualitativa y por tanto zanjan la cuestión de la marca del explosivo. Es obvio que eso es lo que él entiende por “análisis científico”. Por otro lado, están los que no pueden determinar esa composición [debe entenderse, porque lo imponen la lógica y sus explicaciones en otros contextos, que se refiere a la composición completa], sólo el tipo de explosivo, con lo que la marca, en su caso, habrá de determinarse según otros indicios recabados en la investigación. Esto, lógicamente, es lo que él entiende por análisis “investigativo”.

Nos puede gustar o no, podemos estar o no de acuerdo, podemos pensar que su terminología es deficiente… pero no podemos atribuir a sus palabras el sentido que nos dé la gana. Lo que debería ser manifiesto para cualquiera familiarizado con los datos (y mucho más después del juicio), es que esta explicación se relaciona perfectamente con la distinción que hizo el interesado respecto al material pesable y no pesable. Es decir, la Unidad de los Tedax analiza restos explosionados, los cuales no pueden ofrecer unos resultados cualitativos y cuantitativos completos que determinen por sí solos la marca del explosivo. En estos casos, habrá que contar con otros indicios y elementos de la investigación para concretar ese punto, si es que es posible. De ahí su referencia a los análisis investigativos. En cambio, cuando se estudian restos de explosivo entero (tarea que normalmente incumbía a la Policía Científica), sí es posible (o, al menos, más probable) hacer una determinación de la marca de explosivo sobre la única base de los análisis de laboratorio. De ahí su referencia a los análisis “científicos”. Manera mejorable de expresarse, repito, pero que es la que se deduce de sus propias palabras.

Y esa imposibilidad de determinar la marca del explosivo a partir de restos explosionados, según la explicación oficial (pero no sólo ella), es una cuestión técnica que no depende de los supuestamente calamitosos medios de la perito 17.632. Como trataré en otro momento, que esto sea cierto o no, es decir, que se pueda determinar la concreta marca comercial de unos restos post-explosión, es una cuestión conceptualmente distinta de cuál sea el alcance de las palabras de Sánchez Manzano. Si éste considera imposible tal determinación analítica, difícilmente va a estar confesando que eso mismo que él no considera factible en general no pudo hacerse por culpa específicamente de los deficientes medios de su unidad.

Esto último es más patente si cabe en las declaraciones que el mismo Sánchez Manzano hizo ante la juez instructora de la querella interpuesta por la AAV11-M. Así, el 15 de septiembre de 2009, el ex Jefe de los Tedax señaló:

El laboratorio de Tedax dispone de medios, de personal y de procedimientos, suficientes y adecuados para la finalidad que tiene asignada. Muy simple, no tan compleja, ni tan heterogénea, como lo tiene la Policía Científica. Es muy simple averiguar el tipo de explosivo, analizar los restos de explosiones, esa es la finalidad que tiene, tenía los medios suficientes, los procedimientos adecuados y la persona que más experiencia tiene en análisis de explosivos de toda España, sin duda. Pero es que ha sido así durante 25 años que ha estado allí la perito. Se han hecho informes y análisis que se han presentado ante los tribunales. Han servido para fundamentar sentencias de condena de terroristas esos análisis. Mire, en lo que yo estuve, por lo menos fueron 25 veces, a comparecer ante los tribunales para defender los informes periciales sobre los explosivos y explosiones. ¿Si era útil para los tribunales el trabajo del laboratorio de los Tedax? Es evidente. El laboratorio de los Tedax, a efectos judiciales, es oficial y si ha dado resultado por resolver tantas incidencias terroristas, y además fundamentar sentencias, ¿por qué íbamos a considerar en el 11-M lo contrario?

Este es el mismo policía que “confiesa” que no se hizo ningún análisis científico, ni pericial, ni probatorio, ni…

Tonto no es sólo el que dice tonterías

A partir de aquí hay varias cuestiones de fondo, en cuanto al análisis de los explosivos, que convendrá aclarar cumplidamente en las próximas entregas. Pero antes de eso hay un aspecto previo que debe zanjarse para desbastar la presente discusión, librándola de perturbadoras insensateces.

En relación con la sensacional exclusiva de El Mundo del día 21 de enero de 2007, según la cual “Manzano admite que no se hizo ningún análisis ‘científico’ del explosivo del 11-M”, ya indiqué en mi anterior entrega que “de nada se nutre la noticia y nada es lo que ofrece”. En efecto, asumamos por un momento que Sánchez Manzano hubiera dicho lo que sus críticos le atribuyen. La cuestión evidente que cualquier persona con un mínimo raciocinio debe plantearse es: ¿acaso el carácter “científico” de unos análisis depende de la opinión de un lego en la materia? Y es que esto es lo absurdo de todo el asunto. En la propia acta que da pie a las alharacas mediáticas, el mismo Sánchez Manzano empieza por recordar que no es “diplomado Tedax” ni “licenciado en químicas”. Y los periodistas que se aferran a la literalidad de sus declaraciones no le han ahorrado denuestos. “Sabiendo tan poco de explosivos”, “sin ser un experto en la materia”, decía de él Fernando Múgica (EM, 16.5.2005). En julio de 2006, a cuenta de la fiebre de la nitroglicerina, Pedro J. Ramírez se había quedado a gusto en los micrófonos de la Cope llamándole “melón”, “tarugo”, “incompetente”, y, sobre todo, “asno en materia de explosivos”. “Y además Manzano no tiene ni idea de explosivos”, observaba Jiménez Losantos en la tertulia de la Cope de 7.11.2006. Lo más curioso, aunque la lógica nunca ha sido su fuerte, es que este mismo periodista, comentando la portada sobre la inexistencia de análisis “científicos”, despotricara en antena (22.1.2007, Federico a las 6, min. 15) sobre:

El espabilao de Sánchez Manzano, incumpliendo la ley, engañando a todo el mundo, engañando a los ciudadanos que le pagamos el sueldo, engañando al Congreso de los Diputados, presentándose como perito sin tener la más remota idea de nada, no sabe ni lo que es una traca, es un perfecto ignorante.

Cabe preguntarse, pues, quién es más necio: el que (supuestamente) dice necedades o el que las toma al pie de la letra, sabiendo que lo son.

Para resaltar aún más la ridiculez de la postura conspiracionista me permito acudir a la declaración de Cuadro Jaén en el juicio (18 de abril de 2007). Recordemos que Santiago Cuadro, Comisario General de Seguridad Ciudadana, era el superior inmediato de Sánchez Manzano hasta que, a finales de 2004, la especialidad Tedax pasó a integrarse en la Comisaría General de Información. Pues bien, el Sr. Cuadro Jaén protagonizó el siguiente intercambio en la Audiencia Nacional:

A11MAT: […] Es decir, no es hasta el momento en el cual se realiza el análisis en los laboratorios TEDAX, en los que se empieza a tener una opinión científica. ¿Es correcto?

Santiago Cuadro: Eso es correcto.

A11MAT: Bien. A usted no le sorprendió, no le resultó extraño que fuera el laboratorio TEDAX el que hiciera el análisis. Es decir, le pareció a usted absolutamente normal.

Santiago Cuadro: Sí, me pareció absolutamente normal.

O sea que, según el Comisario General de Seguridad Ciudadana, los análisis de los Tedax sí tenían carácter “científico”. Por tanto, ¿qué vale más? ¿la opinión del Jefe de los Tedax o la opinión del Jefe del Jefe de los Tedax?

Obviamente, ninguna de las dos. Unos análisis no serán científicos o dejarán de serlo porque así los califiquen o no quienes carecen de conocimientos técnicos. No es la palabra de Sánchez Manzano, o la de su superior, la que otorga o quita cientificidad.

Así lo indicó la perito 17.632 al declarar en condición de querellada ante la juez Coro Cillán (10.8.2009):

Sra. Fiscal: Bien. Pero el análisis que usted hace, ¿es un análisis científico dirigido a la investigación del delito? […]

Perito 17.632: Yo lo del análisis lo he leído, Señoría, en la querella, y para mí, un análisis científico es un análisis hecho por un titulado superior en una ciencia, en este caso la ciencia química, que emplea el método de la ciencia química. Entonces es un análisis científico, no es una persona no químico actuando con un material que no es el que está en los tratados de química analítica.

Sra. Fiscal: Bien. Entonces, usted considera que usted sí que hace un análisis científico.

Perito 17.632: Evidentemente, porque estoy aplicando los métodos analíticos de una ciencia.

Evidentemente.

La Señorita Pepis se hace química

Pues bien, la escandalizada portada de 21 de enero de 2007, que es tanto como decir el acta de la declaración de Sánchez Manzano que servía de base a la exclusiva, no contenía un solo dato al respecto que no se conociera antes. Y mucho menos dato alguno desconocido y escandaloso. El informe sobre los focos de explosión de los trenes suscrito por la perito 17.632, del que se tenía ya amplia noticia, describía todas las técnicas por ella empleadas. La declaración de Sánchez Manzano ante Del Olmo, de 17.7.2006, descubierta en enero de 2007, nada añadía ni quitaba ni alteraba a esa descripción. Por supuesto que se puede discutir si los análisis de los Tedax fueron o no adecuados, pero esa es una cuestión técnica distinta e independiente, a la que nada, absolutamente nada, aportan las palabras de un policía supuestamente “ignorante”.

Y sobre esa cuestión, repito, independiente, ya se habían pronunciado los periodistas de investigación con característica incongruencia. Como he venido reiterando en anteriores entregas, cuando a los críticos les interesaba destacar la supuesta incapacidad de los Tedax para determinar la marca de lo que explotó en los trenes, no era raro encontrar artículos que descalificaran las técnicas empleadas por la perito 17.632, tachándolas, por ejemplo, de “tercermundistas” (así, García Abadillo, EM, 20.11.2006). Pero, cuando lo que se quería destacar era la (mala) intención, lo que se sugería era que los Tedax habían ocultado dolosamente en 2004 la presencia de algunos elementos incompatibles con la Goma 2 ECO (en un principio, a raíz del desliz de Sánchez Manzano en la Comisión, se pensaba en la nitroglicerina; más tarde, se añadió también el DNT). Al seguir esta línea argumental, se insiste entonces en que las técnicas empleadas por la perito 17.632 eran suficientes y podían haber determinado sin problema la presencia de esos componentes (que se decidió ocultar). Es decir, ya no eran una birria.

En este sentido, tan conocedores eran en El Mundo de las técnicas empleadas por la perito 17.632, que en su edición de 30 de julio de 2006, describieron con un esclarecedor gráfico la cromatografía de capa fina: “técnica de análisis químico”, escribía el diario, “utilizada para separar sustancias puras de mezclas complejas. Es una de las técnicas más comunes empleadas en un laboratorio.” A lo que se acompañaba un artículo del catedrático Ruiz de Elvira, habitual colaborador de El Mundo, que nada tenía que objetar entonces sobre la validez científica de lo practicado por la encargada del laboratorio de los Tedax.

En suma, El Mundo, a través de sus “expertos”, estaba ofreciendo una descripción de las técnicas empleadas por la perito de los Tedax que las hacía perfectamente adecuadas para la tarea requerida. Algo que este diario manifestaba igualmente de manera explícita en su portada de 19.7.2006, señalando:

En su informe […] [la perito de los Tedax] especifica que a los restos de los focos de los trenes se les aplicó la ‘cromatografía de capa fina’, prueba que, según expertos en explosivos, determina los componentes de cualquier sustancia.

Si en otras circunstancias de tiempo o lugar deciden presentar una opinión distinta que postula el carácter chapucero de esos análisis periciales, pueden hacerlo sin más menoscabo que el de su nunca demasiado reputada coherencia. Pero insisto en que las palabras de Sánchez Manzano descubiertas, con tanto aspaviento de portada, en enero de 2007, son completamente irrelevantes al efecto.

Y ya que se ha mencionado, no cabe duda de que en este asunto, como en casi todos los demás, las incongruencias y contradicciones abundan sobremanera. Sé que me repito (es imposible no hacerlo cuando se trata de una característica ínsita de la producción conspirativa) pero no puedo omitir el hecho de que los mismos que celebran las palabras de quienes afean los deficientes análisis de los Tedax haciendo particular referencia a su falta de carácter científico y en ocasiones uniéndolo a la falta de voluntad y/o capacidad para determinados componentes clave (especialmente, DNT y nitroglicerina), comulgan con opuesto credo cuando les conviene. Así, el vicedirector de El Mundo tararea la balada habitual desde el prólogo de “Titadyn”, mientras, también en “Titadyn” (p. 78), el Sr. Iglesias nos informa de que:

Incluso con los ensayos por vía húmeda y la cromatografía empleada en el laboratorio de los Tedax (cromatografía de capa fina, TLC) se podrían haber identificado […] nitroglicol (EGDN), dinitrotolueno (DNT) y nitroglicerina (NG).

Esta sorprendente confesión no es una anécdota pasajera. Su autor insiste en un artículo recopilatorio de despropósitos en Libertad Digital (21.3.2010):

Con la técnica de cromatografía fina practicada por los Tedax se puede detectar la presencia de nitratos, entre ellos la nitroglicerina y de DNT.

Y es reincidente. Por ejemplo, en “La tarde con Cristina” (COPE, 2.7.2009):

En el día 11, los TEDAX, dentro de su función, recogen unas muestras que analizan, con unos métodos un tanto sencillos, pero, a mi modo de ver, y lo digo desde la química, suficientemente explícitos como para haber obtenido datos. […] La técnica que ellos emplearon, que era cromatografía de capa fina, […] sin ser una supertécnica, es suficientemente explícita como para dar nombre y apellidos a los explosivos […].

En el programa de César Vidal en esRadio (11.3.2010; min: 16:38):

Los Tedax recogen y llevan a su laboratorio las muestras de los focos de explosión nada más producirse las explosiones del 11-M, en la mañana del 11 de marzo. Lo llevan, lo analizan por la técnica de cromatografía de capa fina, que se la ha tildado de una técnica burda… no es así, es una técnica que no es tan fina como la cromatografía gaseosa ni como la HPLC, pero suficientemente fina como para detectar DNT, nitroglicerina y nitrato amónico, nitratos inorgánicos. Es lo suficientemente fina.

O sea que la técnica empleada por la perito de los Tedax era SUFICIENTE para haber detectado, entre otras, las tan traídas y llevadas sustancias que protagonizarían la pertinaz polémica: DNT y nitroglicerina. ¿Y quién era uno de esos que hablaba de “técnicas tercermundistas” en el laboratorio de los Tedax? Pues, como ya he señalado, su compañero de aventuras editoriales: Casimiro García Abadillo (EM, 20.11.2006). ¿Quién ridiculizaba las instalaciones de los Tedax motejándolas de “laboratorio de la Señorita Pepis”? Pues Jiménez Losantos ¡entrevistando al perito Iglesias! en La Hora de Federico, 28.5.2009, el mismo programa en el que este heroico facultativo indica, sin que nadie se dé por enterado:

Sánchez Manzano utilizó una técnica analítica que se llama ‘cromatografía de capa fina’, que no tiene la fineza, para entendernos, de la cromatografía de gases. Pero sí suficiente, si se hace bien, como para discriminar entre determinados componentes.

Así que aquí tenemos al químico de referencia señalando que, después de todo, la perito de los Tedax no aplicó una técnica burda, que era “suficientemente fina”. Cosas veredes…

———
NOTAS:

[1] Entre otros: “El laboratorio de los Tedax […] es como una especie de maletín de la Señorita Pepis” (Pedro J. Ramírez, Cope, 7.11.2006, Tertulia, min. 45).

[2]Se supone que los informes periciales que se remiten al juez deben tener un carácter científico” (García Abadillo y Manuel Marraco, EM, 21.1.2007). Pedro J. Ramírez (EM, 28.1.2007): “Resulta que, según su propia versión, este alto mando policial en quien recayó la recogida, custodia e investigación de esos restos se comportó como el perro del hortelano del complejo de Canillas: ni hizo ningún análisis con valor pericial porque no tenía medios para ello, ni los dejó hacer a la instancia correspondiente –la Policía Científica– sencillamente porque no le remitió las muestras.”

[3] José María de Pablo, en la querella de la AAV11-M (p. 11): “ese primer análisis de urgencia que lleva a cabo el laboratorio del TEDAX tiene escaso valor científico –y nulo valor probatorio en juicio– […]”. Joaquín Manso (EM, 5.2.2012): “Manzano impidió que se remitiesen [las muestras] al único laboratorio que es competente para analizarlos, el único además que tiene capacidad para llevar a cabo análisis con valor científico y probatorio en juicio: el de la Policía Científica […]”.

[4] En el escrito de contestación a la demanda interpuesta por Sánchez Manzano contra El Mundo (p. 100), el abogado del diario llega a afirmar (con redacción muy mejorable): “resulta innegable que la lógica y razón aplicada a la declaración del demandante de 17 de julio de 2006 […] hace incomprensible lo alegado en esta demanda. Es decir, es incomprensible desde la diligencia y buena fe exigir que él mismo que reconoce en sede Judicial que el laboratorio Tedax no cuenta ni con los medios técnicos ni con los humanos suficientes para hacer un trabajo pericial con valor científico y legal en el Sumario 20/2004, no sea el que tras ello ordena que se suministren los vestigios de los focos a quien no tiene medios técnicos para efectuar los análisis, en detrimento de quien si los tiene la Policía Científica.” En la página 103, dicho escrito procesal insistía en que “es un hecho notorio que en todo informe pericial debe tener valor científico.”

 

(Continuará)

 

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