EL FANTASMA DE LAS NAVIDADES ACTUALES (III) por Desiertos Lejanos

EL FANTASMA DE LAS NAVIDADES ACTUALES (III) por Desiertos Lejanos.

Como recordarán, en el primer episodio de nuestra serie, nuestros heroicos investigadores habían encontrado a un testigo (R-10) que reconocía no haberse quedado en España para el Juicio del 11-M porque no le dio la gana, pero que reconoció a Zougham –eso sí, al 90 %, en lugar del 100 % que pretendían los secuaces del Malvado Rubalcaba– y, en el siguiente capítulo, ”Casimiro & Manso” habían demostrado que la segunda testigo, J-70, consumada mentirosa, había logrado deambular por la burocracia española unos catorce meses antes de que le reconocieran la condición de víctima –en realidad, en trámites de concesión, con indemnización, muchos meses atrás* – y había cometido -para conseguir privilegios que le correspondían por justicia ** – perjurio ante la Audiencia Nacional.

Supongo que quien haya leído los artículos anteriores esperará cualquier cosa de la perspicacia de nuestros astutos investigadores… y tendrá razón.

Recordemos que, entre la media docena larga de testigos que reconocieron a Zougham en los trenes de la tragedia del 11-M, fueron considerados tres de ellos (R-10, J-70 y C-65) como los más seguros, fiables y sin fisuras… sin perjuicio de que alguno, o todos los demás, también hubieran visto a Zougham. Uno de ellos –una mujer- fue reconocida como la testigo protegida C-65.

El tratamiento recibido por C-65 a manos de los medios conspiracionistas, a priori, parece similar al de los otros testigos protegidos (R-10 y J-70) que el Tribunal consideró “fiables y sin fisuras”-, pero una pequeña aproximación revela una sensible diferencia.

En los dos testigos precedentes, cuyo caso ya hemos analizado anteriormente, “El Mundo” contaba con algún punto más o menos objetivo -aunque insustancial, como ya hemos visto – que presentar como baza; por ejemplo, el hecho de que R-10 no hubiese declarado en el Juicio por el 11-M, o J-70 tuviese problemas para ver reconocida su condición de víctima.

C-65 es diferente; contra ella “El Mundo” tiene poco, por no decir nada; por lo tanto, sus “sabuesos” se ven obligados a usar como asidero “otras” armas: los juicios de valor, juicios de intenciones, suposiciones aventuradas, “alomojoísmos”, mentiras descaradas, insinuaciones deshonestas y patrañas más o menos elaboradas.

3.- C-65, la «mala«; pero «mala«, «mala«

Así, por ejemplo, en el editorial que acompañaba las informaciones que “Casimiro & Manso” habían publicado el tercer día de la Campaña de “El Mundo” Pro-Liberación de Zougham se leía, en referencia al testimonio de C-65:

Esta persona engañó a la Policía, inventó hechos y cambió de versión para tratar de dar mayor verosimilitud a sus declaraciones. Primero aseguró en el consulado de Rumanía que iba en el vagón con una compatriota distinta a la que 10 meses después dijo que le acompañaba. Aquella falsa acompañante también aseguró haber reconocido a Zougam, pero la Policía no la creyó.

El editorial acompaña y deriva del supuesto artículo de investigación de “Casimiro & Manso”, que es el que –también supuestamente- informa:

Aunque no consta en el sumario, la primera vez que C-65 acudió a declarar fue en el consulado de Rumanía en Madrid, el día 1 de abril de 2004, según confirmaron fuentes de la investigación a EL MUNDO. Lo hizo acompañada por otra mujer, también de nacionalidad rumana.

[…]

Pues bien, en ningún sitio figura que esa segunda testigo, que no es la misma que luego compareció en el juicio, declarase ante la Policía, ni ante el juez. Sencillamente, se esfumó. Todo hace pensar que se trata de una falsa víctima que se apuntó a ratificar el testimonio de C-65 para lograr la indemnización y la regularización de su situación.

Como agudamente apunta Manel Gozalbo, parece que no cabe dudar de la acertada visión de “El Mundo” al diagnosticar correctamente que esta mujer actúa como todas las falsas víctimas: procura no figurar en ningún documento, no destacar, no recibir ninguna indemnización ni compensacion, y escapar por patas sin que nadie la persiga.

Confieso que me provoca aún más extrañeza tratar de comprender lo que quiere decir el editorial con “falsa acompañante”: ¿Será que no estuvo allí, o es que C-65 llevaba una silueta de cartón piedra como simulando una persona humana?

Demasiados palos para una persona que, de existir, sólo habría tenido el dudoso defecto –para justificar la ojeriza de “El Mundo”- de estar allí y no ser J-70.

También llama la atención, y en esta ocasión con cierto regocijo, la evidente contradicción entre el editorial…

Aquella falsa acompañante también aseguró haber reconocido a Zougam, pero la Policía no la creyó.

…y el artículo de «Casimiro & Manso», en el que se apostilla para sugerir que no existe dicha persona:

en ningún sitio figura que esa segunda testigo, que no es la misma que luego compareció en el juicio, declarase ante la Policía, ni ante el juez.

Como suele decir nuestro amigo Rasmo: ¿No se leen a sí mismos? O ¿nos encontramos ante un caso de «falso casimiro«?

Burla burlando, ya va por delante que la intención de C-65 al inventarse una acompañante es “engañar a la Policía, inventar hechos y cambiar de versión para tratar de dar mayor verosimilitud a sus declaraciones”. Con un par. No cabe duda de que «para dar mayor verosimilitud a una declaración» en una declaración ante la Policía o Juzgado, querido lector, debe usted «cambiar de versión» a menudo; es el reconocido método de simulación de delitos «Casimiro & Manso ®».

Y, como no podía ser de otra manera, toda la información se basa en “fuentes de la investigación” que, como es costumbre en “El Mundo”, ni se nos informa quiénes son, ni se nos dan medios para contrastar su sapiencia.

Otra curiosidad de “Casimiro & Manso & Pedro J.” resulta de este párrafo:

Lo que no dijo entonces fue que la acompañase otra amiga distinta a la que fue con ella al consulado. Tampoco se lo dijo al juez. Sin embargo, tras declarar la testigo J-70 en febrero de 2005, no tuvo ningún inconveniente, durante la vista oral, en afirmar que era con ella con quien viajaba.

Es de lo más sugestivo, para comprender la reticencia de C-65 para declarar quién le acompañaba, percatarse de las propias palabras de los sagaces redactores-barra-investigadores: “…no tuvo inconveniente en“; o sea, parece que C-65 no cita a su amiga porque sabe que ella tiene miedo, no quiere declarar y la puede meter en un compromiso, aparte de que su amiga puede negarlo todo, y dejarla con el culo al aire. Una vez J-70 ha declarado, lógicamente, “no tiene inconveniente” en citarla como compañera. Algo parecido debió ocurrir con la primera amiga, si es que existe: “A mí no me metas en líos… “ puede ser que dijera.

Casimiro & Manso”, valientes paladines, no entienden el miedo… salvo cuando es el propio o el de quien les puede dar una portada. Me pregunto por qué -si no es por miedo- no publican con más frecuencia, o declaran ante un juzgado cuando se les requiere para ello, el nombre de sus fuentes “fidedignas”). Veremos si en la reciente querella por falso testimonio contra C-65 y J-10 aparecen las valentonas fuentes de «El Mundo«.

Sigue el editorial con otra de estas pruebas que los redactores de “El Mundo” suelen definir como “demoledoras”:

C-65 sostuvo también que tras las explosiones le cayó un cadáver encima, pese a que en el tren que viajaba no hubo ni muertos ni heridos graves.

Acudimos prestamente al artículo de “Casimiro & Manso” donde, para nuestra decepción, encontramos ¡otra vez! la referencia de unas “fuentes solventes” de la “asociación de pilar manjón”; como era de esperar, ni conocemos, ni conoceremos… ni sabremos cúyo es el origen de su ciencia.

Según documentos de la asociación de Pilar Manjón, cuyo contenido ha conocido EL MUNDO a través de fuentes solventes, el comportamiento de la testigo C-65 y de su familia durante la tramitación de las indemnizaciones ahonda en las dudas sobre su credibilidad. C-65 trató de exagerar sus síntomas al relatar a los profesionales que la examinaron que, tras la explosión que se produjo en el tren de Santa Eugenia, se le cayó un muerto encima, del que tuvo que zafarse para poder escapar del convoy. Según el sumario, en el vagón en el que ella declaró viajar -el quinto- no falleció ningún viajero, ni hubo heridos graves, ya que apenas resultó afectado por la explosión, que se produjo hacia la mitad del cuarto vagón.

Por lo que pudieran pensar sus lectores, “El Mundo” no publica la versión literal de la declaración de la testigo; no vaya a ser que C-65 dijera que “le había caído encima un objeto que le pareció un cadáver”, o similar.

A “El Mundo” le parece destacable y muy sospechoso que C-65 creyera haber sido golpeada por un objeto de peso similar a un cadáver; les parece raro que, en un vagón en el que no hubo fallecidos ni heridos graves, hubiese maletas pesadas, bolsos u objetos contundentes, o personas que se desmayaron, salieron despedidas, o cayeron sobre sus vecinos.

Mosquis.

También añade en otro lugar del editorial:

Su versión de los hechos ha ido variando con el tiempo; fabuló y exageró sus síntomas para recibir el máximo dinero posible como víctima del 11-M…

Coincido (yo también, no voy a ser menos que Manel Gozalbo) con José Donis que, si esto no es un delito de descrédito de víctimas del terrorismo, no han existido casos de ese delito en España. Artículo 578 del Código Penal vigente:

…la realización de actos que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas de los delitos terroristas o de sus familiares se castigará con la pena de prisión de uno a dos años

Y es que, en ningún punto del Sumario, ni de ningún otro documento, figura que C-65 haya cometido un delito tipificado de simulación de lesiones; ni siquiera puede presentar “El Mundo” documentos que prueben que se le imputó dicho cargo. Todo es: “hablé con alguien que me dijo que…”, «He oído que alguien dijo que…«, “Es de suponer que…“ sin dar datos sobre las fuentes “solventes”. Deben ser, más bien, fuentes “solubles”, que se disuelven al contacto del agua o de la luz del día y la verdad.

Ya se sabe: los testigos afines «están muy afectados«; los hostiles «tratan de exagerar sus síntomas«.

Y va a ser el momento de presentar la querella de Jamal Zougham por falso testimonio; comprobarán ustedes que el texto legal y la información? suministrada por el diario «El Mundo» es similar al 125 %; vamos, que tienes que mirar la foto-finish para averiguar a quién acusar de plagio. Bueno, pues si les apetece, échenle unvistazo al enlace y comprobarán que «El Mundo» (perdón, los letrados de Zougham) presentan a C-65 como una especie de Ma Baker de la comunidad rumana de Madrid, dirigiendo a sus pupilos en la picaresca de robar las indemnizaciones a los españoles e indicándoles qué simpatizantes de Al-Qaeda deben identificar en los trenes.

Ya se sabe, los testigos afines «son una fuente de inspiración para las víctimas«; los hostiles «despliegan toda una estrategia para que varias personas de su entorno -además de ella misma- se hagan pasar por víctimas del atentado«.

Sigamos, pero no me guarden el Código Penal, que volveremos a él. Carente de pruebas reales en que sustentar sus insidias, “El Mundo” apunta ahora hacia las discrepancias entre las declaraciones de la testigo:

Además, en su versión inicial a los agentes, declaró que había reparado en Zougam porque éste tuvo un incidente con otro pasajero al ir a cambiar de vagón. Dado que el testimonio podía ofrecer dudas, en la Audiencia Nacional añadió que el marroquí le «rozó» con la mochila. Y al llegar el juicio al Supremo, afirmó que Zougam la había «movido de la silla». Parece increíble que si hubo contacto físico no lo hubiera hecho constar desde el principio.

En su primera declaración ante la Policía (el 1 de abril de 2004), afirmó que se fijó en la persona que reconoció como Zougam porque éste «empujó violentamente a otro joven» al pasar por la puerta que une los dos vagones.

Sin embargo, en su declaración ante el juez instructor (el 20 de mayo de 2004), añade un dato sustancial que olvidó mencionar ante la Policía: afirma que Zougam «le rozó el hombro para abrirse camino».

Más tarde, en la vista oral, C-65 declaró que «ese señor tenía la mochila en el hombro izquierdo y me tocó en mi hombro derecho». Y añadió que lo hizo con tal fuerza que la «movió del asiento y no me ha pedido perdón».

Vamos a examinar las declaraciones con que contamos de la testigo. Siempre deben tener en cuenta que, salvo la que se produjo en la Audiencia Nacional, todas las demás son interpretadas por el funcionario que recoge su declaración, lo que introduce, necesariamente, cierta variabilidad.

Observemos la primera declaración, con fecha 1 de Abril de 2004:

…observó cómo un joven se hallaba apoyado en la puerta que comunica el segundo vagón con el primero a la vez que, leyendo un libro, fue empujado violentamente por otro joven.

Que el segundo joven agarró el picaporte de la puerta que comunicaba los dos vagones y tiró bruscamente de ella, empujando al primer joven (el que leía el libro) sin pedirle permiso ni disculpas.

[…]

La declarante piensa que el joven que vio cambiar de vagón durante el trayecto portando una mochila pudiera tener algo que ver con la explosión e insiste en que sería capaz de reconocerlo si lo volviera a ver.

Y va y lo reconoce:

esa persona pasó al lado de la declarante muy deprisa y rozó el hombro de la declarante para abrirse camino y poderse dirigir hacia el otro vagón.

[…]

…MANIFIESTA que es la fotografía nº 2, que consta en el anexo de 79 fotografías.

Y lo re-reconoce:

Que identifica al número cuatro, si bien afirma que entonces tenía el «pelo más largo«; especificando que, sobre todo, lo reconoce por la nariz y el labio.

Y ¿se imaginan qué?

Por el testigo se reconoce, sin ningún género de dudas, al nº 2.

Finalmente, ante la Audiencia Nacional:

Testigo: Era un chico alto…  tenía una chaqueta azul, gris así oscuro, tenía una mochila azul clarita y  yo le miro porque la puerta del vagón estaba un señor leyendo un libro y cuando abrió le empujo a este señor y paso al vagón de delante.

[…]

Testigo: Llegamos a la estación de Santa Eugenia, se bajó la gente, se subió otro… de Santa Eugenia, se cerró la puerta y… cuando empezó ponerse en marcha el tren se aplastó [por] la explosión del tren.

Ministerio Fiscal: ¿Usted recuerda que se le mostraron un juego de fotografías?

Ministerio Fiscal: Interesa se le exhiba el folio 44068 del tomo 124 de la causa.

Juez Gómez Bermúdez: Se proyectará con la cámara cenital.

[…]

Testigo: Sí, es ese de ahí.

Ministerio Fiscal: ¿Reconoce a alguna persona de esas 6 fotos?

Testigo: Sí, señora, este chico de la primera fila, el tercero. Uno, dos, tercero.

Juez Gómez Bermúdez: Señor secretario, ¿a quién está señalando?

Secretario: Está señalando la foto del número 57. (Zougham)

Juez Gómez Bermúdez: Bien.

Ministerio Fiscal: ¿No tiene dudas?

Testigo: No, señora. Estoy segura cien por cien.

Una vez leído el testimonio, volvamos al análisis de «Casimiro & Manso & Pedro J.»

Dado que el testimonio podía ofrecer dudas…” dicen; como si añadir que, además, le rozó con el hombro, añadiera más credibilidad al incidente que llamó la atención de la testigo. Y luego, “añade un dato sustancial” como si, caso de no haberlo dicho, su testimonio -reconociendo CINCO VECES sin género de dudas a Zougham- no valiera para nada.

Y así, frase tras frase.

No. Alguien nos intenta tomar el pelo… y no es C-65, precisamente. Es quien trata de presentar, como datos clave, verdaderas mamarrachadas, sin ninguna importancia, en lugar del reconocimiento que realmente, únicamente, tiene validez.

Porque resulta, por si acaso “El Mundo” no lo conoce, que, según las leyes españolas, lo que tiene validez, como dijo hasta hartarse Gómez Bermúdez, es la prueba que se practica en el juicio oral. Respondiendo, sin ir más lejos, a una protesta equivocada -como veremos en el siguiente capítulo- del abogado de Zougham:

Es que la prueba válida es la que se practica en el juicio oral.

Calla, a lo mejor sí que lo saben. Porque lo cierto es que, siguiendo a la retractación de Attila Türk de determinadas declaraciones comprometedoras para Zougham que había hecho ante la Policía francesa, los conspiracionistas estallaron en jolgorio: “No hay pruebas, no hay pruebas, ñañañañaña”:

En una declaración ante la policía francesa, el islamista Attila Türk afirmó que en una supuesta conversación con el procesado Hasan Haski, éste le dijo que «conocía a Djamel Zougham [sic], el que hizo los atentados el mes pasado». Cuando el juez instructor, Del Olmo, le preguntó sobre ese asunto, Attila Türk desinfló la pista: «No recuerdo haber dicho eso».

Posteriormente, cuando declaró en la vista oral (22 de mayo de 2007), Attila Türk negó rotundamente que Haski le hubiera hecho ninguna confidencia sobre Zougam.

De la misma manera, la retirada del testimonio del hermanastro de Zougham, (también peligroso contra el preso favorito de “El Mundo”) es presentada, sin temor a que se les resquebraje la cara, como un “fuese, y no hubo nada”.

Y ya no digamos las entrevistas a Suárez Trashorras (que recientemente confesó ser culpable de los delitos por los que se le condenó, y pidió perdón a las víctimas) a las que se le prestó credibilidad… mientras fue útil:

Emilio asegura que estaba convencido de que había llegado a un pacto con la Policía y con el juez, que era testigo protegido y que no iba a haber cargos contra él.

Al margen de la declaración de ‘El Gitanillo’ y de Iván Granados nunca pudieron encontrar contra él una prueba material.

Cuando Suárez Trashorras se dio cuenta de que no se iba a cumplir el pacto con la Policía cambió su declaración ante el juez Del Olmo. Dijo que nunca había visto esos explosivos en poder de Jamal Ahmidan y que todo lo que había dicho era lo que la Policía le dijo que contara.

Así pues, resulta curioso que “El Mundodisimule conocer que las discrepancias entre las versiones dadas por los testigos no tienen importancia práctica… a menos que los letrados presentes en el juicio las pongan de manifiesto y pregunten a los testigos sobre ello (el “principio de contradicción”).

Y ni el abogado de Zougham, ni los demás, hicieron nada por el estilo. Así se hace abogado de prestigio cualquiera: no se pregunta nada en el juicio, y luego se denuncia que nadie lo ha preguntado y que lo acabamos de descubrir nosotros.

Y eso que, si vamos a mirar, tampoco es que haya verdaderas contradicciones entre las versiones relatadas por la testigo; “me fijé en el joven porque tuvo un incidente con otro pasajero” no es contradictorio con “me rozó al pasar” o “me tocó con su mochila”, puesto que -corríjanme si me equivoco los usuarios de cercanías- raro es el día que no te tocan, rozan, empujan o molestan al pasar en los vagones y no te fijas ni podrías reconocer a quien haya sido; ahora bien, un incidente con otro pasajero, pues igual sí.

No, no hay verdaderas contradicciones en lo relevante, pese a que la querella presentada contra las dos testigos afirme:

No es preciso […] analizar en este relato de hechos detalladamente las innumerables contraindicaciones y falsedades […] existen evidentes contradicciones en sus respectivas manifestaciones…

Evidente metedura de pata cuando se está intentando convencer al lector de que la Napoleón del crimen (C-65) ysu discípula predilecta se han puesto de acuerdo milimétricamente en una versión para engañar al juez Del Olmo…

Pero, en fin, cada uno es dueño de hacer el ridiculo cuanto quiera en los documentos legales que redacte. Nosotros, a lo nuestro. Vamos con alguna de las «contradicciones» que denuncia «El Mundo«.

Casimiro & Manso” intentan hacer de CSI (pero, vamos, casi más al estilo de “Mortadelo y Filemón” o “Pepe Gotera y Otilio”) cuando pesquisan:

Cuando EL MUNDO le preguntó cómo era posible que viera la cara de alguien al que sólo podía ver de espaldas -según la posición en la que iba sentada y el sentido del recorrido del supuesto terrorista- y no se paró a disculparse, ella respondió: «Me miró de frente y se encaró conmigo».

En este caso, “El Mundo” no ha conseguido siquiera una fuente “soluble” que le informe de este detalle, así que se presentan ellos mismos, en una especie de “cine dentro del cine”. Pero se podrían ahorrar las molestias, porque no cuela.

Si la testigo iba sentada hacia la cabeza del convoy, y Zougham le adelantó -como declara- es más fácil que viese el incidente que ocurrió unos metros delante de ella -no tenía que volver la cara- que si hubiera estado sentada al revés. Ni siquiera hace falta que se volviera del todo, para reconocerle en un álbum de fotografías, o en una rueda de reconocimiento. Todas estas «casimiradas» de «qué rarito me parece» y «cómo era posible no-sé-qué» son elucubraciones con nulo fundamento y menos sentido común.

Y, ya para nota, la afirmación de que C-65 afirmó tal o cual cosa en el Supremo, porque es que, mirusté, C-65 NO DECLARÓ ante el Supremo, que se limitó a analizar las pruebas y testimonios presentados sin añadir nuevas pruebas (valga la redundancia) ni deposiciones (que de eso ya se encarga “El Mundo”); así que, si hay alguna diferencia entre las versiones, será cosa del Supremo, de los abogados, los fiscales… pero no de la testigo.

Cosa que debe saber perfectamente “El Mundo”, supongo;  pero, oiga, por mala baba, que no quede.

Volvamos, si tienen a bien, al Código Penal, artículo nº 578, donde dice que las penas de la ley deberán alcanzar también a los que menosprecien a los familiares de las víctimas del terrorismo. Desayúnense con el editorial…

…logró que su marido fuera considerado también víctima y estuvo a punto de lograrlo con su hermano. Ambos dijeron que resultaron heridos en las explosiones del 11-M, aunque en un tren distinto al de ella.

… y asómbrense conmigo por el poder (¿Si tendrá algún anillo «para gobernarlos a todos«?) de la testigo, que no sólo engaña al equipo que la valoró a ella, sino también al que valoró a su marido y casi-casi al de su hermano.

Y tomen café con el párrafo del artículo de fondo…

Por si todo ello no fuera suficiente para dudar de su testimonio, hoy sabemos que su marido fue aceptado como víctima de otro tren, con dos particularidades: no sufrió heridas graves pese a viajar en el vagón más afectado -hasta el punto de que fue el que mayor número de muertos registró en Atocha-, pero sobre todo, declaró que viajaba con su cuñado, el hermano de C-65, que fue descartado como víctima por los forenses y a quien el juez propuso imputar por delito de simulación.

Vamos por partes: el malvado marido:

El marido de C-65 también alegó que iba en los trenes. Fuentes conocedoras de la pieza reservada del sumario y ella misma confirman que él contó que viajaba en un convoy distinto con su cuñado (el hermano de la testigo) y que les sorprendió la explosión en Atocha.

Esa versión tiene tres problemas. El primero es que ese tren hacía exactamente el mismo recorrido que el que explotó en Santa Eugenia, en el que iba su esposa, y salió de Alcalá con poco más de 10 minutos de diferencia, por lo que es difícilmente explicable que marido y mujer no hicieran juntos el mismo trayecto.

El segundo problema es que el vagón en el que él dijo que viajaba sufrió tal grado de destrucción (en su interior se encontraron 12 cadáveres y, en su entorno, otros 20) que es prácticamente imposible que saliese de él por su propio pie y sin heridas graves (la sentencia recoge que no tuvo secuelas).

Vayamos de atrás adelante; el segundo problema: se nos dice que la Sentencia no reconoce secuelas, pero se deja entender que se considera probado que viajaba en los trenes, incluso que probablemente sufrió heridas que no dejaron secuelas.

Empecemos por decir que no se puede equiparar «heridas graves» a «secuelas«. El criterio en Medicina Legal para diferenciar «herida grave» o «leve» se basa -entre otras cosas- en el tiempo que tarda en curar. Es perfectamente posible curar una «herida grave» sin secuelas.

Otra manipulación de «Casimiro & Manso«, especialmente repugnante por afectar a víctimas del terrorismo.

Pero de la torticera redacción de la información de «El Mundo» se deduce que el marido de C-65 estaba en los trenes y sufrió heridas -leves o graves, aunque no tuviese secuelas- en los atentados del 11-M; por lo tanto, es una legítima víctima del terrorismo.

Efectivamente, en la querella contra las testigos, se los informa de las lesiones que sufrió, que precisaron 20 días para su curación. De la Sentencia del Supremo:

Ha requerido para su curación o estabilización 20 días. Días de hospitalización: 0 días. Días impeditivos totales: 20 días. Días impeditivos parciales: 0 días. Alcanzando la sanidad o estabilización sin secuelas.

Me imagino qué rabia debe dar a los supervivientes de los atentados más carniceros de los terroristas (Hipercor, “El Descanso”, la Casa Cuartel de Zaragoza) cuando, habiendo tenido la suerte de salir con daños físicos menores (y un trauma que no te abandonará en toda tu vida) llega un tribulete paniaguado y te llama “vividor” y “listillo” por “fingir tus lesiones”. Claro que los supervivientes de Hipercor no eran rumanos ilegales. Claro. Buen pelo les caería a “Casimiro & Manso” de haberlo intentado.

Pues aún se cabrearán más cuando sepan que C-65 -para los conspiracionistas «falsa víctima«, tramposa, Monipodio de la Corte de los Milagros rumana en Madrid, etc- salió peor parada que su marido…

Ha requerido para su curación o estabilización 46 días. Días de hospitalización: 0 días. Días impeditivos totales: 46 días. Días impeditivos parciales: 0 días. Alcanzando la sanidad o estabilización con la siguiente secuela: Hipoacusia izquierda.

C-65 sí sufre secuelas, pero eso no le evita el menosprecio de «Casimiro & Manso» A lo mejor es que  «Casimiro & Manso«, siempre tan caritativos, se dicen «Insultémosla por la izquierda, que no nos oye«. En fin, disculpen el chistecillo, es por no mandar a cierta gente a la…

Volvamos al viaje.

El primer problema que plantean “Casimiro & Manso” (es decir, que afirmen viajar en diferentes vagones) es un gracioso problema porque, para empezar… si están mintiendo ¿por qué van a decir que viajan en diferentes vagones? ¿Para qué se van a inventar una cosa tan tonta, si no es verdad?

Pero, claro, la limitada imaginación de Casimiro no le da para encontrar explicación. Bueno, pues yo le doy tres –no necesariamente excluyentes- y eso que aún no me he afeitado hoy: 1)  Trabajan en sitios diferentes, y resulta que no todos los trenes paran en todas las estaciones, y los trenes del Corredor del Henares hacen recorrido parecido hasta Atocha, pero luego cambian según su destino final; 2) Alguien puede tener que hacer transbordo, o coger algún autobús, o simplemente entran a trabajar a horas distintas y 3) la testigo c-65 se queda rezagada para vestir a los niños, o se ha dormido, o se queda a limpiar la casa, o a esperar a una compañera de trabajo (en su declaración contó que en ese tren iba mucha gente de su empresa).

Y vayamos con el tercer “problema” que -según “Casimiro & Manso”- tiene la declaración de los testigos:

El hermano de C-65 no tuvo tanta suerte como su marido. Su nombre aparece en el listado de personas que decían haber estado en los trenes pero fueron expulsadas del procedimiento por mentir.

Defíname “suerte” referido a una víctima del terrorismo (el malvado marido) que, aún sin secuelas, ha sufrido heridas en un atentado, es posible que no duerma bien en toda su vida, o que tenga miedo de subir a los trenes, o que dentro de diez años presente una “leve” cojera por una artrosis precoz, etc.

Tras acusar al marroquí, entre C-65 y su marido -que curiosamente viajaba en un tren diferente- percibieron cerca de 100.000 euros, sumando las cantidades de la sentencia y las que otorgaba el Consorcio de Compensación de Seguros. Y sobre todo, pasaron de ser inmigrantes rumanos en situación irregular a españoles de pleno de derecho.

Nótese que se vuelve a relacionar la indemnización recibida, no con ser víctimas del terrorismo, sino con «acusar al marroquí» -cosa, evidentemente, falsa- y piénsese qué palo les caería si se atrevieran a acusar de lo mismo a otras víctimas de atentados.

Y… menuda suerte por ser indemnizados como víctimas del Terrorismo y reconocidos como españoles de pleno derecho, según las leyes españolas… ¿Eh, Casimiro?

Bueno, bueno; pues tiempo hubo para haber reclamado, si ustedes no estaban de acuerdo con tal Ley y tales Tablas de la Ley (de compensaciones); ahora, amigos, la Justicia ha fallado, y no ha errado. Y no es tiempo de llorar.

Parece que es tiempo de ser ruin y, como “El Mundo”, pocos; apúntese el racismo escondido entre sus líneas “esos rumanos que nos vienen a quitar nuestras indemnizaciones y a robar nuestro trabajo”.  Y anótese la cobardía de las asociaciones de víctimas que les hacen el “tiffo”, pero solicitaron las mismas o mayores penas contra Zougham, en sus escritos de calificaciones, que la Fiscalía del “Malvado Rubalcaba”; y que defendieron a “las víctimas desfavorecidas  -incluyendo J-70 y C-65- … sólo mientras pudieron servir como palanca para atacar a la Fiscalía, a Zapatero o a Rubalcaba.

Caray. El cuñao.

…el cuñado que él aseguró que le acompañaba está en la relación de personas que fueron expulsadas del procedimiento por mentir. El informe de los forenses fue tan contundente contra el hermano de C-65 que el juez Félix Degayón, que sustituyó durante unos meses a Juan del Olmo al frente del 11-M, propuso en septiembre de 2005 que fuese imputado por simulación de delito. La fiscal Olga Sánchez lo evitó, pero en todo caso fue excluido del sumario.

No. No es cierto. El juez Degayón (sustituto del juez del Olmo) solicitó información sobre 51 casos (cincuenta y uno) a la fiscal, en una providencia de Septiembre de 2005.

La fiscal Olga Sánchez contestó unos días después informando que, a su parecer, en 38 de dichos casos había indicios de delito, y en 13 no.

O sea; un procedimiento normal, en el que el juez, tras informe de la fiscal, (no a instancias suyas) no cree que existan siquiera indicios de simulación, como sí lo creyó en más de tres docenas de casos. De hecho, Del Olmo solicitó información sobre cientos o miles de casos, de los que algunos fueron remitidos a Plaza Castilla, y otros fueron exculpados de toda sospecha, sin llegar a abrir procedimiento.

Los 38 casos con indicios de delito se pasaron a los juzgados de Plaza de Castilla. En los otros casos, 13, entre los que se encontraba sin duda el sujeto-objeto de las mentirosas insidias casimiriles, se procedió al archivo del procedimiento, por orden del juez, ya por entonces Del Olmo.

Entre los 38 que se pasaron para iniciar «deducción de testimonio» había apellidos rumanos… pero también sudamericanos, árabes, africanos… y españoles. Muchos españoles.

Quizás sea oportuno aclarar que los 38 que pudieran haber sido simuladores, no son sospechosos de NO ESTAR EN LOS TRENES, sino de fingir lesiones QUE NO PADECÍAN. Pero, en todo caso, nada de esto afecta al hermano de C-65, contra el que no se abrió procedimiento.

Ciertamente, no conocemos en profundidad su caso; quizás (quizás) no pudiera acreditar su presencia en los trenes, pero ni fue “expulsado por mentir”, ni patrañas por el estilo.

Alguien (¡ah, qué pena no disponer ya de Barrio Sésamo, con las amables explicaciones de Koko!) debería enseñar a Casimiro la diferencia entre «no poder demostrar una cosa» y «mentir«.

Tampoco veo con mucha claridad el fundamento de enlazar una supuesta pillería del hermano de C-65 con la desacreditación, para siempre jamás, del testimonio de la testigo.

No sé, a lo mejor es que soy un rarito, pero ¿qué relación tiene un posible –¡OJO! posible – intento de sacar unas perrillas a costa del Estado con que su hermana cometa perjurio?

Imaginen las consecuencias de la aplicación de esta estrambótica interpretación de la Justicia que podríamos llamar la  “Doctrina Casimiro & Manso ®” o»Doctrina Números«….

«… el pecado de los padres lo castigas en los hijos, en los nietos y en los bisnietos… » (Números 14, 18)

…en la cual son responsables de la picaresca de los pillines los hermanos, padres, yernos, cuñados y suegros.

Pero, claro, no sería “El Mundo” si no se permitiera una historia de cuñados, con-cuñados, primos y reprimos para ir a caer en los de siempre: Rubalcaba, Sánchez Manzano y Gómez Bermúdez, pim-pam-pum de lujo para las insidias de sus redactores:

La testigo protegido C-65 y su marido fueron contratados después de la sentencia del Supremo por el empresario Lorenzo González, que mantiene una relación estrechísima con altos mandos de la Policía española. Entre otros, es amigo íntimo del comisario jefe de la Policía Judicial, Juan Antonio González, de la máxima confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba, o Gabriel Fuentes, que era subdirector general del Gabinete Técnico de la Policía en el 11-M.

Despiértenme cuandoZZZZZZ… termine… rroonnrroonnn.

La Dirección General de la Policía la declaró apta en las pruebas de selección para un puesto de vigilante de seguridad en noviembre de 2009 y a él, dos meses después.

[…]

Después de declarar contra Zougam en el juicio, y de sostener la versión policial que apuntaba al marroquí como autor del atentado, C-65 y su marido se sometieron a las pruebas de selección para vigilantes de seguridad que organiza la Dirección General de la Policía. Y las superaron para ser contratados por la empresa de seguridad de Lorenzo González, que tiene una estrechísima amistad con el comisario jefe de la Policía Judicial, JAG.

¿Eh? ¿Uh? Perdonen, que me había quedado traspuesto.

Es que estos de «El Mundo» son una especie de Máster del Universo en Genealogía; empiezan a tirar de parentescos y son capaces de sacar enganchados por los rabos, como las cerezas, a todos los españoles.

Pero vayamos a lo nuestro.

O sea, que viene a ser que se era que la comisión de perjurio por C-65 (descrita poco menos que como la Cappo De los Cárpatos del Henares), con los aderezos de simulación de lesiones, falso testimonio, y no se cuántas cosas más, le sirven a C-65 y su esposo (ambos con la condición de españoles por necesidad, puesto que nadie ha discutido su presencia en los trenes y se comprobó la existencia de lesiones en ambos) para que cinco años después de su declaración incriminatorias (dos y medio tras el juicio) puedan presentarse a las pruebas de selección para ocupar un puesto de vigilantes de seguridad.

¡Córcholis! Qué genio del mal es Rubalcaba, o qué tontos son los delincuentes. Yo no hacía todo eso que Casimiro asegura que hizo C-65 por menos de un puesto de arzobispo -o canónigo a lo menos- por lo eclesiástico, o por un nombramiento de teniente coronel, por lo seglar.

Van a tener que espabilar los testigos de cualquier procedimiento legal, porque “Casimiro & Manso” van tras ellos. No podrán trabajar en la vida, ni de pinchaúvas de lagar, so pena de verse en querellas, perseguidos por aquellos a quienes reconocieron. Da lo mismo que el condenado haya sido un conocido delincuente, un exaltado integrista islámico o el Destripador de Canillejas: tú no vuelves a presentarte a un proceso de selección de personal en la vida.

¿Se nos olvida algo? Sí; una supuesta reconstrucción del recorrido de Zougham por los trenes. Como la hacen «Casimiro & Manso«, les sale «inverosímil«, como le salía «negativa» la declaración de Hacienda a Al Capone, claro.

Ya comienza, la primera en la frente, por decir:

La ausencia del testigo R-10 en el juicio impidió conocer cuál era su posición exacta en el tren de Santa Eugenia y desde dónde pudo ver a dos terroristas subirse en la estación de Torrejón.

Reconozcan que una reconstrucción que empieza diciendo que no se sabe dónde está el testigo… P´habernos matao. Y luego queremos reconstruir los atentados volando cuatro trenes otra vez.

Pero, claro, para todo hay remedio, y «Casimiro y Manso» fueron a Rumanía, y palabrita el Niño Jesús que R-10 les explicó lo que les dijo -obviamente sin retribución ni amenaza- y, claro, C-65, que sí que declaró bajo juramento…

…por la posición que dijeron ocupar en el tren y el sentido del recorrido del supuesto terrorista, parece difícil que C-65 pudiese verle el rostro […] ninguna de las dos testigos afirmó que Zougam se volviese…

No creo recordar que ninguna de las dos afirmase que Zougham tuviese talones; pero tenerlos, tenía….

…y todo así. Que si en la «inverosímil» versión de los testigos no dijeron que le vieran volver de uno a otro vagón (como si fuesen taquilleros de torno del Bernabeu, alertas a que no se cuele nadie, y no trabajadores que van charlando o pensando en las musarañas a las siete de la mañana), que si el tren iba o no medio vacío, por lo que era, o no, el mejor momento para poner la bomba…

En fin, que me canso. Pesaos ya, leñe.

Por hoy ya vale con el tema. Dentro de unos días, más.

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* La petición de la testigo que se rechazó a fecha 24 de Enero de 2004, y que «El Mundo» y los abogados que han presentado la querella de Jamal Zougham utilizan profusamente, hace referencia al «resarcimiento que le pudiera corresponder al amparo de la legislación […] como consecuencia del atentado terrorista cometido el 11 de Marzo de 2011» y se deniega porque «no se acredita el necesario nexo causal entre las lesiones alegadas y el atentado terrorista».

Es decir, en una resolución no definitiva, sujeta a recurso, no se cuestiona el hecho de que la testigo estuviese en los trenes, ni de que sufriese dichas lesiones, sino se hace notar que NO HA APORTADO LOS SUFICIENTES TESTIMONIOS Y PRUEBAS COMO PARA JUSTIFICAR la causalidad entre los atentados y las lesiones que en este momento alega.

El propio José María de Pablo, como ya dijimos en el artículo anterior, defendió la honestidad de esta testigo, así como de C-65.

** Ante la posibilidad de que alguien argumente que la mera presencia en los trenes, con lesiones leves y sin secuelas, no es condición suficiente para ser incluídas como víctimas del 11- M, quizás no esté de más recordar que la propia Asociación de Ayuda a las Víctimas del Terrorismo (cuya presidenta ha manifestado dudas sobre el testimonio de las testigos C-65 y J-70 y defiende la revisión de la conena a Zougham)  fue la que más se significó por defender -y conseguir- que se incluyera entre las «víctimas » a aquellos que sólo habían sufrido daños exclusivamente materiales, como muchos de los perjudicados por los sucesos de Leganés.

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